En primer lugar, producir 254 millones de productos para el cuidado del cabello y venderlos a 52 países es compatible con desarrollar una actividad industrial respetuosa con el medio ambiente, sin apenas gasto de agua, utilizando energías renovables y con cero emisiones de CO2. Así lo hace desde 2015 la fábrica de L’Oréal ubicada en Burgos, donde trabajan cerca de 500 empleados.
Desde el polígono de Villalonquéjar, donde ocupan 189.000 metros cuadrados, se fabrican casi 5.000 referencias de productos capilares que la multinacional de belleza francesa distribuye a sus filiales en 52 países de todo el mundo -menos del 10% se queda en España-.
El director de la planta, Benoit Mocquant, es un ferviente defensor de la sostenibilidad medioambiental y no concibe el futuro sin reducir la huella ecológica de la actividad humana e industrial. Así lo transmite mientras explica la organización y funcionamiento de la planta, creada en 1971 y referente a nivel mundial de la industria 4.0.
Entre tintes, champús, acondicionadores y demás productos capilares de uso profesional, allí se produce por ejemplo la marca House 99 lanzada por el exfutbolista David Beckham o Source Essentielle, cuyos productos están formulados con ingredientes de origen vegetal y los envases se rellenan en los centros de belleza para reducir el consumo de plástico.
Fábrica 4.0
Antes de comenzar el recorrido por la fábrica, Mocquant invita a la prensa a realizar el calentamiento que todos los días realizan “todos los empleados, de todos los turnos y secciones”. “Así somos más productivos”, asegura el directivo francés.
Es complicado perderse en una planta tan señalizada, o cruzar un pasillo sin querer -con riesgo de atropello por parte de unos de sus siete ‘robots-carretillas’-, ya que todos los caminos están delimitados por barandillas.
Las barandillas a las que todos los empleados se agarran para evitar un tropezón o caída. “Agárrese a la barandilla”, reza la pegatina amarilla que hay en la de las escaleras de entrada a la planta.
La fábrica es un ejemplo de transformación digital en la industria. La llamada cuarta revolución industrial tiene un referente en Burgos, donde L’Oréal cuenta con una de sus cinco mejores plantas (tiene 41 en total).
Sus 500 empleados (el 85% son fijos y el 30% son mujeres) cuentan con la ayuda de unos 400 robots y cinco ‘cobots’ o robots colaborativos, a los que han bautizado por consenso con nombres de pila y se “pueden programar desde el móvil”, y realizan tareas repetitivas como por ejemplo abrir cajas y doblar cartón.
A este equipo se suman los siete ‘robots-carretilla’ que son vehículos sin conductor que se encargan de gestionar el almacén. Toda esta plantilla trabaja 24 horas al día y 7 días a la semana de enero a abril. El resto del año, de lunes a viernes.
Operador de calidad
Durante la visita sorprende cómo la tecnología ha desplazado a los técnicos y operadores a puestos cualificados. “Hoy el operador es de calidad, se sitúa en el centro de la línea de producción desde donde, sin moverse, la controla de un vistazo”.
Gracias a los 50 millones de euros invertidos en los últimos cinco años, a los que se suman los 13 de 2018 y los 10 previstos para 2019, ahora son capaces de gestionar la producción en tiempo real e incluso anticiparse a posibles problemas y solucionarlos.
Cada una de las 44 líneas tienen capacidad para producir entre 20 y 150 unidades por minuto, aunque se busca una balance para lograr el número óptimo -entorno a 70- que ni la atasque ni la infrautilice.
Desde que llega a fábrica la materia prima hasta que se ubica el producto terminado en la central de distribución cada producto pasa hasta cien controles de calidad.
La integración de la tecnología tiene como objetivo “automatizar procesos repetitivos que nos permiten concentrar el talento en otros campos”, mejorar la eficiencia y reducir el impacto medioambiental a cero emisiones de CO2, gracias a la central de biomasa -que funciona con madera obtenida de la limpieza de bosques de Castilla y León y genera electricidad y agua caliente- y a su sistema de depuración y reutilización de agua -solo se usa agua corriente para los productos y para consumo humano-, que le ha dado el calificativo de ‘fábrica seca’ a la planta de Burgos y que la sitúa como referente mundial dentro del Grupo L’Oréal.
¿Por qué en Burgos?
La industria ocupa la mitad del suelo urbano de la provincia de Burgos, donde apenas hay un 10% de paro (en España la tasa es del 14,9%) y el 21% de la población trabaja en este sector, que genera 16.500 empleos. L’Oréal sigue una política de localización de la producción para beneficiar a la economía local.
A nivel social, la fábrica desarrolla diversos programas que buscan potenciar la conciliación, como el ‘Día sin cole’ en el que los empleados pueden ir al trabajo con sus hijos en días laborables no lectivos; la realización de voluntariados; la Escuela de Excelencia Industrial, que busca personas en riesgo de exclusión social para formarlas por trabajadores voluntarios y mejorar así su empleabilidad; o el ‘STEM Talent Girl’, un proyecto para detectar talento femenino y en el que 15 mentoras trabajan con 30 niñas de Burgos y les acompañan en su desarrollo académico. Todas estas iniciativas son los “pilares” de la fábrica para Mocquant.
Fuente: 20minutos / LOLITA BELENGUER,
Artículo de referencia: https://www.20minutos.es/noticia/3497176/0/visita-fabrica-loreal-burgos-industria40-cuarta-revolucion-industrial-ejemplo/,