La falta de revisiones oculares y el abuso de las pantallas, serias amenazas de la salud visual para los 59.000 alumnos que vuelven a clase en León
– El Colegio de Ópticos-Optometristas de Castilla y León recuerda que, en muchas ocasiones, el fracaso escolar esconde algún defecto visual no resuelto, por lo que recomienda acudir anualmente a un especialista de la visión
– COOCYL propone pautas para minimizar los efectos del abuso de las tecnologías, que está disparando la miopía en los países occidentales, ya que se prevé que la mitad de los adolescentes serán miopes en 2050
En una semana llegarán a las aulas los alumnos de Infantil y Primaria de León, y a lo largo del mes se irá incorporando a los centros educativos el resto de los 59.000 estudiantes de enseñanzas no universitarias del régimen general que se prevén en la provincia. Una vuelta al cole que implica la puesta al día en muchos aspectos, entre ellos, y muchas veces olvidada, la salud visual, fundamental para afrontar los estudios con éxito.
De hecho, como recuerda el Colegio de Ópticos-Optometristas de Castilla y León (COOCYL), son muy elevados los porcentajes de niños que no se han realizado ninguna revisión visual si previamente no se ha detectado en ellos alguna anomalía, a pesar de que muchas veces los problemas visuales son desconocidos y no se asocian a un mal desarrollo en la lecto-escritura o en su comprensión.
“Se deben minimizar o evitar los efectos adversos del ojo y de los problemas visuales en los niños a través de una temprana identificación, educación, tratamiento y prevención. Es vital Informar y educar a los pacientes, padres y educadores sobre la necesidad de los exámenes oculares y visuales en los niños y su frecuencia”, explica la decana de COOCYL, Inmaculada Aparicio, porque, “una detección tardía de problemas como la ambliopía u otros desórdenes visuales pueden conllevar grandes deficiencias en el desarrollo del menor”.
En este sentido, es muy recomendable realizar una revisión cuando empieza la etapa escolar, “y no solo se debe pensar en miopía, hipermetropía o astigmatismo, sino también en desórdenes acomodativos o binoculares”, añade la decana.
“En muchos casos, las malas notas o el desinterés de los más pequeños no son consecuencia de su apatía, sino de algún defecto visual que les impide seguir el ritmo de sus clases, atender la pizarra, leer con rapidez y tener capacidad de comprensión o estudiar cómodamente”, asegura, por su parte, la secretaria general del Colegio, Ana Belén Cisneros. Y es que la realidad es que los niños “no suelen ser conscientes de sus limitaciones visuales y, por lo tanto, no se quejan; ahí radica la importancia de realizar una revisión ocular al menos una vez al año”.
¿A qué edad hay que estar más alerta?
La recomendación de la primera revisión visual varía en función de los signos que pueda presentar un neonato o del historial de antecedentes familiares. En cuanto se sospeche de cualquier alteración que pueda inhibir un desarrollo normal de las capacidades visuales, se debe proceder a un examen visual que pueda identificar los problemas, si los hubiera.
En el primer mes de vida, la revisión oftalmológica que realiza el pediatra sirve para descartar problemas oculares severos y malformaciones congénitas. Si no existen signos de alarma previos ni antecedentes familiares importantes de condiciones que puedan ser hereditarias, se recomienda una primera exploración visual más profunda por parte de un profesional de la visión antes del inicio de la edad escolar, entre el año y los 3 años de edad.
Si se detecta una alteración visual, la visita al óptico-optometrista debe ser regular, con el objeto de hacer un seguimiento en función de las condiciones que presente el menor y el grado de recuperación que vaya mostrando. En aquellos niños que no presenten problemas, lo más recomendable es realizar revisiones anuales preventivas.
¿Cuándo acudir al optometrista?
Existen varios signos que pueden servir de voz de alarma para que los padres detecten la existencia de un problema visual a tiempo.
