A Mary Thomas se le representa tradicionalmente con una antorcha y una segadera en las manos.
El amanecer se llenó de tinieblas.
En la mañana del 1 de octubre de 1878, el humo de las plantaciones, las casas y los centrales de azúcar oscureció el sol en la ciudad de Frederiksted, en St Croix, una colonia danesa en las actuales Islas Vírgenes estadounidenses.
Era el llamado «día trimestral», la única vez en el año que los esclavos liberados tres décadas antes podían negociar los salarios y «elegir» sus trabajos entre los cañaverales, los sembradíos de tabaco o la servidumbre doméstica.
Pero en esa ocasión, el también llamado «día de la libertad» se iluminó con antorchas.
Los antiguos esclavos se sublevaron contra el poder de Dinamarca en una de las rebeliones laborales más desconocidas y osadas que tuvieron lugar en las antiguas colonias europeas de América.
El fuego se extendió por días, al incendio siguieron los saqueos, los robos y los combates desiguales: más de 100 «rebeldes» perdieron la vida, mientras, entre las tropas coloniales, solo se registraron dos bajas.
«Es un hecho que este levantamiento laboral fue el más grande y sangriento en la historia de Dinamarca y que conllevó a nuevas condiciones de trabajo de la mano de obra negra en las antiguas Indias», asegura el historiador danés Philip Sampson.
Decenas de antiguos esclavos fueron encarcelados, torturados o deportados, entre ellos sus principales líderes: tres mujeres que comandaron la rebelión y a quienes se les considera precursoras legendarias de las luchas por los derechos laborales en las Islas Vírgenes.
Mary Thomas, Agnes Salomon y Mathilda McBean son conocidas allá como «las tres reinas» o las «reinas del fuego» y representadas, casi siempre, con escaso simbolismo: una antorcha en la mano.
Sus nombres han sido poco conocidos fuera de los territorios de las islas hasta esta semana, cuando una escultura develada en Dinamarca puso nuevamente sobre el tapete el pasado colonial de ese país en el Caribe.
La obra, de más de siete metros de altura, se titula «Yo soy la reina Mary» y fue creada por dos artistas afrodescendientes, Jeannette Ehlers y La Vaughn Belle.
Representa a Thomas, una de las tres líderes de la revuelta, sentada, con la clásica antorcha y una segadera, similar a la que utilizaban los esclavos para cortar caña.
Es la primera obra de arte de este tipo que conmemora el impacto colonial de Dinamarca y la primera vez que una mujer negra recibe este homenaje en ese país europeo, según sus autoras.
«Lo que somos como sociedad está vinculado en gran medida a la forma en la que recordamos lo que somos. Este proyecto trata de desafiar la memoria colectiva de Dinamarca y cambiarla», escribió en un comunicado Ehlers, una de las artistas.
De acuerdo con el texto, el 98% de las estatuas en ese país nórdico son de hombres blancos.
«Así que, al igual que las Reinas del Fuego tomaron medidas y lucharon contra el opresivo sistema colonial, nosotras nos enfrentamos al racismo y al eurocentrismo actuales al reclamar un espacio para nuestras narrativas», afirmó.
Pero ¿quién fue la «reina» Mary que ahora gobierna desde un trono de bronce cerca del antiguo Almacén de las Islas Occidentales de Copenhague?
De emigrada a heroína
Poco se conoce de su pasado.
En el libro «Grandes preguntas: sociedad, cultura y resistencia en la post-emancipación del Caribe», la historiadora danesa Karen Fog Olwig señala que Mary Thomas era oriunda de Antigua y nació en alguna fecha cercana a 1848.
Ese mismo año, la corona de Dinamarca había abolido la esclavitud en sus territorios; pero, según la historiadora, las condiciones para los esclavos no cambiaron mucho hasta varias décadas después.
Esa fue la razón de las protestas.
Fog Olwig estima que Thomas llegó a St Croix en la década de 1860 para trabajar en las plantaciones. Vivía en una llamada Sprat Hall, donde se cree que tuvo tres hijos y que fue arrestada en una ocasión por delitos menores.
