Y al final fue quien tenía que ser, Gerard Piqué. Salvando estos últimos días en los que el foco de atención ha estado sobre David de Gea, el tema principal en torno a la selección nacional ha sido el jugador del Fútbol Club Barcelona, Gerard Piqué.
Y es que no son nuevos los pitos al catalán, sobre todo desde el famoso “Contigo empezó todo” y, es que, creo que es un tema más de colores que de política, pero esa es la opinión de un servidor, nada más.
En medio de unas cuantas y agradables novedades, se presentaba el combinado español en la Eurocopa. Nolito y Morata como principales atractivos volvían a ilusionar a la afición tras el desastre de Brasil 2014. Y España jugó bien, pero sin remate. Abusó en ocasiones de las llegadas por la banda izquierda y, en ocasiones, el delantero se encontraba muy solo. Nolito caído en banda, hacía la función que años atrás hizo un maestro como David Villa. Apenas intervino con peligro la República Checa salvo en un par de acciones en las que estuvo impecable De Gea.
Transcurría el partido y parecía que no se movería el empate a cero, pero apareció quien apareció. El más criticado, el más odiado por la gente de la capital, pero el único que de verdad dice siempre lo que se le antoja y, la verdad, eso se agradece. Muchos se merecían ese gol pero quizás nadie tanto como él. Un gol para callar bocas, cerrar cremalleras y acabar con cualquier tipo de debate. Dicen que ‘goles son amores’ y así es. Hoy los silbidos se convirtieron en gritos de todo un país, porque si algo ha hecho siempre Gerard, es defender con orgullo la camiseta de España.
Primer partido y victoria. Bien para calmar ánimos y debates interesados y teledirigidos. No obstante hay que mejorar en el juego y quizá mover alguna que otra pieza pero, de momento, la selección española deja buenas sensaciones. Próximo rival, Turquía.
Juan Lorenzana Prieto