Copa Libertadores: River Plate le gana a Boca Juniors la final de las finales para cerrar una de las historias más extraordinarias e inverosímiles del fútbol sudamericano
River Plate logró este domingo su cuarto trofeo de la Copa Libertadores.
Terminó. Hay campeón.
River Plate conquistó su cuarto título de la Copa Libertadores al vencer 3-1 a Boca Juniors en un partido que estuvo marcado por el espectáculo que se vivió en las gradas del estadio Santiago Bernabéu y la historia que lo precedió. (Con el empate 2-2 en el partido de ida, el cómputo final fue de 5-3 a favor de River).
Con goles de Lucas Pratto, el colombiano Juan Fernando Quintero y Gonzalo «El Pity» Martínez, River le dio la vuelta al marcador y se recuperó al tanto inicial que Darío Benedetto logró para Boca sobre el final de la primera parte.
La prórroga y la celebración del equipo Millonario fue el último giro de tal vez la historia más inverosímil, dramática e inesperada del fútbol sudamericano; la de la llamada final de todas las finales entre los dos archirrivales del fútbol argentino que se extendió durante casi un mes y se definió a 10.000 kilómetros de Buenos Aires.
Algo extraordinario
Por un día, Madrid se transformó en la capital de Argentina, vestida con los colores de River y Boca.
El blanco y rojo de la banda, en el norte, y el azul y oro Xeneize, en el sur, inundaron ambos extremos del Paseo de la Castellana, siendo el Bernabéu el lugar de conexión de dos polos tan opuestos.
Los hinchas que llegaron de todas partes del planeta fueron los que se encargaron de darle brillo y hacer olvidar por un momento la rareza del partido.
Hubo lamento por aquellos que no tuvieron oportunidad de disfrutar de una fiesta que no tuvieron en su casa y de la decisión de llevar el partido lejos del continente sudamericano.
Pero fue tanta la pasión y sentimiento por sus respectivas camisetas que la prioridad fue la de alentar incondicionalmente a su equipo.
Eso permitió que se viviera un ambiente extraordinario y fue una muestra de lo que es el fútbol para la gran mayoría de aficionados.
El partido
La tensión de los jugadores se podía respirar a kilómetros de distancia y eso se vio reflejado en lo que sucedió en la cancha.
Boca fue más en la primera parte y se adelantó justamente con un gran gol de Darío Benedetto en el minuto 43 al aprovechar el perfecto pase en profundidad del uruguayo Nahitan Pérez para definir lejos del alcance de Franco Armani.
Pero River logró reaccionar tras el descanso, apostó por su mejor fútbol y tras una exquisita combinación con Ezequiel Palacios, Ignacio Fernández sacó el centro que mandó al fondo de las redes Lucas Pratto en el minuto 67.
Con el 1-1 se llegó a la prórroga que nada más comenzar vio cómo salía expulsado por doble amarilla el colombiano Wilmar Barrios en Boca.
Eso terminó de darle la iniciativa a River que se fue a buscar la victoria y la encontró con un golazo de Quintero en el minuto 109.
La entrada de Carlos Tévez le dio un nuevo ímpetu a Boca, cuyos jugadores agotados en lo físico pero empujados con el corazón buscaron el empate que estuvo cerca de llegar con un tiro al poste de Leonardo Jara.
Un esfuerzo que recibió un duro castigo en el último suspiro con la sentencia de Pity Martínez para ponerle cifras definitivas a una final que nunca se olvidará.
«No traicionamos a nadie»
Pensar que fue hace poco menos de un mes cuando comenzó toda la historia: el diluvio, la magia de la Bombonera y el espectáculo que se vio en la cancha de Boca, la tensión a medida que se acercaba la vuelta en el Monumental y el fiasco en lo que todo desembocó.
Entre las indecisiones y presión para que se jugara el partido, los eternos días de incertidumbre que siguieron y la sorpresiva y polémica decisión de trasladar a Madrid la sede, la llamada gran final de todos los tiempos se transformó en el hazmerreír del mundo del balón.
«Nosotros no traicionamos a nadie», rechazó enfáticamente el presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez.
«La decisión de venir aquí fue por lo que pasó en el estadio (Monumental)», reiteró el dirigente paraguayo de 46 años.
En conversación con la BBC, Domínguez se defendió de las críticas haciendo una reflexión para el futuro.
«Los gobiernos en Sudamérica tienen que tomar las decisiones e incluso hacer nuevas leyes para garantizar que los partidos de fútbol y otros espectáculos sean seguros sin los que causan problemas».
Su gran esperanza es que a partir de este domingo lo que prevalecerá será el recuerdo del gran espectáculo que se vivió en el Bernabéu.
Es posible que eso pase, pero lo que no cambiará y será difícil borrar es la mancha que acompañará por siempre con un asterisco el nombre de River Plate como campeón de la edición 2018 grabado en el trofeo: el año que la Copa Libertadores de América se jugó en suelo europeo.
JM Pinochet