La última tertulia organizada por la Casa de León en Madrid ha versado sobre el emblema leonés por antonomasia, la Catedral. Con las iniciales intervenciones de Diego García Paz, Presidente de la Casa, y de David González Hernández, Vocal responsable de la Biblioteca Gil y Carrasco de la institución, las líneas de conversación que se sucedieron fueron muy diversas: desde la ubicación del templo sobre las termas romanas, hasta las vidrieras, a través de las cuales la luz filtrada consigue que el interior de la Catedral adquiera un componente especial, misterioso y de elevación, de trascendencia para el visitante. Se expresó asimismo la posibilidad de que el emplazamiento del templo obedezca a una finalidad determinada y no sea fortuita, buscando de algún modo la convergencia de fuerzas de diferente índole para dotarla de un especial magnetismo. Del mismo modo, los tesoros que recoge el museo catedralicio, la portada policromada de la Virgen del Dado y su leyenda, así como el afamado topo, que se encargaba de destruir las obras de elevación del templo en el momento de su construcción, y que pende en la actualidad en la parte superior de una de las puertas de entrada, como metáfora del triunfo del bien sobre el mal, centraron aspectos del debate. También se hizo referencia a la Justicia que se impartía en el exterior del templo, en su locus apellationis, así como a la oculta silueta del Rey Salomón que, entre las columnas y pórticos, sigue observando aquel lugar.
En la tertulia participaron Javier Rivera, Catedrático de Historia de la Arquitectura en la Universidad de Alcalá de Henares, que asesoró en las tareas de extinción del reciente incendio de la Catedral de Notre Dame, y Juan Pacho Mencía, Vocal de la Junta Directiva de la Casa, quien dio lectura a uno de los artículos de su padre, Félix Pacho, referente al incendio de la Catedral de León de 1966.
Camino de la Puente tocó al piano una melodía inspirada en la Catedral y se aludió a las circunstancias que sobrevinieron en el templo y que implicaron, primero una gran restauración, y finalmente una acertada intervención que tuvo lugar con ocasión del referido incendio que afectó a la techumbre, y que evitó que la Catedral pudiera haberse visto afectada en sus elementos estructurales básicos. Así, la Catedral de León, con su magna e inmortal impronta, que hacen de ella uno de los edificios monumentales góticos más impresionantes del planeta, sigue divisando en el siglo XXI el devenir y el pulso de León, proyectando su latido hasta Madrid.