Parece que, por lo visto, vivimos aquí y sucede que, una vez que lo constatamos asido a nuestro hecho vital, tenemos que saber (¿o es indagar?), a ser posible entre todos (desde el uno más otro), de lo de aquí, donde acontece que, a veces casual o no casualmente, se traduce por esa expresión de “lo nuestro” y (con) esa acepción, que parece próxima y familiarmente tan cercana, al querer explicarla, cuando se puede hacerlo, que no es casi siempre, dice cosas que: orlan, enriquecen, valoran, muestran  y potencian, en parecer y entender sobremanera, la locución manifestativa, que ya (y como latiguillo) utilizamos, de  “lo nuestro”, incluso hasta, llegado el caso, aclara porqué, lo que se comenta/dice/expone, resulta que, en veracidad y plenitud, es eso: “lo nuestro”, llegando versátilmente, por varios y convergentes caminos, en su recto hacer procedimental, en todo lo que nos sea ampliamente posible e instrumentalmente alcanzable, a la raíz originaria de “lo nuestro” en todas y cada una de  las cosas de cualesquier hecho factible y empático.

Decir que el Siglo XV es una vivencia integral derivada del Siglo XIV, y así como de los anteriores, es aplicable también a otros espacios temporales que manejamos, pero aun así, lo mantenemos en atención a peculiaridades, señas y signos que, desde nuestro libre criterio,  le son propias y asignables de nuestros entornos (¿convivenciales e interaccionales?) más próximos, como de otros que pudieran ser estimados, y en principio,  no tan próximos.

Villalpando en el año 1466 es una población importante  , procedente de un anterior tiempo también importante ( viene de tener diez parroquias, dos conventos y varias ermitas en el Siglo XII y contó, ya en el Siglo XIV, con cinco hospitales), pero es, y con todo rigor y merecimiento, una  población más (con voto en Cortes hasta que en el siglo XIV  lo perdió, como pasó a otras ciudades de la Corona Leonesa), ubicada en la Diócesis de León (cuyo Obispo es Antonio Jacobo de Véneris ( que fue un eclesiástico italiano, obispo de Siracusa, de León y de Cuenca, nuncio papal ante la corte de Enrique IV de León y embajador de éste en Roma}. y como tal sujeta a la obediencia  religiosa y las directrices emanadas de su Obispo, asidas a las disposiciones jerarquizadas que, desde Roma, emitía el Papa Pablo II. Ello también sucedía en los pueblos que, alrededor de Villalpando, tanto pertenecientes {en el caso de Quintanilla del Monte, Cotanes del Monte, Villamayor de Campos, Tapioles, Villar de Fallaves, Villárdiga, Prado, Quintanilla del Olmo, San Martín de Valderaduey, Villanueva del Campo, Cerecinos de Campos} a la Diócesis de León como {y en el caso de Cañizo } a la Diócesis de Zamora (cuyo obispo era Rodrigo Sánchez de Arévalo}, desarrollaban su cotidiana acción diaria, similar a la de otros lugares rurales, en la realidad de sus actividades agrícolas y ganaderas de la época.

Esto dicho así, como de pasada, parece que no es decir  mucho y, sin embargo, y en  nuestro criterio, añade información que es relevante al caso, ya que ubica, al completo, toda la vida de Villalpando y su Tierra (léase, si se puede, la vida de la leonesa, en una parte, Comarca Natural de la Tierra de Campos Góticos) , dentro de la escenografía referencial hispánica, y hasta europea, de la Corona Leonesa del Siglo XV, donde su soberano, es el Rey leonés Enrique  IV.

El abigarrado momento del reinado del Rey Enrique IV de León es harto complicado. Tenemos aquí (en  cita  de E. Aganto), que: “En  una  escueta  valoración  crítica  del  reinado  de  Enrique  IV  hay  que  subrayar  en  su  disculpa  que  su  subida  al trono  estuvo  afectada  por  tres  grandes  problemas”, que desglosados serian:                                                         

“1º)  el  de  su propia   y   controvertida   personalidad,   claramente influenciada  por  su  enfermedad se indica que padecía ( que según G. Marañón sería una displasia eunucoide, que fue discutida por Daniel Eisenberg, W.J.  Irvine  y  A.Mackay además de A. Sánchez Prieto);                                                                                                    2º) el  de  una  nobleza politizada  que  no  quería  perder  sus  privilegios (disputas entre casas nobiliarias. Según M.J. García Vera, tenemos que: ”durante el siglo XV la alta nobleza luchó más que en ningún otro período de su historia por conservar sus privilegios,  aumentar  su  poder  y  riqueza  y  conservar  un  papel  predominante  en  la vida  política  que  le  permitiese  intervenir  en  el  gobierno  del  reino);                                                                                                                                                     . 3º) y  a  la intervención  de  determinados  personajes  no  afectos  al  Rey (incluso de su propia familia y rama dinástica) y  a  la  Monarquía,  que  jugaron  un  papel  decisivo  en  el devenir  de  los  acontecimientos”.

En el reinado en partes de Enrique IV de León , durante los  veinte  años del mismo,  se asume (por Maganto pavón.) que  “”, temporalmente casi iguales,  “que,  aproximadamente, duran  diez  años  cada  uno.”  “En  el  primero (estimando desde 1454-1464),  la  monarquía  se mantiene  firme  y  su  autoridad  es  indiscutida  y  acatada,  en el  segundo (estimado de 1464-1474)  los  acontecimientos  se  precipitan  y  la  realeza, representada  en  su  persona,  llega  a  una  postración  casi única  en  la  historia  de  España.”.

Obviamente  la incidencia sobre el espacio enmarcado por los trece pueblos de Villalpando y su Tierra (-.-Villalpando, Cañizo, Quintanilla del Monte, Cotanes del Monte, Villamayor de Campos, Tapioles, Villar de Fallaves, Villárdiga, Prado, Quintanilla del Olmo, San Martín de Valderaduey, Villanueva del Campo, Cerecinos de Campos -.-), tiene que ser diferente, aunque de forma hilada la segunda derive de la primera.

  Se destaca del primer periodo [hacemos seguimiento de González Nieto (D. José)] una cierta continuidad del tiempo sobrevenido de Juan II de León, ya que en él: 1º) hubo  paz  interior(normalidad por tanto en Villalpando y su Tierra);  2º) eficaz  movilización  de  sus  súbditos  para reanudar  la  guerra  con  Granada (la olvidada acción semiocultada a la posteridad)); 3º) aumento  de  su  prestigio y  poder  personal  dentro  y  fuera  de  sus  fronteras ( acciones en Navarra Aragón y Cataluña), añadiéndose un 4º) se  reconquistó  Gibraltar(el 20-8-1462); 5º) ejecutividad cabecera de la Casa de Trastámara [sacudirse la tutela/regencia de su tío Fernando I de Aragón y, después de sus tíos Alfonso V de Aragón y Juan II de Navarra(después también de Aragón)] .

En el segundo periodo del reinado de Enrique IV de León  se producen  las acciones de “los nobles desafectos” al soberano leonés y al tratar de explicar sus acciones  se pueden barajar varios caminos: 1º)  buscarán así  su  identidad como bloque (lobby medieval) de poder, 2º) se fabrican un corpus justificativo de irrupción ( o sea, ideologizan su actividad opositora) ; 3º) propenden a  un  sistema y/o gobierno de pacto previo (“basado  en  el  ejercicio  plural  de  la  autoridad”), 4º)  instan al equilibrio de la gestión pública (“ la soberanía compartida o monarquía mixta”), 5º) esbozan “el esllabón entre la Curia Regia y el tercio de las Cortes” -.-representado en la nobleza-.- (“para ellos la autoridad recaía en el cuerpo  político  del  reino,  donde  la  aristocracia  tenía  un  lugar  preeminente  y decisivo”).6º) son opuestos a la concentración del poder en el soberano (“El  absolutismo  al  que  se  dirigía  la  monarquía …no cuadraba con su idea de la monarquía mixta”).

En el conflicto buscado entre la monarquía y la  nobleza (no antimonárquica) del segundo periodo del reinado de Enrique IV de León se esconde, y no disimuladamente, una atemperación de los poderes reales, pero también la visualización de un cambio que va de lo rural a lo urbano, donde los papeles sociales ( y por ende también los políticos) a seguir por mundos como el de “Villalpando y su Tierra” podrían verse afectado. Tras plantearse la cuestión sucesoria de Enrique IV de León, en la desafección real hacia su propia hija, por su hermanastro Alfonso XII de León, se  escondía, en un parecer,  la  reforma  de  la  monarquía,  auténtico  fin ( un fin que pudiera ser intermedio)  de  los  que  impulsaron  el movimiento, que no ocultaban sus deseos (intereses y apetencias, que les generaban las consiguientes plusvalías) de intervenir en el gobierno dando lugar a una monarquía, de nuevo cuño y modelo, con mayor protagonismos e intervención de los grandes nobles. En tal proyecto, más bien materialista, o parece anidar, ni se le espera, otras facetas del ser humano de orden interior o religioso.

La aparición  de las banderías entre la nobleza esta, toda ella, conducente al mismo fin y termino, el medro del poder integral (social, económico y político) sea por el control de las Cortes o por el favor real. El hecho, sintomático hecho, de que la nobleza no buscaba, e ningún momento, eliminar la monarquía, sino provocar de forma mediata, el participar en el poder, estar con el poder y formar parte cualitativa y cuantitativa del mismo, lo cual se  aprecia  más  claramente  en  la consideración del  caso  de  los  bandos nobiliarios,  pues  cada  facción  se posicionó exteriorizándolo de manera distinta, tanto los de a favor de Enrique IV de León como los de en contra de él (a esperas de que alguna nueva información aduzca vasos comunicantes entre ellos) , pero con la premisa fija en el objetivo  común  de  conseguir, que no era otro (¿cuál otro imaginar cabe?) que el poder, y alcanzar con ello:

1º) una  mayor  preeminencia  política (frenando su descenso y, a la vez, decaimiento ),                                                                                                                                   2º) una participación  directa en  el  gobierno  del  reino (junto  con  una, no ocultada,  ambición  de  medro  en  el plano individual y grupal (de casi todo el colectivo de la nobleza), para sus respectivos linajes y dependientes).                                                                                                                                . 3º) mayor capacidad política ( al aumentar sus niveles de información y su ejercicio directo del control del poder ejecutivo);                                                                                                                                         . 4º) el mantenimiento del status social ( frente a otros grupos como las ciudades o la jerarquía eclesiastica)

Este soberano (Rey) leonés y los habitantes de sus amplios dominios geográficos-.- en esa amplitud espacial de toda la Corona Leonesa con Extremadura, Reino Leonés, Galicia y Asturias-.-, deriva de un pasado próximo un tanto peculiar y bastante  complicado, que viene de lejos, donde, desde el año 1412, su tío/abuelo Fernando {conocido como “el de Antequera”), juega un papel clave y central (siendo regente en su minoría de edad junto a su madre ), ya que, con y en la misma familia {una rama de la Casa de Borgoña conocida como la de “los del río Tambre’) en el noroeste de Galicia]}, tenemos todo “el espacio de soberanía hispánico”, con el peculiar trino de: los Reinos adosados de Aragón y Valencia con el Condado de Cataluña  ,  y donde así mismo, claro está, transcurre la vida diaria de “Villalpando y su Tierra” (con los trece pueblos de la misma) .

El momento de “los trece pueblos terracampinos “está ubicado en 1466, un tanto después, no muy lejano-.-estamos en tiempos de las postrimerías de la edad media -.-, del inicio del “cisma de occidente” (1378-1417), que puso, sabido es, en un “punto de nieve” la gobernabilidad de la iglesia, con aquello de la vigencia de tres PAPAS a la vez {Benedicto XIII, Gregorio XII y Juan XXIII}, concluido con una fallida renuncia   “in extremis” y la subsiguiente elección de un nuevo Papa {que sería  Martín V}, y ello viene unido a las secuelas  de los Concilios de: Pisa (1409, donde asistió el que después sería nombrado Obispo de Zamora, Rodrigo Sánchez de Arévalo), Constanza (1414) y el de Basilea (1431) .

La casi olvida guerra, del Rey de León Enrique IV, de apoyo a las facciones sucesorias  de Granada (en 1431 a escasos 35 años de los actos de Villalpando y su Tierra ),  que  fueron instigadas, según algunos relatores, por el propio soberano leonés, tan de consecuencias futuras, estaría también en un ambiente de formación de opiniones que, en esos postreros momentos medievales,  tardaba mucho en producirse por la lentitud de las comunicaciones, así como por el manejo intersocial en la alta edad media, de la información.

Enrique IV de León tendría, con sus acciones de gobierno, sometidos a todos  sus súbditos en todos su dominios, con alguna posible percepción en la población (por las requisas y/o levas de sus ejércitos), a fuertes tensiones sociales emocionales,  al estar implicado en recientes conflictos,  que le ha llevado a plantear diversos frentes de actuación (tanto políticos como bélicos), inmiscuyéndose  con  intervenciones bélicas en Navarra (apoyando a su cuñado Carlos de Viana -.fallecido, a los 40 años de edad, el 23-9-1461-.-, contra su suegro (y tío) Juan II de Navarra) y otras partes y que, con motivo de sus enfrentamientos con su tío, en las disputas de este, internas en la Corona  Navarra, en principio , y posteriormente , después del fallecimiento de su otro tío Alfonso V de Aragón, de la Aragonesa.  

De resulta de esta general conflictividad a que se ve sometida  tanto la Corona Leonesa como los otros dominios de Enrique IV de León,  acontece que, al este de la península Ibérica, con el condado de Cataluña,  da como estruendosa noticia que, la “Generalitad catalana”, en el 11-8-1462 , le ha nombrado-.- y fíjense lo que ha llovido estos dos años de 2016 y 2017 sobre la región española de Cataluña-.-, nada más, y también nada menos, que directo heredero (herencia que es aceptada por Enrique IV de León el 13-11-1462).[ En 1462 se produce el levantamiento de “los payeses de remensa” y con él la Guerra Civil Catalana que durara hasta 1472].

Sin dejar en el olvido que ya el papa Nicolás V, a petición real de Enrique IV de León, corroboró la sentencia de anulación matrimonial (2-5-1453) con Blanca de  Navarra ( fallecida el 2-12-1464, tras posible envenenamiento que se atribuye a su hermana Leonor-futura Reina de Navarra), en diciembre del  año, en la bula Romanus Pontifex y proporcionó la dispensa pontificia para el nuevo matrimonio del rey leonés con, en busca de otra alianza estratégica, de la hermana del rey portugués.

