– ¡Schsssss! ¡Cállate Nica! ¡Deja de ladrar por favor! Son las dos de la madrugada. Vas a despertar a todo el bloque. ¿Qué te sucede?
La perra siguió ladrando: “A mi no me sucede nada, es a ti mi buena amiga. Algo no anda bien en tu cuerpo. Ese olor no me gusta nada”.
Nica siguió ladrando, mientras su buena amiga, se derrumbó encima de la cama cuando intentaba levantarse. El timbre sonó fuera con insistencia.
– ¡Julia, Julia! ¡Ábreme! ¿Qué sucede?
La vecina intuyó que algo pasaba, acudió con la llave que tenía de la puerta de Julia y abrió. Nica la recibió alborozada y ladrando sin parar hasta que llegaron a la habitación.
Esta historia inventada, termina bien gracias a la intervención de la perra Nica. Si ella no se hubiera percatado de la subida de azúcar de su buena amiga, seguramente el final de este relato hubiera sido muy grave.
En España, existe una escuela de enfermería muy especial. Es la “Escuela de Perros Enfermeros”. Desde Zaragoza, dirigida por Francisco Martín, esta escuela adiestra a estos compañeros del hombre para que cuiden a las personas que padecen sobre todo diabetes, aunque también se preparan para otro tipo de enfermedades y discapacidades como epilepsia, autismos, alergias, etc.
Cuando el azúcar cambia sus niveles estrepitosamente en la sangre, el cuerpo humano emite un olor, que los perros detectan y son capaces de avisar a su compañero, para que tome las medidas oportunas.
Escuché a una usuaria en la radio explicar, cómo su perra, la avisa cuando sus niveles oscilan en forma alarmante.
La perra ladra de una forma especial y la mira insistentemente hasta que ella se percata de la situación. Si están en la calle y hay ruido, su perra le da con su pata en la pierna para que sepa que algo no va bien. Esta mujer comentaba que era una suerte poder contar con su perra, de la raza jakc russell, que al parecer es la más indicada para desempeñar esta salvadora función.
Mordida existencial: Vaya un buen mordisco para todas las “Nicas” que existen. Vaya también para la “Escuela de Perros Enfermeros” de Zaragoza por esta extraordinaria iniciativa. Y…, aunque no tenga que ver con este escrito, vaya un enorme mordisco para que todos, los que hoy comienzan a salir de Calais, encuentren una vida digna.
Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.