Una investigación publicada en ‘Science’ revela la historia genética de 8.000 años de la península ibérica gracias al estudio del ADN de 271 individuos de diferentes épocas

El estudio del ADN de 271 individuos encontrados en yacimientos de la península ibérica que abarcan un periodo de casi 8.000 años ofrece información clave para entender la historia de sus pobladores. En particular, la investigación que publica hoy Science revela movimientos y migraciones que se pueden deducir de esos datos genéticos, entre los que destaca la llegada de un grupo procedente del este de Europa alrededor del año 2.000 a. C. que tuvo un gran impacto y reemplazó casi al 100% de la población masculina local.

Iñigo Olalde, investigador de la Harvard Medical School que lidera este proyecto, explica a DiCYT que esa información, que se deduce de los análisis genéticos, “es el resultado más espectacular de este trabajo”, ya que muestra que “los linajes paternos anteriores a esa inmigración desaparecen”, de manera que la población actual tiene mayoritariamente ascendencia de esas tribus procedentes de una zona cercana al Cáucaso conocida como estepa póntica.

Este dato fue filtrado hace meses por algunos medios de comunicación, ya que fue adelantado por algunos investigadores en un evento. Sin embargo, se malinterpretó: “Nosotros no decimos que todos los hombres de la península fueron exterminados hace más de 4.000 años, como se dijo, no sabemos cómo fue el proceso y pudo ser complejo”.

La investigación abarca un periodo de tiempo sin precedentes, aproximadamente entre el año 6.000 a. C. y el 1.500 d. C., que permite entender muchos cambios poblacionales en la península ibérica. Aunque la arqueología ofrece mucha información histórica y cultural, las técnicas que permiten estudiar el ADN antiguo que se puede encontrar en esqueletos es una herramienta poderosa que revela la relación biológica entre distintas poblaciones.

Confirmado: los cuerpos de La Braña eran hermanos

En el estudio que publica Science también se incluye nueva información acerca de los dos cuerpos encontrados en la cueva de La Braña-Arintero, al norte de León, en 2014. Investigaciones anteriores que también estuvieron lideradas por Íñigo Olalde desvelaron por primera vez el genoma completo del ser humano del mesolítico, el de uno de los dos esqueletos, llegando a ser calificado como “primer europeo”, con 7.000 años de antigüedad. Ahora se ha estudiado el segundo, de manera que se ha confirmado la hipótesis de que ambos eran hermanos.

Además, la comparación del genoma de estos individuos con el de otros pobladores de la península ibérica descubre que la población ibérica tenía distintos orígenes. “En el norte parece que tenían ancestros más recientes de fuera de la península, más relacionados con el centro de Europa”, apunta el investigador.

La investigación de Science está firmada por más de 100 autores y a la hora de sacar conclusiones los científicos no sólo se han fijado en los 271 casos nuevos que han estudiado, sino que los han comparado con otros 132 analizados genéticamente en otros estudios.

La mayor parte de los firmantes del artículo son arqueólogos con importantes trabajos anteriores. Un ejemplo es un equipo integrado por investigadores de las universidades de Salamanca, Valladolid y Las Palmas de Gran Canaria que aportaron siete muestras de yacimientos de la Edad del Bronce ubicados en las actuales provincias de Burgos, Salamanca y Valladolid.

Nuevas aportaciones a la Edad de Bronce en la Meseta

“Venimos trabajando en sucesivos proyectos sobre la llamada ‘Cultura de Cogotas I’, correspondiente a comunidades que vivieron en la Meseta durante la Edad del Bronce, aproximadamente entre 1.850 y 1.150 a. C.”, comenta Ángel Esparza Arroyo, de la Universidad de Salamanca. “Nuestro objetivo esencial es el conocimiento de la sociedad de esa época, y para ello estudiamos los enterramientos y el contexto arqueológico. Por ello nos interesa mucho precisar aspectos que, gracias a la genética, pueden avanzar notablemente: por ejemplo, la determinación del sexo de los individuos, su parentesco y el origen local o foráneo de los individuos. Se trata de una información que, unida a la propiamente arqueológica, puede aclarar la composición social, la organización familiar y los fenómenos migratorios”, agrega.

Uno de los casos incluidos en esta investigación es el enterramiento hallado hace 40 años en el yacimiento de La Requejada (San Román de Hornija, Valladolid). “Hallamos tres esqueletos juntos y, lamentablemente, no ha habido resultado para uno de ellos, así que la interpretación de los vínculos que los unían no se ha completado”, señala. Aún así, han obtenido otra información valiosa, como el sexo y la pertenencia de uno de ellos al linaje de la estepa oriental.

Desde el punto de vista general, “el estudio del genoma de una gran cantidad de individuos habitantes de la península ibérica a lo largo de 8.000 años es de gran interés también para historiadores y prehistoriadores, pues se ponen de manifiesto fenómenos muy poco conocidos anteriormente, como la persistencia de poblaciones, el impacto de individuos migrantes y de grupos foráneos”, asegura Esparza Arroyo. “En el caso concreto de la época que nosotros investigamos, la Edad del Bronce, parece haber una importante contribución de las estepas de Europa Oriental, lo que nos obliga a revisar el conocimiento vigente”, destaca.

La población vasca, menos relacionada con otros pueblos

Además, según Olalde, los nuevos datos de los ancestros biológicos ofrecen información de interés que también tiene implicaciones culturales. Por ejemplo, “sabemos que los que entraron desde el este no reemplazaron todas las lenguas, porque en la Edad del Hierro se siguieron utilizando”.

Con respecto a este periodo la investigación aporta también un dato curioso que también se puede relacionar con las diferencias lingüísticas. Los vascos parecen haber tenido mucha menos relación con los pobladores que han llegado en los últimos 2.000 años que el resto de los habitantes peninsulares, de manera que genéticamente se parecen mucho más a los pobladores ibéricos de la Edad del Hierro, que se sitúa entre el año 900 a. C. y la conquista romana.

Contactos con el norte de África

Ocurre lo contrario en el sur, ya que en Andalucía existe una relación muy marcada con el norte de África en el periodo romano, un hecho que “no es inesperado”, reconoce el científico de la Harvard Medical School. A partir de esa época, las fuentes arqueológicas y documentales ya son abundantes y la biología viene tan sólo a corroborar lo que se conoce.

No obstante, el estudio revela que los contactos entre la península y el norte de África son anteriores a lo que se pensaba. El ADN revela que uno de los individuos estudiados, que vivió aproximadamente en el 2.500 a. C. y acabó en Madrid, era norteafricano. Sin embargo, puede tratarse un episodio puntual, ya que en este caso no hay constancia de una migración masiva que haya podido dejar huellas genéticas en la población ibérica en esa época.

Referencia bibliográfica 

«The genomic history of the Iberian Peninsula over the past 8000 years,» I. Olalde. Science, 2019. http://science.sciencemag.org/cgi/doi/10.1126/science.aaw8020

José Pichel Andrés/DICYT