Eliminar simbología en espacios públicos y privados, colaboración con la Universidad de León, rutas de la memoria y terminar la capilla laica en Puente Castro son los ejes de nuestra propuesta para la ciudad.
El Ayuntamiento retirará de inmediato, y va siendo hora tras las maniobras del PP para retrasarlo, los símbolos de la dictadura franquista a que obliga la Ley de Memoria Histórica: empezando por el callejero el. Igualmente en cumplimiento de la misma, se retirará cualquier apoyo o colaboración municipal a cualquier entidad privada que se niegue a hacerlo.
Se desarrollará un Programa y se firmará un Convenio de recuperación de la Memoria, en colaboración con la Universidad de León y las asociaciones memorialistas acreditadas, desarrollando cursos reglados para formar en materia de Memoria Histórica y se dotará a la ciudad de Rutas de la Memoria donde se darán a conocer los centros de detención y retención franquistas que existieron en León, así como el campo de tiro donde se realizaron los asesinatos mediante fusilamiento y la fosa común existente en el actual cementerio municipal de Puente Castro. Igualmente, haremos que se cumpla el acuerdo plenario para acabar en su integridad el Monumento a las víctimas que se levanta inacabado en dicho cementerio. Se respaldará la búsqueda y reparación de los casos de bebés robados.
Las “rutas de la memoria” que proponemos consistirían en difundir las localizaciones, señalando su lugar exacto “en el mapa de la ciudad”, de la decena de centros de detención, tortura y exterminio que existían en la ciudad durante el franquismo. Una realidad que supera ampliamente la mera existencia de San Marcos y que gracias al trabajo de personas como Francisco Javier Fernández Llamazares o Javier Rodríguez está sacando a la luz pública los campos de concentración franquistas cuya actividad culminó en la zona de fusilamientos de Puente Castro, en cuyo cementerio de encuentra una de las fosas comunes de víctimas, represaliados y represaliadas, más importante del país.
Si empezamos a enumerar los centros de menor a mayor importancia nos encontramos desde calabozos: en la comisaría en el edificio Zarauza donde estaba el Gobierno Civil (en las actuales calles de Padre Isla, Héroes Leoneses y mirando a lo que hoy sería Gran Vía de San Marcos) y en el Cuartel de la Guardia Civil en la calle del Cid mirando a la plaza de San Isidoro.
A estos se podrían añadir el Gobierno Militar (situado en lo que hoy es el Mercadona de Padre Isla) y el propio Palacio de los Guzmanes, sede de la Diputación Provincial (a cuya primera planta se trasladó en abril de 1937 la Comisaría de Investigación y Vigilancia).
Después estarían los campos de concentración «con miles de presos ‘preventivos’ sin sentencia y a la espera de liberación o juicio, como fueron las instalaciones de la Diputación (entre ellas el Hospicio), a colegios como el actual Ponce de León, fábricas abandonadas como la antigua de curtidos de Julio Eguiagaray, y todo tipo de instalaciones militares.
Aunque de otro tipo, también debe incluirse en el listado la cárcel de Puerta Castillo y el ya demolido Cuartel de la Fábrica, situado donde se encuentra el Hotel Conde Luna y la actual Delegación de Defensa, que fue el Gobierno Militar en la calle del General Lafuente, precisamente el comandante del Regimiento del Cid que se sublevó contra la legalidad republicana el 20 de julio de 1936.
Por tanto, San Marcos no era el único centro de retención de la capital: era campo de concentración pero sobre todo de clasificación. Un lugar donde los presos esperaban a ser juzgados, y de ahí se les trasladaba tras la sentencia militar firme a otros penales: cárcel provincial en Puerta Castillo, Astorga, Valencia de Don Juan, San Simón en Vigo, el Monasterio de Celanova en Orense o San Cristóbal de Pamplona entre otras. Por este centro pasó muchísima gente, pero en períodos relativamente muy cortos, hasta que se celebrase su juicio o fueran ‘paseados’ o fusilados.
León, por ser nudo de comunicaciones del Noroeste de la península, se convirtió en uno de los nodos de clasificación y encarcelamiento de los republicanos y republicanas capturadas durante la Guerra una vez pasados los primeros meses de represión mortal.
Esta realidad debe ser asumida, primero, conocida, después y tras ello servir para que no vuelva a repetirse. La historia es la que es, y León no puede seguir mirando hacia otro lado. Va siendo el momento de que estudiemos nuestro pasado más reciente recorriendo los lugares donde se provocó tanto sufrimiento. Cerrar heridas empieza por este tipo de iniciativas. Recorrer los lugares de detención, clasificación y tortura franquistas, acabando en los lugares de ejecución y enterramiento de Puente Castro pueden servir para conocer, pero sobre todo para generar empatía y dejar de confundir víctimas y verdugos, como viene pasando demasiado a menudo. Animamos al ayuntamiento a dar este paso.
Verdad, Justicia y Reparación para las víctimas de la dictadura. Porque es responsabilidad de las Administraciones del Estado asumir su coste económico y su relieve político.