Los robots, que antaño se dejaban ver única y exclusivamente en las películas de ciencia ficción, están abocados a convertirse en omnipresentes en el futuro.
Y terminarán asumiendo tareas que estaban hasta hace bien poco única y exclusivamente en manos de los humanos.
Entre las muchas actividades humanas que los robots acabarán desempeñando en el transcurso de los próximos años está el sexo. Por muy truculenta que les resulte a algunos la imagen, en el futuro el sexo entre los humanos y las máquinas estará a la orden del día.
¿Lo malo? Que el sexo con robots podría ocasionar el exterminio de la raza humana. Así lo ha advertido el investigador suizo Oliver Bendel en el transcurso de la segunda edición del Congreso Internacional sobre el Amor y el Sexto con Robots que se celebra actualmente en Reino Unido.
Aunque a algunos la sola idea de tener a su disposición de manera permanente a un concubino robótico les parecerá sumamente excitante, lo cierto es que el sexo con robots podría acabar con la raza humana, advierte Bendel.
“Si el robot satura en exceso al humano, eso reduce las posibilidades del sexo entre humanos”, dice Bendel. Y si no hay sexo entre humanos, la raza humana estaría condenada a la extinción, añade el investigador.
Los “sex bots” están a la vuelta de la esquina. Y esos insaciables “sex bots” podrían aniquilar a los humanos a los tantísimo satisfacen. ¿Cómo? Impidiendo su reproducción con otros humanos.
Bendel hace hincapié en que los robots, a diferencia de los humanos, no se cansan. Y si los amantes robóticos se convierten en la norma en el futuro (que probablemente lo harán) podrían matar a sus “partenaires” sexuales no sólo de pura extenuación sexual sino también de falta de encuentros carnales con otros humanos.
Encandilados por el sexo (casi 100% perfecto) de los robots, los humanos podrían renunciar por completo al fornicio con otros seres de su misma raza.
Pero, ¿puede el sexo con C3PO (o algún androide similar) procurar a los humanos mayor satisfacción que amancebarse con personas de carne y hueso? Antes de responder (quizás precipitadamente) con un rotundo “no” a esta pregunta, deberíamos tener en cuenta la ingente cantidad de datos que el ser humano va dejando a su paso en los tiempos digitales que corren.
Esos datos, llevados a la intimidad de la cama, podrían convertir a los robots en los amantes perfectos y hacer olvidar a los humanos el placer de los orgasmos provocados por sus semejantes.
A los “ciberigolós” (o “ciberprostitutas”) les queda aún un largo camino por recorrer para convertirse en una realidad, pero muy probablemente, y teniendo en cuenta la estulticia innata del ser humano, los habitantes del (loquísimo) planeta Tierra no comenzaremos a evaluar la ética (o falta de ética) asociada al sexo con robots hasta que sea ya demasiado tarde.
Cuando los extraterrestres invadan la Tierra, se toparán, si nada ni nadie lo remedia, con miles de “ciberprostitutas” y de “cibergigolós” averiados de pura extenuación sexual y con los despojos de los estúpidos humanos a los que mataron a base de orgasmos.