Debemos tener en cuenta, muy en cuenta, que  “la peste negra”(peste bubónica o muerte negra), que está referida a la pandemia de peste más devastadora  que se conoce en la historia de la humanidad, y  que afectó a Europa en el siglo XIV y que alcanzó en su desarrollo un punto máximo entre los años de 1346 y 1361, matando a un tercio de la población continental europea (se citan 34 millones de fallecidos), pero  tuvo, parece ser sus réplicas posteriores en los años de 1381, 1383, 1384, 1386 y 1411, con lo que su incidencia múltiple tuvo que afectar a los terracampinos de Villalpando y su Tierra { la repetición de oleadas de mortandad afectaron a los reinos hispánicos en la segunda mitad del Siglo XIV y en la primera mitad del Siglo XV}, tanto para lo relativo a su salud, como a su economía y de lleno en la productividad de la Comarca natural de la tierra de Campos Góticos [Se citan los siguientes factores en algunas fuentes: 1º) retroceso demográfico; 2º) el abandono de las tierras de producción (emigración a las ciudades), 3º) descalabro demográfico de las zonas rurales 4º) la fuerte disminución de las rentas agrarias, 5º) la caída de los precios agrícolas] .

Ya las Cortes de 1351, obligaron a la monarquía a: 1º) fijar el precio de los jornales de los trabajadores del campo y 2º) los salarios de los menesterales. Se podría indicar que, a través del impacto brutal y trágico de la peste negra, se acarrea lo que es un anuncio ya de la Edad Moderna, con: a) el descenso del peso del sector rural, b) el significativo aumento de la importancia de las ciudades, c) incluso el cotejo de los sistemas de valoración de la actividad de la mano de obra.

Todo ello provocó, en situación encadenada con: A) la fuerte disminución de las rentas señoriales, B) la petición, como recurso, al monarca de exenciones impositivas y/o tributarias y C) el establecimiento de nuevas formas agrarias y ganaderas (que han pervivido en el tiempo casi hasta la actualidad).Todo ello corría parejo con  la imposibilidad material, en el medio de la burguesía urbana, de atender el pago de los débitos, préstamos y otras colaciones (aquí el papel de los prestamistas judíos u otros fue muy importante).

El ambiente general que se podía encontrar, de unas partes a otras de Hispania y hasta, con cierta similitud, del resto de Europa, podría ser muy parejo y la Tierra de Campos Góticos en la Corona Leonesa, no tendría, en principio, que ser una excepción de tal generalidad y por ello conlleva en si las penurias generales y asumirlas con las ya propias

Además es necesario tener en cuenta que, tanto en la Tierra de ampos Góticos como en otras comarcas naturales leonesas, las bajas ocasionadas por la pandemia, podrían haberse cebado con aquellas profesiones que mayor probabilidad tuvieran de  tener contacto con los enfermos, o sea que, hubiese sido, en algún modo o manera, selectiva hacia: médicos, religiosos, administrativos, notarios, comerciantes, feriantes, ambulantes, etc., así como para peregrinos y judíos a los que, por aquellos que ignoraban las causas del mal, se les acusaba de propagadores del mal y , en un clima de intolerancia, se les perseguía, casi fanáticamente, causando entre ellos  quebrantos y muertes.  

Durante casi siglo y medio la peste negra y sus secuelas fueron una losa integral para el desarrollo social a nivel del Siglo XV, más o menos libre,  de los pueblos hispánicos. Villalpando y su Tierra sufren de forma pareja todas las consecuencias de la misma.

Tales procesos antedichos se aumentan sobremanera, y con ello se hace más grave la situación integral (social, económica y política) de todas las comarcas , tanto en los dominios leoneses {Extremadura+Reino Leonés+Galicia+Asturias}, en sus allegados {Reinos de Córdoba, Jaén y Sevilla}, adlátere del Reino de Toledo  y como también, y al igual, fuera de estos,  con el desarrollo de la III Guerra Civil en la Corona  Leonesa {siendo la I´GCCL la establecida entre Alfonso X de León y su hijo Sancho IV de León, la II´GCCL la protagonizan Pedro I de León y Enrique II de León} ,que tiene por líderes a los hermanos Enrique IV de León y Alfonso XII de León (designado heredero el 30-11-1464,tras el 25-10-1464, en “Las Vistas de Cigales”,cuando  la nobleza y el monarca se ponen de acuerdo y Enrique IV de León acepta que el Infante leonés Alfonso sea heredero, tras aquel “Manifiesto de Burgos” 28-9-1464 ).

Esta III´GCCL tiene lugar entre el 5-6-1464 y el  5-7-1468 y se acompaña del hecho práctico de la defenestración (La llamada “Farsa de Ávila” 5-6-1465) del hermano de Alfonso XII de León, el rey Enrique IV de León {que ya el 31-5-1444 reactivo su dominio sobre el espacio de 21 pueblos del Principado de Asturias, y que el 9-5-1462 significo con él hacia su hija la Infanta Leonesa Juana (que permaneció en custodia de la nobleza de 1475 a 1470).} por La Liga Nobiliaria de Alcalá de Henares (el 16-5-1464) donde, de forma trascendente, significativa e importante, figuraba el Rey Juan II de Navarra (pariente del soberano leonés por ser también de la propia Casa de los Trastámara), declarado adversario del Rey Enrique IV de León.

