-Calma, lo estás haciendo muy bien. Para ser tu primera clase práctica está casi perfecta. Entiendo que estés nervioso, pero eso no ayuda. Al volante debes ir con mucha atención y responsabilidad. Van en juego tu vida y la de los demás, por eso conducir nervioso no ayuda.
En una de las calles por donde transcurría el circuito de las clases prácticas de la autoescuela, mientras estaban esperando a que el semáforo se pusiese verde, a su derecha estaba situado otro vehículo en el que viajaban cuatro personas. El copiloto bajó la ventanilla y soltó: -¡Eh tú, el extranjero, a conducir a tu país! En ese momento se abrió el semáforo y el vehículo de al lado salió como una exhalación.
El profesor que iba al lado de Khaled comentó: -¿Cómo conducís? Así os conducís. Ves Khaled, en la conducción va implícita la educación. Gentuza como los del coche que acaba de arrancar de esa manera, seguramente a lo largo de su vida, tendrán y provocarán algún accidente. Por eso al volante hay que ir con los cinco sentidos y tranquilo, la vida se puede perder en un minuto, y entonces ya no te hará falta llegar a ningún sitio. ¿Entiendes lo que te quiero decir?
Khaled asintió. – Creo que además de ir atendiendo a mi propia conducción, tampoco estará nada mal que observe a los demás conductores.
-Si señor, eso estará bien. Es una pena pero si no hay educación, se resiente la conducción. -¡Anda es un buen eslogan! Dijo Khaled.
Mordida existencial: Es triste ver como algunos conductores se toman la carretera para ellos solos, o hacen conducción temeraria, poniendo en riesgo la vida de los demás y la suya propia.
¿Cómo conducís? Así os conducís. Hay bastante verdad en la pregunta y en la afirmación. Teniendo en cuenta que la mayoría de los accidentes mortales o que dejan secuelas muy graves, son por causas humanas, deberíamos coger el volante con mucha más responsabilidad.
Cierto es que a cualquiera nos puede suceder lo imprevisto, que en cualquier segundo mientras vamos al volante o en un vehículo, la muerte se nos puede aparecer de sopetón. Por eso, cuando tenemos un volante entre las manos, pensemos que es nuestra propia vida y la de los nuestros las que tenemos entre ellas.
Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo