Últimamente tengo la sensación de que no existo. A pesar de lo que diga mi carnet de identidad. A pesar de que cada mañana veo mi cara en el espejo cuando trato de peinarme.
Pero, después, cuando salgo a la calle, cuando leo los periódicos nacionales, regionales y autoindependentistas, cuando escucho la radio o veo la televisión, me doy cuenta de que no existo.
No he aprendido (ni pienso hacerlo) esos idiomas autonomistas como gallego, catalán, vasco, bable, leonés o como usted quiera llamarles, con lo que, poco a poco, no me dejarán trabajar en ningún sitio del país en el que pago los impuestos, salvo en mi casa. Todas esas autonomías, regiones, países, territorios con identidad nacional o vaya a saber cómo llamarles, me van a vetar simplemente porque hablo en un idioma que es oficial pero que no es el oficial que ellos han impuesto con mi dinero.
Ya tengo un hijo y no pienso tener más, con lo cual no podré recibir del papá estado las subvenciones por nacimiento de hijos. Dinero que recibirán otros, sean ricos o pobres, pero que también saldrá de lo que yo pago. Por otra parte, tampoco tengo intención de adoptar un niño extranjero por lo que tampoco podré percibir dinero por ello. Tampoco a mi hijo lo puedo llevar gratis al dentista (ya no está en esa edad), por lo que tendré que seguir pagándolo de mi bolsillo.
No soy cineasta, ni actor, ni peliculero, ni me dedico a esas actividades que, aún no se por qué, se subvencionan con mi dinero. Yo querría que subvencionaran a los pasteleros o gente así que por lo menos me endulzan la vida. Pero no puede ser. El señor Almodóvar, el Pocholo, etc. recibirán de los presupuestos una cantidad para hacer bodrios infames e intragables que, cuando yo quiera ir a verlos, cosa que dudo, tendré que volver a pagar, y los volveré a pagar cuando se lo vendan a Televisión Española, cuyo déficit pago con mis impuestos, y lo pagaré una vez más para que lo traduzcan al catalán, o al gallego o al leonés, para que puedan comprarlo las Televisiones Autonómicas que, como también tienen déficit, sigo pagando con mi dinero. Y habré pagado seis o siete veces a unos tíos que se titulan intelectuales pero que no saben leer ni hacer cine, ni nada. Mientras tanto, las catedrales se siguen cayendo, la enseñanza no puede reciclarse o la seguridad social sigue teniendo agujeros.
No tengo pisos que pueda alquilar para que me paguen por alquilarlos, ni voy a alquilar un piso para que me puedan pagar por alquilarlo. Yo solamente pago la hipoteca de mi casa, y la contribución, y los impuestos de las aceras y…. Pero, de lo otro nada. Pero, los que cobran, también cobrarán con cargo a lo que yo pago.
Yo no soy funcionario. Y, por lo tanto, no tengo derecho a moscosos, ni a vacaciones extras en Navidad y Semana Santa, ni a viajes que me pague la Junta o el Ayuntamiento, ni a comidas “de trabajo” con mis amigos, ni a pisos más baratos, ni a no trabajar, ni a enchufar a mi hijo o mis primos y parientes en un trabajo inexistente para no hacer nada. Ni siquiera tengo derecho a estar cuatro meses de baja por un golpecito en el coche que yo arregle con un collarín cuando voy al Ayuntamiento. Y todo eso también se paga con mis impuestos.
Tampoco tengo amigos en la Junta o en el Ayuntamiento que me digan las subvenciones que existen y cómo hacer para que me las den, para poder montar fabricas de reciclados o similares, fábricas en las que parte de las acciones las tienen los propios Administradores de la Junta y que han hecho que la Junta revalorizara el suelo y se lo comprara a los administradores que son los únicos que sacaron provecho de ello. O para poner paneles de energía solar, o sembrar remolacha, o lino, o cereales subvencionados. No, no tengo a nadie que me informe de eso aunque, eso sí, se pagará todo con cargo a lo que yo y otros como yo hemos pagado de impuestos.
No soy prejubilado ni de Telefónica, ni de HUNOSA, ni de la Guardia Civil, ni de ayuntamientos o similares en los que puedes jubilarte a los 50 y seguir cobrando y comiendo de la sopa boba. Me tendré que jubilar cuando la empresa y el estado dispongan pero sin acogerme a beneficio alguno. Aunque sea repetirme, recuerden que esas prejubilaciones también salen de mis impuestos.