El perdón real fue así un elemento clave en este  conflicto,  siendo  un  perdón  general  a  los  nobles  sublevados  lo  que  el  rey ofreció  al  principio  para  evitar  el  conflicto,  dando  lugar  el  rechazo  del  perdón general de Toro de 1465 a la guerra abierta, del mismo modo que fueron los que señalan  el  final  de  la  contienda,  con  los  perdones  otorgados  entre  junio  y septiembre de 1468

No es de extrañar que las gentes sencillas, de Villalpando y su Tierra, de toda la Comarca Natural de la Tierra de Campos Góticos y del resto de las poblaciones de todas las Comarcas Naturales del medio rural de toda la Corona Leonesa, estuvieran temerosas por los avatares de la III´GCCL y que trataran, en su lógica, natural y humana protección, de acogerse y asirse, para estar a salvaguardia,  a algo estable y también seguro, buscando amparo y refugio, tanto espiritual como físico, para sí  mismos y para todos los suyos, dentro del espacio de su domino geográfico convivencial ambiental (natural, social, cultural,  económico y político) .

Parece que, -.- y situemos en ese espacio geográfico, posiblemente interaccionante, los trece pueblos terracampinos de Villalpando, Cañizo, Quintanilla del Monte, Cotanes del Monte, Villamayor de Campos, Tapioles, Villar de Fallaves, Villárdiga, Prado, Quintanilla del Olmo, San Martín de Valderaduey, Villanueva del Campo, Cerecinos de Campos -.-, “viniendo de la prosperidad cenobítica de principios del siglo XIII (según J . A. ‘García de Cortázar), el monaquismo (en la opinión de Fr. J. Pérez de Urbel), como expresión de vida religiosa, ya había alcanzado su grado más alto de esplendor, lo mismo en lo que se refiere a la observancia que en lo tocante a la influencia social”. Y además, y a mayores, se añade que: “Esta prosperidad… se extiende hasta los días de Alfonso el Sabio”. Y sigue: “Después, durante más de dos siglos, nos da la sensación de vivir del pasado, al cual se adhiere con tenacidad, aunque a causa de la rudo de los tiempos le es imposible conservarlo intacto». Estamos en La Tierra de Campos Gótica, donde un amplio espacio es ocupado por gentes, antepasados nuestros, pobladores de las encuadres de población de  “Villalpando y su Tierra” dentro de la hispánica Corona Leonesa.

 Cotejando otras fuentes, de espacios no tan lejanos, encontramos que de forma similar concluye J. Mattoso para el benedictinismo portugués. La situación reflejada por presente siglo, dom U. Berlière, quien sentenciaba en 1927: «Jamais le monde monastique n’a été dans son ensemble aussi profondément atteint par la conception matérialiste de la vie et par l’abssence d’idéal qu’aux XIIIe et XIVe siecles» Tenemos (recogido por F. Javier Peña Pérez) que Los desastres que jalonan la existencia de los benedictinos negros españoles durante los siglos XIII y XIV se manifiestan  (en palabras de A. Linage Conde), en los siguientes aspectos: «La ofensiva real contra los abolengos de resabio feudal y la episcopal contra la jurisdicción canónica exenta de los monasterios, el acaparamiento por las familias nobles de los abadiatos o su tranquilo despojo de sus tierras, la encomienda, la división de las rentas entre el abad y la comunidad -y, de la parte de éstas, entre los distintos oficiales- y los gastos de los continuados pleitos». Todo ello da una opción de cambio, de amplio cambio, en el mundo religioso  hacia el final de la Edad Media que también incide en la Corona Leonesa- la Comarca Tierra de Campos Góticos-Villalpando y su Tierra con sus trece pueblos.

Aquel ambiente general de los benedictinos cedió, y la referencias  apuntan: “descenso de vocaciones -dejan de ser imitados-, vacío social -dejan de ser admirados-, y olvidos y agresiones de reyes, obispos y poderosos -dejan de ser útiles-.”, y lo sitúan “en el abandono del carro de la historia por parte de los propios benedictinos”.

Parece, tal vez en un decir, que se avanza (¿?), desde el plástico,¡ y real!, cuadro/telón/imagen del esquema/fondo/constructor, perceptible y visible, de la marginación y/u ocultamiento del monaquismo.  Y ello da su influjo en toda la Corona Leonesa, sin obviar, claro está, que a pesar de tal postración ambiental del monaquismo, este siguió, que no es poco, con: ” la persistencia de la protección y tutela papal hacia los centros monásticos benedictinos en todo momento”.

La religiosidad popular es (¿acaso exclusiva?), en cierta forma, del momento del Siglo XIII  viene, así parece, de la mano con la creación de las órdenes mendicantes, que suponen, en algunas de las fuentes consultadas, el cambio religioso integral (interior y exterior). Ya que, en conjunto: “Sumaron y sintetizaron la reforma canónica y la nueva espiritualidad laica». Desde ese hacer inicial de los Trinitarios (Siglo XII, 28-1-1193 y reforma de 1417) y el empuje de los Franciscanos [Siglo XII, –1209, con presencia de San Francisco de Asís en la Corona Leonesa en 1214, y posible encuentro con el Rey Alfonso IX de León (nacido en Zamora el 15-8-1171) en Ciudad Rodrigo, y reforma de 1415] y Dominicos (Siglo XII, inicio del 25-5-1214 y secuencia del 22-12-1226) y en aquella ayuda que, al comienzo les dio, en toda la Corona Leonesa,  el Rey Fernando III de León [nacido el 5-8-1199 en el Monasterio de Santa María de Bellofonte de Valparaiso (Zamora), promovido por el religioso zamorano San Martín Cid] .

