Escuché las fuentes de vuestras manos, / en el ámbito donde respira / el pulso del tiempo. / Desde la cintura del viento, / hasta la cálida morada del silencio. / Desde el líquido gorjeo del trino alegre, / que nace en el vuelo exacto del ritmo, / hasta las columnas vibratorias del cuerpo, / se cimbrearon vuestras notas, / dejándonos ahítos de presente. / En el pálpito unísono de todos los sones, / los de cada uno y los de todos, / pusisteis la nota mágica de vuestro aliento. / Éramos anonadados márgenes, / a la orilla de vuestro talento. / Nos limitábamos a respirar, / sin alterar vuestra pasión, / no fuera a ser que se rompiera / la exquisita cadencia que brotaba / del trance creado por vuestra interpretación. / Tanto hervimos en vuestra presencia, / que ya esperamos con nostalgia, / vuestro próximo concierto.
Tal y como expresa el párrafo anterior, el pasado sábado, en la Sala Cultural de Caja España de Veguellina de Órbigo, organizado por la concejalía de cultura del Ayuntamiento de Villarejo de Órbigo, tuvo lugar un “superconcierto” de dos jóvenes estrellas del mundo de la música, que dejó a todos los asistentes llenos de emotivas vivencias, máxime cuando ambos jóvenes de diecinueve años, tienen en Veguellina de Órbigo sus orígenes.
Alberto Monge Mansilla, aunque nació en Logroño, es nieto de Veguellina, ha estado y está profundamente conectado a este pueblo. Comenzó sus estudios de contrabajo a los 8 años. Es espectacular, ver el amor con el que ambos, contrabajo y Alberto, se funden en las interpretaciones.
Guillermo Martínez González, nació en Veguellina de Órbigo y comenzó a la temprana edad de 3 años a estudiar piano. Su poderío sobre el teclado, es de una magnitud prácticamente cósmica.
Si unimos a estos dos artistas, en el mismo concierto, se produce una catarsis sonora que purifica la estancia donde su sonido se hace vida. Unidos en sus interpretaciones lograron que en la sala del concierto se respirara pura energía emotiva y purificadora.
Mordida existencial: Alberto y Guillermo han coincidido este año también en el País Vasco estudiando. Ahora que las vacaciones lo han permitido, se han reunido en Veguellina de Órbigo como tantas veces, pero ésta, ha ocurrido para manifestarnos su trabajo y su amor a la música. Vaya para ellos una mordida de cariño y admiración que sirva para que sigan en ese gran esfuerzo de ser maestros en lo que hacen.
Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.
Foto: Santiago Mansilla