La concejala de Cultura, Patrimonio y Turismo, Margarita Torres, ha presentado esta mañana el III Encuentro de Etnografía y Folclore que tendrá lugar el domingo 30 de septiembre a las 19.30 horas en Auditorio Ciudad de León, con entrada gratuita. Sobre el escenario se representará el Antruejo de Velilla, una muestra de los carnavales tradicionales de la provincia.
Margarita Torres ha presentado esta nueva edición del Encuentro de Etnografía y Folclore Ciudad de León acompañada del Javier Emperador, del Centro de Cultura Tradicional de León, Centro Folklore Leonés, y de Cristina Díez, de la Asociación Cultural Toros y Guirrios de Velilla de la Reina. Torres ha señalado que el objetivo de este encuentro etnográfico es recuperar las tradiciones de las tierras leonesas.
La concejala de Cultura ha destacado la apuesta del Ayuntamiento de León por la cultura tradicional leonesa, con la organización de eventos de este tipo; un certamen que en ediciones anteriores ha registrado un éxito de asistencia. Torres ha añadido que es la oportunidad para “visualizar un espectáculo de color y tradición”, del pasado de la cultura leonesa.
Por su parte, Javier Emperador ha destacado que este encuentro también persigue ser una jornada de interrelación entre las gentes interesadas en la etnografía leonesa y ha resaltado el esfuerzo de las poblaciones participantes, en este caso Velilla de la Reina.
En esta edición, el escenario del Auditorio concentrará la celebración del Antruejo de Velilla ambientado en los años 40-50 del siglo pasado, con la puesta en escena de los rituales propios de este carnaval y de los antruejos, entre ellos los toros y guirrios. Emperador también ha hecho hincapié en que este certamen pretende, además, velar por la autenticidad también de la indumentaria.
El acceso es gratuito hasta que se complete el aforo. Las invitaciones, cuatro por personas, pueden retirarse en las taquillas del Auditorio el 30 de diciembre, dos horas antes del evento.
El Antruejo de Velilla de la Reina
El sentido o significado del Antruejo de Velilla transciende del ámbito meramente folklórico y para un intento de interpretación acaso haya que remontarse a tiempos prerromanos e incluso épocas más prehistóricas: ritos mágicos de culto, caza y fertilidad que en su mayoría fueron rechazados como paganos cuando el cristianismo cobró el protagonismo de la historia; sólo algunos de ellos que, estando tan arraigados en la cultura de los pueblos, resulto imposible desterrarlos. Se produjo entonces una adaptación del ritual cristiano al hecho pagano.
Hoy el Antruejo de Velilla conserva muchos de estos valores propios del mundo primitivo: ritos de fertilidad de la tierra y de la mujer en actos como ‘la conducción del arado y la siembra de cernada’ o en los pases que el ‘guirrio’ efectúa a las mozas por encima de las astas del toro, culto al animal en la simulación de ‘los toros’, culto al fuego expresado en la gran hoguera que los mozos, en deseo de purificación, han de saltar y entorno a la cual se desarrolla el cante y el baile hasta altas horas de la noche. Sin embargo, de estos ritos y creencias que han subsistido hasta nuestros días, unos se han convertido en símbolos y otros se han reducido a juegos; lo que podían tener de pagano queda muy diluido y dejan de ofrecer interés para el sector de la sociedad que más los había conservado.
Cuenta también este Antruejo con personajes de gran arcaísmo y profunda significación: ‘guirrios’, ‘zamarones’, ‘vejigueros’, ‘la máscara’, ‘la gomia’, ‘el oso’, ‘la mula’, etc. Dispone asimismo de los elementos más comunes del carnaval rural tradicional: ‘antruejos’, representaciones agrícolas, parodias religiosas y todo ese espíritu bullarguero que encierran actos como ‘la cachiporrada’, ‘el encisnao’, ‘la cencerrada’, ‘el testamento del burro’ y las comedias o discursos en las que el glosador local expresa, con gracia e ingenio, los más recientes acontecimientos del pueblo, contados de forma tal que la risa y el regocijo de la concurrencia brotan espontánea y estrepitosamente; y en general, un sinfín de bromas sencillas que sólo se entienden en una sociedad rural menos consumista y en una época en la que los medios de comunicación no habían penetrado tan masivamente.
A todo esto, hay a añadir el baile popular de jotas, ‘brincaos’, ‘titos’, ‘el agarrao’, etc., con pandereta más antiguamente y luego con dulzaina y tamboril; y como no, el traje regional, porque el manteo y el pañuelo del ramo visten los días grandes de fiesta.
Así pues, en el Antruejo rural se sintetizan y aúnan infinidad de elementos: la herencia de rancias tradiciones asociadas al ritual cristiano, enriquecidas por personajes y costumbres ancestrales y empapada de ‘lo popular’ ha formado un todo unitario incapaz de distinguir ni el orden cronológico, ni siquiera el sentido que dio origen al carácter lúdico con que hoy se celebra. No se trata solamente de supervivencias a las que haya que buscar un fondo único y común, sino que también han tenido mucho que ver las intenciones de los grupos sociales por los que ha pasado a lo largo de la historia y como no, la monotonía en el tiempo y en el espacio.