Las cuatro comunidades de la cordillera Cantábrica, Asturias, Galicia, Cantabria y Castilla y León, contabilizaron en 2015 un total de 40 osas (34 en la subpoblación occidental y 6 en la oriental) con 64 crías (55 en el occidente y 9 en el oriente), una vez finalizado el censo que los gobiernos de estas autonomías elaboran anualmente. De estas cifras globales, 27 osas y 42 crías se hallan en la zona occidental de Asturias y 7 osas y 13 crías en la de Castilla y León. En la zona oriental están censadas 5 osas y 8 crías, en Castilla y León, y una osa y una cría en Cantabria.
El censo de la población de osas con cría de la Cordillera Cantábrica correspondiente a los años 2014 y 2015 ha sido presentado esta mañana en Oviedo por la consejera de Desarrollo Rural y Recursos Naturales, María Jesús Álvarez, durante una rueda de prensa en la que participaron también el director general del Medio Natural de Castilla y León, José Ángel Arranz, el director general de Recursos Naturales de Asturias, Manuel Calvo; y el director general de Montes y Conservación de la Naturaleza de Cantabria, Antonio Lucio.
El censo de 2014 arrojó la cifra de 34 osas (28 en la subpoblación occidental y 6 en la oriental) con 67 crías (57 en occidente y 10 en oriente). Ese año se censaron 22 osas y 44 crías en la zona occidental de Asturias y 6 osas y 13 crías en Castilla y León, mientras que en la oriental habitaban 5 osas y 8 crías en Castilla y León, y una osa y dos crías en Cantabria.
En el censo de 2015 se contabilizaron 6 osas más y 3 crías menos que en 2014. Del análisis del periodo comprendido entre 2000 y 2015 se desprende la consolidación y el incremento de la subpoblación osera occidental y un escenario demográfico más incipiente en la subpoblación oriental, con un ligero aumento.
La estimación global de la población es mucho más compleja, dado que el oso es una especie de amplio espectro de distribución, forestal y esquiva. Para elaborarla se utilizan un conjunto de técnicas, entre las que figura el seguimiento directo, estudios genéticos de restos localizados al azar o sistemas de captura de pelo, así como análisis de índices específicos en muestreos dirigidos.
Con los datos globales del año 2015 y la media de los últimos 6 años, se estima que la población de oso pardo en la cordillera Cantábrica es de, al menos, una horquilla comprendida entre 230 y 260 animales, de los que entre 190 y 220 corresponderían a la subpoblación occidental y al menos 40 a la oriental.
En las poblaciones de oso pardo, el seguimiento de las unidades familiares, las osas con crías del año (OCAs), se realiza mediante un método de conteo que permite estimar la tendencia demográfica de las poblaciones. Debido a su menor área de campeo y a su fácil detectabilidad, ya que sus hábitos son fundamentalmente diurnos, estas unidades familiares facilitan el trabajo de seguimiento del conjunto poblacional.
Mediante observación directa, a través de telescopios para evitar interferir con los animales, se puede diferenciar a los grupos familiares (tamaño y manchas características de las hembras y de las crías, número de éstas, defectos físicos, etc.). Los resultados obtenidos, una vez desechadas las repeticiones y las informaciones no confirmadas, permiten establecer el número mínimo de osas con crías así como su evolución a lo largo del tiempo.
Las cuatro comunidades de la cordillera Cantábrica coordinan anualmente sus acciones para ofrecer unos resultados del conjunto poblacional de osas con cría que se reparten por el territorio.
El trabajo de campo lo realizan los técnicos de las cuatro administraciones y sus respectivas guarderías, con el apoyo de otras organizaciones como la Fundación Oso de Asturias (FOA), la Fundación Patrimonio Natural de Castilla y León, la Fundación Oso Pardo y el Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (FAPAS), así como el Seprona de la Guardia Civil. También colaboran la guardería de los cotos autonómicos de caza, asociaciones de cazadores, naturalistas aficionados, montañeros, senderistas o ganaderos. Los datos son analizados para evitar repeticiones o confusiones.
En el trabajo de campo, además de la observación directa, siempre que es posible se toman fotografías y videos, se utilizan las posibles huellas de los diferentes grupos familiares que se pudieran encontrar, así como técnicas de fototrampeo.
Los censos se cierran en todos los casos al año siguiente, después de la época de celo, que es cuando las madres expulsan a los esbardos del grupo familiar y entran nuevamente en relación con los machos.