A nadie se le escapa lo que está ocurriendo en los centros históricos de las grandes ciudades y no menos, o más aún, en las medianas y pequeñas ciudades así como en los núcleos rurales que cuentan con un rico Patrimonio Cultural o Natural. El llamado «turismo cultural», que parece haber encontrado un reclamo en las ciudades y entidades rurales con núcleos históricos, invade en determinadas fechas estos recintos creando una tensión entre la saturación y el abandono: saturación de las «rutas turísticas» y el abandono de lo que queda al margen, que es normalmente los lugares habituales donde se desarrolla la vida de sus habitantes pero también abandono de las zonas turísticas por la incomodidad y las carencias que generan a los vecinos.

La práctica de las Administraciones refuerza aún más esta situación, ocupándose de proporcionar medios y adoptar medidas que atraigan el turismo, olvidándose, cuando no actuando en contra, de que pueda impedir la despoblación y el abandono del residente habitual. Bajo valores que se absolutizan de «peatonalización» o «accesibilidad», se introducen cambios que desvirtúan notablemente el carácter peculiar de lugares que deberían ser conservados en su integridad. La loable razón de que sea el ciudadano quien prevalezca sobre el coche, con frecuencia se traduce en un aumento desmesurado de ocupación de vía pública que apenas permite el desplazamiento normal del ciudadano residente.

Cuando, el turista abandona el lugar, vuelve la sensación de vacío y de carácter de museo que van adquiriendo cada vez más los centros de éstas ciudades y poblaciones. La frecuente declaración de los responsables de las administraciones afirmando que quieren evitar que las ciudades históricas devengan en museos al aire libre, contrasta con el escaso interés por adoptar medidas para que se mantengan las condiciones de habitabilidad para los residentes. Como era previsible, la «deserción de servicios», está pasando factura. De centros de servicios, los centros históricos han pasado a carecer incluso de los más elementales. Por otra parte, la pérdida del uso tradicional de importantísimos edificios, la mayor parte de ellos ligados a prestación de servicios públicos, genera el abandono de los mismos sin que previamente ni de forma posterior se hayan encontrado alternativas de nuevos usos. Este hecho constituye el máximo peligro de deterioro del importantísimo patrimonio y se ha convertido en un difícil desafío de conservación para las ciudades históricas. «La revitalización y el nuevo uso de los edificios es un tema recurrente a nivel mundial, pero que ahora compete no sólo a los especialistas y técnicos, sino también a las autoridades y, sobre todo a las comunidades». «La idea contemporánea de obsolescencia de los bienes y sitios, alentada generalmente por un mercantilismo agresivo que da sustento a las sociedades de consumo, se confronta con los valores de permanencia presente en la arquitectura, el urbanismo histórico y el paisaje de entornos, dejándolos siempre en clara desventaja» (reflexión final del Encuentro Internacional de Guanajuato, 23/09/2015).

En Castilla y León, en que por fortuna poseemos un rico Patrimonio que constituye el corazón histórico-urbanístico en ciudades y en entidades rurales, tienen las autoridades y tenemos los ciudadanos, en la medida en que apoyamos iniciativas, respaldamos o criticamos actuaciones y, en todo caso, en la medida en que somos depositarios de un legado que nos corresponde mantener y trasmitir, una complicada pero ineludible tarea.

En este sentido saludamos con satisfacción el contenido de «La Declaración de Segovia» que recoge las conclusiones del II Encuentro Europeo que las Asociaciones europeas para la defensa del Patrimonio Histórico mantuvieron en Segovia los días 20 y 21 de octubre de 2016, organizado por el Grupo de «Ciudades Patrimonio de la Humanidad de España». En ella se recogen premisas y propuestas en las que vienen insistiendo desde hace años las asociaciones que integran esta Federación por el Patrimonio. Suscribimos especialmente la consideración que esa Declaración hace de «Patrimonio habitado», al afirmar que el «componente principal de los bienes Patrimonio Mundial, son las personas que los valoran y los cuidan, que se identifican con ellos y forman parte del espíritu del bien».

En línea con el concepto de sostenibilidad que hemos expuesto y con las soluciones que tiempo atrás venimos reclamando, el citado documento en varias de sus conclusiones señala la necesidad de abordar el problema de la sostenibilidad de las ciudades,  constituyendo «órganos de gestión estables y cualificados», adoptando “prácticas integradoras” que «eviten las consecuencias de gentrificación, tercerización y expulsión de los ciudadanos de los sitios Patrimonio Mundial».

Desde esta Federación, estamos convencidos de que la sostenibilidad de los centros históricos es un valor prioritario por la propia supervivencia del «Bien Protegido», en el que se incluyen sus habitantes. El turismo es, sin duda, un agente importante, a veces,  imprescindible, en la recuperación y en los nuevos usos del Patrimonio. Pero, a la vez, su actividad debe ser compatible y respetuosa con la conservación del patrimonio cultural y natural, y con la vida y las necesidades de las comunidades que lo habitan: esta fue siempre la finalidad original de todo patrimonio. Estamos convencidos que medidas adecuadas y planes de gestión creativos y competentes pueden lograr esta justa e imprescindible integración. El encuentro de nuevos usos respetuosos con el valor arquitectónico, histórico y natural para los bienes que han perdido su uso tradicional, es el factor determinante de revitalización de los centros históricos.

La Federación de Asociaciones por el Patrimonio de Castilla y León está formada por:

Amigos del Patrimonio de Segovia

Ciudadanos por la Defensa del Patrimonio (Salamanca)

Decúmano (León)

Asociación Cultural Pintia

Ciudadanos por la Defensa del Patrimonio de Valladolid

Asociación de Amigos del Museo de las Ferias y del Patrimonio de Medina del Campo «Medina por su Patrimonio».

Asociación La Alhóndiga de Arévalo

Grupo Cultural San Gil (Béjar)

Amigos del Patrimonio Natural, Histórico y Cultural de Martín Muñoz de las Posadas