La Consejería de Fomento y Medio Ambiente, a través de la Agencia de Protección Civil, recuerda la importancia de adoptar medidas de prevención especialmente con los sistemas de calefacción por combustible vegetal para evitar las intoxicaciones por monóxido de carbono. Desde comienzos del mes de octubre, noventa personas han resultado afectadas por la inhalación de ese gas venenoso, dos de las cuales fallecieron a consecuencia de la intoxicación.
El peligro de este tipo de situación de emergencia estriba en que tiene su origen en un gas, el monóxido de carbono, que es prácticamente imposible de percibir por los sentidos, puesto que no tiene olor y es invisible. La instalación de sensores de gas en la vivienda es una medida preventiva para detectar la presencia del gas.
En más de la mitad de los casos de intoxicación por monóxido de carbono que gestiona el centro de emergencias Castilla y León 1-1-2, el origen del gas se encuentra en sistemas de calefacción con combustibles vegetales, como son el carbón, el cisco, la leña y, en mucha menor medida, los ‘pellets’: braseros, glorias, hornos de leña, estufas.
La principal recomendación que puede hacerse para evitar la aparición de monóxido de carbono es que se mantenga siempre ventilada la estancia en la que se coloque una calefacción de este tipo, bien sea dejando abierta una puerta o una rendija en la ventana que permita la circulación del aire puro. Además, es de todo punto desaconsejable colocar este tipo de calefacciones en los dormitorios.
Llama de color azul
En las instalaciones de gas, hay que asegurarse de que todos los equipos de calefacción estén instalados correctamente y realizar las revisiones periódicas por parte de un profesional cualificado. Cuando los aparatos estén en funcionamiento, es importante verificar que la llama que emiten sea del color adecuado -cuanto más azul sea, más perfecta es la combustión-.
No hay que olvidar que todos los aparatos se encuentren en lugares correctamente ventilados y nunca taponar las rejillas y respiraderos de las distintas estancias de la casa, algo que se hace con frecuencia, por ejemplo los días que hay mucho viento, lo que propicia la falta de oxígeno necesario para una correcta combustión.
En todos los casos, se recuerda la importancia de extremar la vigilancia de cortinas, faldillas, ropas de cama y cualquier otro elemento que sea susceptible de arder al contacto con la llama o los rescoldos del combustible vegetal, pues puede dar origen a un incendio o a la aparición de humo que provoque también la intoxicación.
Revisión de chimeneas
Es peligroso utilizar equipos portátiles como hornillos, barbacoas, etc. que queman combustible dentro de espacios cerrados. Se deben revisar, además, las chimeneas y los conductos de ventilación antes de comenzar la temporada de frío y después de los episodios de nevadas.
Puesto que el monóxido de carbono es prácticamente imperceptible por los sentidos, la única manera de detectar el comienzo de una intoxicación por este gas es precisamente a través de los síntomas que se presentan en las personas, de ahí que sea recomendable contactar con el servicio de emergencias 1-1-2 con la mayor rapidez. Entre estos síntomas, pueden citarse la aparición súbita de dolor de cabeza de intensidad progresiva, mareos, desorientación, náuseas, dolor general e incluso desvanecimientos.
Si por desgracia, en algún momento, somos víctimas de una intoxicación por monóxido o nos encontramos en una vivienda en la que hay una concentración alta de este gas, lo primero que hay que hacer es abrir las ventanas para permitir la entrada de oxígeno que ventile el ambiente, contactar con el centro de emergencias 1-1-2 para solicitar ayuda, para lo que se informará del lugar en el que se produce la emergencias y el número de personas que requieren asistencia y su estado. Finalmente, y si resulta posible, alejar a las personas afectadas de la fuente de origen del gas.
Balance
De octubre a diciembre 2017, resultaron afectados 90 pacientes y 2 de ellos fallecieron. El total de incidentes fue de 52: 3 en Ávila, 7 en Burgos, 13 en León, 5 en Palencia, 7 en Salamanca, 1 en Segovia, 2 en Soria, 5 en Valladolid y 9 en Zamora.
De octubre a diciembre 2016, resultaron afectados 80 pacientes y 3 de ellos fallecieron. El total de incidentes fue de 44: 5 en Ávila, 5 en Burgos, 10 en León, 5 en Palencia, 7 en Salamanca, 4 en Segovia, ninguno en Soria, 3 en Valladolid y 5 en Zamora.