Desde las típicas manifestaciones de visión borrosa, cansancio ocular y cefaleas a manifestaciones menos habituales, como visión doble o la apariencia de cualquier tipo de desviación visual; enrojecimiento ocular, lagrimeo y presencia de torticolis pueden ser síntoma de algo va mal en la visión del niño.
Por todo esto, es conveniente realizar una valoración previa al inicio del curso académico que permita verificar si existe algún problema visual que pueda influir sobre el rendimiento del niño y, por tanto, también sobre su seguridad a la hora de afrontar el proceso de aprendizaje.
“Los estudios científicos ya han demostrado que la prevalencia de problemas oculares y visuales en los niños es elevada, por lo que es importante la detección precoz y la intervención a tiempo. Alteraciones como el estrabismo o la ambliopía pueden tener consecuencias a largo plazo en términos de calidad de vida, comodidad, apariencia y oportunidades”, añaden las responsables de COOCYL.
Uso de pantallas
Atención especial merecen, en este ámbito, las pantallas de móviles, tabletas y ordenadores, cuyo abuso en la edad infantil está influyendo en el aumento de la miopía, con previsiones que apuntan a que el 50% de los menores serán miopes en 2050 en los países más desarrollados.
Desde COOCYL, se recomienda seguir una serie de pautas para minimizar el problema visual, entre ellas, las que están avaladas científicamente desde la Asociación Americana de Pediatría:
– Hay que poner límites de tiempo: prohibidas las pantallas para menores de 18 meses, excepto videoconferencias puntuales con familiares. Entre los 18 y 24 meses, sólo deben visualizar contenidos de calidad y con los padres. Entre los 2 y los 5 años, una hora al día y con revisión de contenidos. En Primaria y Secundaria, las pantallas no deberían robar tiempo a las actividades al aire libre ni a las horas adecuadas de descanso.
– Descansos periódicos. Una pausa de 5 minutos por cada hora de lectura en una pantalla será suficiente, y para evitar la fatiga visual, también hay que alternar la visión entre un objeto cercano y otro lejano (mirando por la ventana, por ejemplo). Además, es necesario parpadear, ya que, debido a la concentración, solemos hacerlo mucho menos de lo normal. Si la frecuencia media del parpadeo es de 20 veces por minuto, cuando fijamos la visión solemos hacerlo cinco veces.
– Ajustar el brillo y contraste de la pantalla para que esté en consonancia con la iluminación de la zona de trabajo. Buscar una luz apropiada, mejor si es natural, aunque el exceso de luz también puede ser perjudicial. No se debe colocar la pantalla de frente o de espaldas a una ventana o cualquier fuente de luz directa. Optar mejor por una iluminación lateral. Evitar los reflejos.
– Mantener el monitor del ordenador a unos 60 cm de distancia y ligeramente por debajo del nivel de los ojos. Atención en el caso de los niños, ya que por su estatura pueden encontrar la pantalla demasiado alta. Si se utiliza un e-book, hay que mantenerlo a unos 35-40 cm de distancia de los ojos. Dentro de lo posible, ajustar el tamaño de la letra.
“Hasta hace poco tiempo, los ordenadores eran utilizados casi exclusivamente por los adultos, pero actualmente la población infantil usa cada vez más estos dispositivos, tanto en el colegio como en casa. Hay que considerar que los niños tienen una capacidad enorme para adaptarse al estrés visual y aguantar la fatiga cuando algo les interesa y, por ello, son más susceptibles de sufrir complicaciones derivadas del uso de ordenadores, móviles o consolas”, concluye la secretaria general de COOCYL, Ana Belén Cisneros.
‘12 meses, 12 cuidados visuales’
La campaña de COOCYL sobre la vuelta al cole y el uso de las tecnologías forma parte de su plan 12 meses, 12 cuidados visuales, que cada mes lanza una acción informativa dirigida de forma específica a aportar pautas de conducta, señales para avanzar en la detección precoz y opciones de ayuda ante diferentes problemas visuales. La iniciativa arrancó en octubre de 2018, con motivo del Día Mundial de la Visión y la Optometría.