Las gentes de “Villalpando y su Tierra” estarían, en un suponer en el compás religioso del momento del Siglo XV,  del año 1466, y pudiera ser que ubicados en la dinámica general donde: “Los laicos encuentran en los frailes, más que un modelo digno de admiración”, que también pudiera ser, una vía procedimental de actuar o sea: “un instrumento adecuado para desarrollar su propia espiritualidad”. Y en eso de tomar, en un suponer, el camino de nuevas vías procedimentales  podría instalarse las verdades profundas de a religiosidad cristiana, por eso se apunta: ” y es en esta parcela donde los resultados de la acción de franciscanos y dominicos superan, incluso, los límites de lo que, exclusivamente como tal modelo, representan ellos y otros en la historia”.

¿Pueden enlazar , desde la perspectiva de 1466, en Villalpando, Cañizo, Quintanilla del Monte, Cotanes del Monte, Villamayor de Campos, Tapioles, Villar de Fallaves, Villárdiga, Prado, Quintanilla del Olmo, San Martín de Valderaduey, Villanueva del Campo, Cerecinos de Campos, con un acción del laicado de aquellos momentos?

 Según Marc BloCh, existen amplias posibilidades, ya  tenemos que: “Los siglos XIV y XV constituyen, la edad dorada de las pequeñas asociaciones piadosas laicas»»

Las citas siguientes [de G. Rodriguez, en los estudios sobre Los milagros en la religiosidad hispánica (siglos XIII al XVI, con expresión directa a la recopilación de  los monjes jerónimos-.–.- del Monasterio de Guadalupe (en la Extremadura de la Corona Leonesa-.- donde por cierto está enterrado Enrique IV de León y su bisabuelo Alfonso XI de León], señalan que: “Entre los siglos XIII a XVI, la Península Ibérica manifestó una viva presencia del hecho milagroso en la realidad cotidiana”  y de aquí detalla la ubicación que coteja: “  esta presencia se expresó en la religiosidad popular y quedó registrada en las diferentes plasmaciones escritas de lo milagroso, desde las obras de Gonzalo de Berceo, Alfonso X de León y Pero Marín al corpus documental conservado en el Archivo del Real Monasterio de Guadalupe” , y prosigue: “Estos textos permiten tanto percibir las creencias y prácticas religiosas de dichos siglos como establecer posibles vinculaciones con el contexto político, social y cultural”, para más delante incidir en: ” constituyen la elaboración doctrinal de una devoción particular : la intercesión mariana”.

 Estamos ante una información que nos habla por sí misma:” Estos textos permiten tanto percibir las creencias y prácticas religiosas de dichos siglos como establecer posibles vinculaciones con el contexto político, social y cultural”, que puede ayudar  sobre una mayor y mejor conocimiento de la entonces religiosidad popular, pero sobre la cual ya se observan salvables carencias:” Sin embargo, los datos que brindan aparecen velados, incompletos e imprecisos ; ofrecen jirones de la realidad, que, no obstante, puede ser aprehendida y comprendida”, con posibles instrucciones (“los autores del siglo XIII como los  de os siglos XV y XVI , al redactar, implementaron diversas estrategias y prácticas discursivas tendientes a expurgar de los relatos de devotos y peregrinos toda connotación heterodoxa, ajena a la ortodoxia cristiana de la época”), tal vez normales a la época (“Estas diversas prácticas y estrategias eran conocidas en medios eclesiales y monásticos, habituados a buscar nuevas y mejores interpretaciones del material documental mediante la utilización y manipulación de textos bíblicos – tanto canónicos como apócrifos”), que aun así, y no obstante, hicieron camino de apoyo marianista (“pusieron sus saberes y conocimientos al servicio de la construcción de un habitus catholicus, de una manera genuinamente cristiana de ver y comprender el mundo, basada en la devoción mariana”).

El papel, en lo  religioso, de los habitantes de los treces pueblos de “Villalpando y su Tierra” (en 1466 y precedentes) , sería el de unos creyentes laicos, instruidos en el cristianismo por sus parroquias respectivas, donde tal vez la acción instructiva callejera de las ordenes mendicantes, con su utilización del lenguaje vulgar en la explicación, planteando a la descubierta su debate por calles y plazas, su mediata rapidez en la controversia, su valentía expositiva, etc., hace que los laicos asuman, instrumental y activamente, el ambiente de los frailes para moverse (¿avanzar?) en el desarrollo (¿crecimiento?) de su propia espiritualidad. Así tenemos: «Es a partir de (principios del siglo XIII) cuando empieza a resquebrajarse el monopolio cultural y religioso detentado durante siglos por el monacato”, que acontece, pero origina que: “paralelamente se multiplican los grupos de laicos religiosos y «mulieres religiosas» que se esfuerzan por vivir en el mundo con vocación cristiana.”, que se comienza a efectuar y proliferar  fuera del cerrado ámbito monacal.

Tenemos que  «Cualquiera sabe que en el siglo XIV, al menos en las ciudades, debido a la acción propagandística de las órdenes mendicantes, el cristianismo comenzó a transformarse en una religión popular -cosa que había dejado de ser desde hacía siglos-“, esta información puede oportuna y coadyuvante al entorno de Villalpando y su Tierra, es más se añade (por DUBY, G. que: “gracias al sermón en lengua vulgar, al teatro, a las sacre reppresentazioni, al canto de los laudes, se fueron revelando poco a poco al pueblo laico un cierto número de preceptos evangélicos y una imagen de Cristo hasta ese momento inaccesibles»

La presencia franciscana en Hispania viene (tras su fundación en 1209 en la península Itálica), en la memoria histórica, desde la presencia de San Francisco de Asís en su viaje, del año 1214, hacia Santiago de Compostela, con la posterior creación de la “provincia franciscana” en 1217 y su posterior división, en 1233 siguiendo las “normas papales”, en tres partes, de la cuales una tomó el nombre de ”provincia de Santiago” {con extensión a toda la Corona Leonesa más Portugal}. Con tales orientaciones o normas papales los mendicantes franciscanos  activaron:                                      .  1º) sus ámbitos poblacionales (con adecuación y asentamiento en las ciudades);                                              2º) establecieron su régimen interior  ( conformaron  un estado religioso de clérigos);                                 3º) actuaron en la enseñanza (con aperturas de centros, escuelas y “studii”);                                             .  4º) motivaron la creatividad (la vida de Jesús en los espacios públicos) ;                                                                5º) elongaron la sociedad circundante ( actuaron de ligazón entre los rural y lo urbano);                                                 6º) fueron brazo instrumental del Papado (proyectándose directa e interclasistamente sobre la sociedad a todos los niveles.).

Parece que ya en el año 1265, pasados cinco años después de que,  y a propuesta de San Buenaventura, fueran creadas territorialmente , como situación gradual puente, “las custodias” como espacios y/o circunscripciones intermedias entre el convento y la provincia (CONVENTO-CUSTODIA-PROVINCIA) (parece que :”Con el beneplácito de los reyes y de las oligarquías locales, los franciscanos fundaron entonces numerosos conventos dentro de las ciudades y trasladaron a ellas los cenobios rurales que ya existían”), la “provincia de Santiago”,  contaba con 42 conventos reunidos en 7 custodias,  que se dividió a su vez, en el año 1272, en  las “tres naciones» – a saber: Campos, Portugal y Galicia-, (CONVENTO-CUSTODIA-NACIONES-PROVICIA) división que tenía por objeto atajar, poner término y lograr el  fin a los anómalos comportamientos, escándalos y reconducir tensiones que, por su índole, entorpecían, turbaban y deslocalizaban la “vida religiosa” de la provincia».

Estamos en la dinámica de “la mendicante orden de los frailes franciscanos en la Corona Leonesa”, pero se hace necesario  recordar la muy  importante acción presencial de “las clarisas” en la misma [Otras veces, se puede suponer que las dichas discípulas de santa Clara son beatas españolas que quizá van en peregrinación a Roma y a Asís, y allí visitan a sor Clara, de quien aprenden el nuevo modo de vida religiosa contemplativa. Parece que por esos años hubo un movimiento intenso de peregrinaciones de este tipo entre España e Italia], así como a los integrantes, en este nuestro espacio amplio de leoneseidad (Extremadura+Reino Leonés+Galicia+Asturias}, de los miembros de la “orden tercera franciscana” y también, claro está, su directo hacer (o su influencia) en el espacio de Villalpando y su Tierra (  Villalpando, Cañizo, Quintanilla del Monte, Cotanes del Monte, Villamayor de Campos, Tapioles, Villar de Fallaves, Villárdiga, Prado, Quintanilla del Olmo, San Martín de Valderaduey, Villanueva del Campo, Cerecinos de Campos)

No podemos caer en el olvido de que:” a la Concepción Inmaculada se la llamó la opinión franciscana, nombre con que fue designada hasta la definición dogmática” (en cita preciada y precisa de Pascual Rambla, o.f.m.)

Este despertar del laicado, estimulado por los mendicantes, adquiere un grado de desarrollo autónomo y un protagonismo tales que «en el período siguiente al establecimiento de las órdenes mendicantes, desde fines del siglo XIII hasta la Reforma, el área más significativa de desarrollo de la vida religiosa no se encontraba en las órdenes formalmente reconocidas como tales, sino en las diversas manifestaciones de piedad laica en grupo.

Las causas que provocaron el Voto fueron dos: La guerra civil por la corona Leonesa ( y sus otros reinos anejos) entre el rey Enrique IV y el infante D. Alfonso con sus estragos, muertes, robos, incendios y la peste que se le añadió Los cristianos de Villalpando y su Tierra, abrumados por tantas «cuitas e miserias e tribulaciones», decidieron cristianamente «socorrerse» con un Voto a la «gloriosa Virgen María, aquella que sin pecado fue concebida en el vientre de Santa Ana», pidiéndole que «tome en guarda e defensión e amparo a esta Villa e a su Tierra». La villa estaba con el rey D. Enrique y suplicaba que no entraran en ella las tropas del infante D. Alfonso ni entrara la peste cercana.