No se sabe cómo ella y las otras dos mujeres se convirtieron en las cabecillas de la revuelta de 1878.
Pero la historia sí recuerda los motivos que llevaron a los antiguos esclavos a empuñar las antorchas.
El principio de las revueltas
Hacia 1878, St Croix había vivido una racha de mal tiempo y de malas cosechas: los huracanes del Caribe y las sequías se habían enseñado por varios años con la isla.
Para colmo de males, los salarios y las condiciones laborales para los trabajadores de las plantaciones habían dejado de ser llamativos desde hacía tres décadas.
Una ley aprobada en 1849, un año después de la abolición de la esclavitud, les dificultaba a los antiguos esclavos negociar los sueldos o las condiciones de trabajo en el campo, por lo que muchos optaron por buscarse otros empleos e, incluso, tratar de salir de la isla.
Pero ante la amenaza de quedarse sin fuerza laboral, el gobierno danés impuso normas para salir de St Croix: los antiguos esclavos debían pagar unos onerosos certificados de salud o tarifas desmesuradas en pasaportes.
Para muchos, la isla se volvió una cárcel a gran escala.
Fue entonces, cuando el 1 de octubre de 1878, el día en que los trabajadores negros debían negociar sus salarios, estallaron las revueltas.
Junto a las «tres reinas» hubo otro líder: Thomas Graydon, también conocido como Coronel Peter, y, según algunas versiones, también hubo una cuarta «reina», Susanna Abramsen, conocida como Bottom Belly.
Pero en pocos días las autoridades danesas controlaron la insurrección.
La nueva calma se vio seguida por cortes marciales: 12 personas recibieron una sentencia de muerte que se cumplió de forma inmediata.
Otras 39 recibieron igual condena y fueron enviados a Copenhague, pero a la mayoría de ellos se les conmutó por trabajos forzados temporales.
A otros cinco se les cambió por prisión con trabajos forzados «de por vida». De ellos, tres eran mujeres: Mary, Agnes y Mathilda, las «tres reinas».
Pero ¿por qué se les llamaba así si, hasta donde se conoce, habían nacido en islas del Caribe y no tenían lazos con la realeza de África ni de ningún otro lugar del mundo?
Las tres reinas
Philip Sampson asegura que el misterioso título tiene que ver con lo que simbolizaban las mujeres en la ancestral tradición africana.
«Una parte abrumadora de los esclavos en el Caribe provenía de la comunidad principal de la Costa Dorada de África Occidental, la actual Ghana. En esta sociedad las mujeres son clave», explica en una investigación publicada en 2017.
«Son ellas las que tienen el poder económico y las habilidades de organización. Las más respetadas son las llamadas Madres Reinas, que son las únicas que designan a los jefes. En resumen, son las mujeres las que tienen la última palabra», añade.
De acuerdo con el historiador Mary, Agnes y Mathilda tenían un estatus en St Croix similar al de la Reina Madre de África Occidental, de ahí su papel en la organización de la revuelta laboral de 1878.
Pero ¿qué pasó con Thomas y las otras dos reinas tras su deportación a Dinamarca?
En su libro «Domar la memoria: cómo una comunidad caribeña perdió sus archivos y encontró su historia», la investigadora Jeannette Allis Bastian asegura que cumplieron sus condenas hasta 1887, cuando fueron liberadas y envidas de vuelta a Christiansted, en St Croix.
Ahí se pierden sus rastros.
Según Sampson, Thomas se volvió a casar en 1902 y murió en 1905 en una plantación conocida por el nombre de su dueño, Williams Delight.
En Dinamarca, su nombre es apenas conocido, pero en las Islas Vírgenes estadounidenses todavía conserva la estirpe de un personaje de leyenda.
Una canción infantil recuerda su gesta y cada 1 octubre, decenas de personas iluminan la noche con un rito en su recuerdo: encienden nuevas antorchas en memoria de Thomas y de las otras mujeres y hombres que defendieron con fuego los derechos laborales de esta isla de América.