-Buenas noches a todos y gracias por dejarme participar en esta septuagésima tercera edición del ÁGORA, aquí en el anfiteatro de San Marcos. Mi nombre es Ghada, es la primera vez que vengo a leer y estoy un poco nerviosa, pues todos los que me han precedido y presumo que también los que me sucederán han sido verdaderos caminos por donde transitar con las palabras y las emociones. Salí de mi tierra siendo niña, la guerra nos arrancó las raíces, pero agradezco a este país la acogida, y ahora que he descubierto este reducto de sentimientos y respuestas, que es el Ágora, estoy muy emocionada. No me he atrevido a traer algo de lo que yo escribo, para la próxima Ágora, pero voy a leer un poema de Mercedes G. Rojo, titulado “Muerte”, incluido en su último poemario: “Pecado de Omisión”. Me gusta mucho su forma de decir.
Entre el enfurecido arrullo / del agua que hierve entre las rocas, / suena a muerte. / Suena a muerte el murmullo de la gente / agolpada a las puertas de la iglesia, / el graznido lejano de algún cuervo / rompiendo la densa clama de la niebla / y el casual trino de un ave solitaria. / Subo al campanario, / donde duermen los badajos un sueño / de bronce abandonado, / y siento como cae la tarde / tras nubes que arrastran / un ceniciento sabor a invierno. / Tras los rumores de la fía tarde, / hay un silencio que suena a muerte. / Tras la niebla que helada se aferra / a las montañas, / el velo gris con que se pinta la muerte. / Y ese olor tibio y denso del incienso / subiendo al campanario / para anunciar como huele / el aroma de la muerte.
Cada último viernes de mes, se cuelan las huellas de los poemas en el Ágora, allí se trenzan los tragos regulares (por no decir malos) de la vida a base de versos. En el Ágora se forjan poetas y se divisan las raíces de los poemas, hay un halo de ritmos cardíacos a flor de piel, da igual si vas a leer o si vas a escuchar.
Mordida existencial: Sin Ramiro Pinto no seguiría en pie este templo de palabras. A él gracias elevado a la enésima potencia. También a los fotógrafos: Alejandro Nemonio, Marcelo O. Barrientos, Marcos Oteruelo. Siempre hay presentadores y organizadores que llevan cada Ágora a buen término, una sentida ovación para ellos. A las dos mujeres que nos deleitan con tarta o bizcocho y chocolate y a todos los que se me puedan olvidar, agradecerles este Olimpo de Versos (con mayúsculas) donde cada último viernes de mes, crece la vida.
Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.