“El VOTO DE VILLALPANDO Y SU TIERRA” (en la ahora constitucional REGIÓN REINO LEONÉS-.-de la CORONA LEONESA-.- en la ESPAÑA NACIÓN, dentro de la actual provincia leonesa de ZAMORA, en la Comarca Natural de LA TIERRA DE CAMPOS GÓTICOS) es un voto colectivo, primigenio en el mundo, de amplia magnitud social y efectuado, en su acción procedimental, con amplia responsabilidad de todos y cada uno de sus intervinientes, dándole la más alta y cimera significación pública, mayestática y exteriorizante, y  hacerlo en aras, justo es decirlo, de que el mismo fuera conocido (tanto por los próximos como por los lejanos), difundido (hacia toda la cristiandad) y , queremos entender, para que (general y universalmente) fuera asumido por todos los creyentes. Se trato de un acto que, por sí, tiende a trascender.

EL 1-11-1466, dentro del espacio territorial de la DIÓCESIS DE LEÓN, en plena CORONA  LEONESA, aconteció que  trece municipios {doce de la propia DIÓCESIS DE LEÓN y uno de la DIÓCESIS DE ZAMORA}, proclamaron, en acto solemne convocado al efecto,  de carácter público y con presencia activa de los estamentos oficiales ante Notario, la INMACULADA CONCEPCIÓN DE Nª Sª  LA VIRGEN MARIA.

Tal PROCLAMACIÓN  SOCIAL MARIANA del SIGLO XV,  de  estas trece poblaciones, tuvo lugar en el entorno territorial, ubicado mayoritariamente dentro de la  DIOCESIS DE LEÓN, en el  entorno convivencial leonés  de la población de VILLALPANDO y, por ende, de la CORONA LEONESA

Las treces poblaciones leonesas que ejercitaron su acción de compromiso social y cristiano en pro de LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE Nª Sª  LA VIRGEN MARIA fueron:

CAÑIZO, CERECINOS DE CAMPOS, COTANES DEL MONTE, PRADO, QUINTANILLA DEL MONTE, QUINTANILLA DEL OLMO, SAN MARTIN DE VALDERADUEY, TAPIOLES, VILLALPANDO , VILLAMAYOR DE CAMPOS, VILLANUEVA DEL CAMPO, VILLAR DE FALLAVES Y VILLARDIGA.

“El VOTO DE VILLALPANDO Y SU TIERRA” (en la ahora constitucional REGIÓN REINO LEONÉS-.-de la CORONA LEONESA-.- en la ESPAÑA NACIÓN, dentro de la actual provincia leonesa de ZAMORA, en la Comarca Natural de LA TIERRA DE CAMPOS GÓTICOS) es un voto colectivo, primigenio en el mundo, de amplia magnitud social y efectuado, en su acción procedimental, con amplia responsabilidad de todos y cada uno de sus intervinientes, dándole la más alta y cimera significación pública, mayestática y exteriorizante, y  hacerlo en aras, justo es decirlo, de que el mismo fuera conocido (tanto por los próximos como por los lejanos), difundido (hacia toda la cristiandad) y , queremos entender, para que (general y universalmente) fuera asumido por todos los creyentes. Se trató de un acto que, por sí, en su base conformante, tendía a trascender.

Con lo hecho en la leonesa VILLALPANDO vino, mucho tiempo después, la DECLARACIÓN del VATICANO  sobre el DOGMA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN de Nª Sª LA VIRGEN MARÍA.

Los trece pueblos hicieron, desde su propio hábitat de la leonesidad convivencial, un voto social mancomunado y explicito que sirvió, en gran utilidad, de ejemplo universal y de categorización de los principios  de la religión cristiana.

Con lo hecho en la leonesa VILLALPANDO vino, mucho tiempo después, la DECLARACIÓN del VATICANO  sobre el DOGMA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN de Nª Sª LA VIRGEN MARÍA.

Los trece pueblos hicieron, desde su propio hábitat de la leonesidad convivencial, un voto social mancomunado y explicito que sirvió, en gran utilidad, de ejemplo universal y de categorización de los principios  de la religión cristiana.

Por ellos mismos, sin foraneidades al uso, lograron, de un singular y paradigmático acuerdo, hacer una huella propia, indeleble y perpetua en toda la cristiandad            .                                                                                                                                                                                     

La Inmaculada es la Patrona de España, y en su festividad del 8 de diciembre de cada año, sobre tal hecho, se refleja constantemente El Voto de Villalpando y su tierra, los treces pueblos de la universal excelencia mariana.

Nuestra gente supo ser. Nuestra gente supo estar. Desde la sencillez convivencial  cotidiana de sus pueblos, se encaramaron, ¡por si solos!, hacia los hitos más grandes, magníficos y excelsos de historia de la cristiandad.  Son parte alícuota cimera, ¡ muy importante!, de la memoria universal. Un ejemplo, para siempre, a seguir.

Francisco Iglesias Carreño                                                                                                                             Del Instituto de Estudios Zamoranos FLORIÁN D´OCAMPO