Por supuesto, no tengo parking gratuito por ser alcalde, concejal, presidente de tal o cual corporación, ni tengo amigos que me quiten las multas, ni puedo aparcar en las esquinas porque la policía local o los de la grúa tampoco son amigos míos. Por eso, tengo que meter el ticket de la hora y pagar media hora por dos minutos de aparcamiento aunque la ley dice que no se puede redondear al alza.
Nunca he participado en “Gran Hermano” ni en ninguno de los concursos chorras que hacen las televisiones. Por eso tampoco me llaman a los platós ni me pagan por decir imbecilidades u opinar sobre educación, sexo, o enredos inmobiliarios. Ni me dedico a escribir libros de los que harán la oportuna publicidad en el plató, ni tengo negros que hagan los libros por mí. Pero a esas presentadoras/es también les pagan con mis impuestos.
No soy taxista, ni tengo un estanco ni una farmacia. Ni puedo ponerlos porque estos señores/as tienen unos privilegios que yo no tengo en mi profesión. La ley de la libre competencia no va con ellos. Por eso, tengo que pagar el tabaco al precio que me digan, el taxi a lo que me cobre y encima le aguanto las chorradas que se le ocurra decirme, y las medicinas a lo que se le ocurra al laboratorio más el XXXX % de la farmacia. Y encima tengo que aguantar al dependiente/a de turno diciendo, como si de un médico se tratara, lo que me cura mi catarro.
No cobro la PAC ni ninguna otra ayuda europea, porque no me entero o porque ya se encarga el Organismo de turno de ponerme tantas pegas y papeleos para que desista. ¿La cobrarán los funcionarios por mí?
No tengo siquiera igualdad de sexo. En la mayoría de las ocasiones, (en mucha mayoría, diría yo, y eso tampoco está bien) tengo privilegios sobre las mujeres, pero si le doy un puñetazo a la mujer igual que el que ella me da a mí, a ella no le hacen nada y a mí me meten en la cárcel, cuando ámbos deberíamos ir a la misma cárcel y por el mismo tiempo. Porque a los señores diputados que cobran a cargo de mis impuestos, les ha dado por hacer leyes que promueven la desigualdad en vez de la igualdad por la que otros hemos trabajado. Y en vez de poner el 100 % de los mejores en los ministerios, se dedican a poner el 50 % de cada sexo, aunque ese 50% de hombre o de mujeres no valga para nada. Repartir al 50 % no es igualdad sino todo lo contrario. La igualdad viene solamente cuando a cada puesto accedan los mejores, independientemente del sexo que tengan.
Tampoco soy inmigrante, ni joven, ni demasiado viejo, ni sindicalista, ni patrón ni obrero de profesión a la que hay que favorecer.
Por no tener, no tengo siquiera el privilegio de que pongan una bandera en mi entierro. Por lo visto sólo los militares (que cobran bastante por ello) tienen derecho a la visita del Rey y a que les hagan homenajes cuando mueren. Y, como decía José Larralde, en su canción Pa’usted, “también son criollos, compañero”. No digo que no se lo merezcan, pero el campesino que se cae del tractor, o el minero, o el bancario al que atracan, o el funcionario que cayó desde la ventana, también están haciendo patria y cobran menos que ellos.
En resumen, yo no existo. Ni otra gente que, como yo, sólo nos dedicamos a trabajar, a pagar impuestos al Estado, al Ayuntamiento, a Tráfico, a … pero que cuando vienen las elecciones, no tenemos derecho a casi nada. Los partidos se dedican a hacer políticas paternalistas/electoralistas, en vez de haberse dedicado a políticas más estructurales que dieran lugar a esos mismo beneficios pero repartidos un poco mejor, y a su tiempo.
No existo, amigos míos. No existo. Sólo trabajo y pago. Pago y trabajo. Ni siquiera puedo votar porque no tengo a nadie que me parezca suficientemente decente para darle mi confianza. El único consuelo que me queda es que los últimos 10 días de cada mes, como son los que trabajo para otros (aproximadamente un tercio de mi sueldo se me va en diversos impuestos y demás) pues trabajo de peor forma, de mala gana, con un poco de asco, como si no fuera conmigo, sólamente para que se fastídie un poco el que va a vivir con mis dineros.
Angel Lorenzana Alonso