Solo me queda / tu retrato / quebrado en mi cartera / con tantas arrugas / como lunas / me separan de ti, / intacto en mi recuerdo / inerte en mis deseos, / espectro de cada noche, / una arruga más cada día, / yo envejezco, / él se hace viejo / en mi bolsillo.
Este poema titulado “Tiempo viejo” fue el primero que leí, después de abrir al azar el poemario “Invocar el Íntimo”. El autor de este poemario es Pablo Juan Chelmick Ferreira. Un poeta que libera, como si de un Spider-Man de las letras se tratara, un hilo que trenza esperanza en los hemisferios de la cruda realidad, o de la soledad a la que el ser humano no tiene más remedio que adaptarse en muchas zonas hostiles. Es capaz de trepar paredes de acantilados internos, donde rompe el mar del deseo. En este libro acecha la fuerza del viento que a veces sopla en contra, cuando no encontramos ante nosotros mismos. “Invocar el Íntimo” es un poemario salvajemente amansado por palabras cosidas a versos que fluyen en el gen de la vida. Tan pronto se respiran en él, volcanes, como lagos en calma. Es un viaje libre por el que trotas o vuelas en la pasión y la fuerza de la existencia. El poema que cierra el libro, es una comunicación que combina versos del autor con su hijo Diego Pablo Chelmick. Una interpretación a cuatro manos de palabras llenas de significado.
Mordida existencial: A “Invocar el Íntimo” le ha seguido el poemario “Cartas de Amor del Reo 69”. Este segundo poemario bien merece una pausa en el camino de alguna tarde en la que estemos presos de nuestras propias confidencias. En este segundo poemario, P.J. Chelmick, nos deja reflexiones y versos llenos de una intención amorosa que traspasa los poros de la epidermis para transportarnos a una dimensión donde la presencia del amor y del amor-desamor, que es la otra cara del amor, lo llenan todo. Así lo muestra el poema siguiente:
Suspiro…, / ese aire que me asfixia / porque me falta vuestro aliento, / como ese fuego que es ceniza / sin oxígeno en su llama, / así, seca se queda mi piel… / sin vuestra saliva.
Sin duda dos poemarios muy recomendables que no nos dejarán impasibles. Además los beneficios de venta de ambos poemarios, están destinados íntegramente a la asociación ALMON (Asociación Leonesa de Mujeres Operadas de Cáncer de Mama). Un prueba más del gran amor a la vida que derrocha P.J. Chelmick, como tan bellamente lo transmiten sus poemas. Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo