El Tirpitz fue el buque más grande y poderoso de la Kriegsmarine, la marina de guerra de Hitler.

Durante días, los nazis hicieron todo lo posible por ocultar el Tirpitz, el buque más grande y poderoso del Tercer Reich.

El acorazado velaba desde las costas de Noruega para evitar una posible intervención aliada, pero a finales de 1944 la derrota era inminente.

Los nazis entonces se dieron a la tarea de intentar ocultar el navío insignia de la Kriegsmarine, la marina de guerra de Adolf Hitler.

Lo hicieron de todas las maneras posibles: en ensenadas y golfos, entre fiordos y, finalmente, con niebla química para protegerlo de los bombardeos de la aviación aliada.

Pero la implacable campaña para salvar uno de los barcos de guerra más temidos de la Segunda Guerra Mundial no solo terminó en fracaso, con el Tirpitz hundido por la aviación británica. También dejó su marca en el paisaje.

Y es que el humo químico con el que fue protegido causó tal daño a los árboles circundantes, que sus huellas todavía permanecen en los anillos de crecimiento de los troncos.

Claudia Hartl, de la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz, en Alemania, fue una de las investigadoras que se tropezó con este daño ambiental mientras examinaba los pinos en Kåfjord, cerca de la ciudad noruega de Alta, en el norte de país.

Hartl recolectaba muestras de madera para crear una imagen del clima pasado en el área y cuando llegó a ese bosque, un descubrimiento inesperado la sorprendió.

El descubrimiento

El frío intenso e incluso la infestación de insectos puede obstaculizar severamente el crecimiento de los árboles, pero ninguna de estas causas podía explicar la ausencia total de anillos que encontró Hartl en algunos árboles fechados en 1945.

Los investigadores comenzaron a barajar posibilidades, hasta que uno de ellos sugirió que podría tener algo que ver con el Tirpitz, que fue anclado en 1944 en Kåfjord.

Este acorazado, junto a su gemelo Bismarck, fueron los dos únicos de su tipo construidos por la Kriegsmarine y se consideraron los mayores barcos de guerra usados por los nazis y dos de los buques capitales más pesados botados por cualquier armada europea.

Cuando el estudio continuó, los investigadores hallaron documentos de archivo que mostraban que las tropas de Hitler lanzaron ácido clorosulfúrico para camuflar la posición de la nave.

«Creemos que este humo artificial dañó las agujas de los árboles (las hojas finas que suelen tener los árboles como los pinos)», explica Hartl en entrevista con Jonathan Amos, corresponsal de ciencia de la BBC.

«Si los árboles no tienen agujas, no pueden realizar fotosíntesis y no pueden producir biomasa. En los pinos, las agujas suelen durar de tres a siete años porque son de hoja perenne. Por lo tanto, si las pierden, puede toman mucho tiempo para que se recuperen», añade.

Pero ¿qué fue lo que encontraron que les llamó tanto la atención?

Las huellas

En uno de los árboles los investigadores hallaron que no se observaba ningún crecimiento durante nueve años, desde 1945.

«Luego se recuperó, pero tardó 30 años en volver al crecimiento normal. Todavía está allí, todavía está vivo, y es un árbol muy impresionante», afirma la investigadora.

En otros pinos, los anillos de crecimiento en el tronco están presentes, pero son extremadamente delgados, fáciles de pasar por alto.

Como es de suponer, el estudio mostró que los impactos disminuyeron con la distancia.

Sin embargo, los árboles afectados abarcaban un radio de hasta cuatro kilómetros.

«Creo que es realmente interesante que los efectos de un enfrentamiento sigan siendo evidentes en los bosques del norte de Noruega más de 70 años después», afirma la experta.

En su opinión, en otros lugares de Europa, los nazis también usaron este humo químico, por lo que es posible que allí todavía persistan estas huellas vivas de la Segunda Guerra Mundial.

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