Su madre le dio el atillo bien envuelto en el saco untado con brea. Tenía que hacer una travesía de tres kilómetros río arriba para llevar el almuerzo a los trabajadores de la empresa que se encargaba de sacar el grijo del río.
La madre de Luisa, tenía fama de ser muy buena cocinera, así que un día se presentó en su casa, el encargado de la empresa. Querían ofrecer a sus empleados, la comida, además del sueldo, así podrían tener un horario de trabajo más productivo para la empresa, pero sobre todo mucho más ventajoso para los trabajadores. Como diría María Dolores Pradera, “no se estila, ya no se estila” que los empresarios cuiden de los mejores y mayores productores del capital de sus factorías.
A Luisa siempre le había gustado el agua, amaba el río. Había aprendido a manejarse muy bien con aquella vieja piragua del abuelo, así que la madre pensó que podrían sacarse una grata recompensa dineraria que les vendría de perillas.
Tal y como acordó con el encargado de la empresa, tres trabajadores aparecieron al día siguiente y entre los cinco limpiaron el recorrido del río que debía hacer la piragua para hacer el trayecto diario desde casa a la fábrica.
Este cuento, que me invento, seguramente se haya dado en muchos de los ríos que existen en la geografía del planeta, pero yo lo traigo a colación porque el pasado sábado, tuve el privilegio de hacer el “Descenso del Órbigo”, desde Veguellina de Órbigo hasta Villamediana en piragua y pude rememorar aquellos años en los que una Raquel Carbajo jovencísima nos recibió a un grupo de personas para darnos un cursillo de piragüismo en Villoria de Órbigo. No éramos muchos, pero aquello podríamos decir que hasta sentó cátedra, y hubo muchachos y muchachas, amén de adultos, que nos enamoramos del río gracias a esta experiencia y al enorme trabajo e ilusión que ella puso en el empeño.
Raquel Carbajo podría haber estado en los Juegos Olímpicos de Río, si una lesión de hombro no la hubiera tenido apartada durante un año de la competición en la que ya brillaba con luz propia como palista en K1y K2. Este año ha vuelto y lo ha hecho, como no puede ser de otro modo llena de fuerza, asegurándose dos oros en la en la segunda Copa de España Sprint, otros dos oros en Camuceros, Lérida de Sprint Nacional de aguas bravas, cuarto puesto en el Campeonato de España Kayak en Barcelona, sexta plaza en el Campeonato Maraton España, carrera de 26 kilómetros en Bañolas, sexta plaza en el Descenso del Sella, donde de no haber sido mujer, podría haber conseguido medalla. Lograr este palmarés, después de estar un año parada por una lesión de hombro, es tener mucha categoría.
Ahora en verano, trabaja en “Descenso del Órbigo”, una más de los otros tres monitores. Cuatro monitores como cuatro soles: Alberto, Dani, Jose y Raquel.
Mordida existencial: Vaya este mordisco de existencia para la preciosa tarde que pasamos el pasado domingo navegando no sé, si en, o sobre el Órbigo, cada cual que se tome la preposición que más le guste. Vaya para los monitores, los responsables de este proyecto “Descenso del Órbigo”, y para la bella Raquel, que tanto nos ha enseñado desde la humildad y esa preciosa sonrisa que siempre lleva puesta.
Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.