En la casita de Flor, / viven tres hormiguitas / un pequeño caracol, / y una trabajadora cigarra / a la que no le gusta nada el sol. / Flor es muy hermosa, / tiene tres clases de pétalos / alegres, solidarios y buenos, / de ahí su hermosura. / ¿Por qué vivían las hormigas / en su casita de hierba, / con tejado de algodón? / En una enorme tormenta, / la lluvia se desató, / y su melena de agua / su hormiguero inundó. / Entonces Flor se agachó / y en sus pétalos las llevó / a su casita de hierba. / Ellas felices, regalan a Flor: / sabiduría, tesón, / y buena dosis de amor. / Caracol llamó a su puerta / una mañana de otoño, / sus cuernos estaban tristes./ -¿Podrías ayudarme? le dijo a Flor. / -Encantada, pasa, pasa / te cantaré mi canción. / Tan bonita era su voz, / y las palabras que pronunció, / que los cuernos del molusco / salieron otra vez a tomar el sol. / Jajajá y rejá, esta cigarra es tonta / fíjate le gusta trabajar, / como suda, qué estúpida / pudiendo estar a la bartola. / Tanto y tanto la increparon, / que se fue de la familia / a buscar amigos nuevos. / Flor la encontró apañando grano, / sudorosa en el camino / -¡Cáspitas una cigarra sudando! / -¿Tú también con recochineo? / Cigarra le contó a Flor / su pena, penita, pena. / Y la hermosa tripétala / le dio cobijo en su mansión. / Desde entonces relucen, / hasta las noches como el carbón / Ya que Cigarra dale que dale, / lava que lava, frota que frota, / hace que con su magia, / vayan asomando una a una / sin timidez las estrellas, / y también algunas noches, / viene Lunita con ellas.
Hala y Ghada, como de costumbre acudieron a la biblioteca, había anunciada una cuentacuentos para la tarde del viernes. Tanto a la madre como a la hija, les encantaba acudir a escuchar historias, poemas, relatos… También en su lejano pueblo se hacían actos culturales donde se iban pasando las palabras de generación en generación para que el río de la vida, siguiera un curso lleno de energía y conocimiento. Llegaron a la biblioteca y aún no había mucho público, así que la contadora de historias mantuvo con ellas una agradable conversación, quedando para cuando terminase el acto, ya que le interesaba mucho, saber relatos de otro país lejano. Hala y Ghada casi se entorpecían a la hora de contarle los cuentos de su tierra, también sintieron la punzada hiriente de la melancolía, hacía tanto tiempo que habían dejado sus raíces.
Mordida existencial: El poema-cuento que inicia este texto, está dedicado a Maisa Marbán, que el viernes pasado nos deleitó, encantó, alumbró… por un precioso rato, nuestros corazones. Hizo cirugía de la fina en nuestro recóndito nido de los pensamientos, allí nos metió sueños de colores, de todos los colores y de buenos sabores, con los que nos quedaremos por un tiempo.
Poco hay que decir de ella, lo que hay que hacer con Maisa Marbán, es escucharla, verla, palpar su inagotable y elegante manera de hacer para contagiarte de la buena magia de las palabras. Si alguna vez te la encuentras en el camino, para y escucha, te lo agradecerás.
Foto: Luís T. Sanz Martín
Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo