Unos días después de que se cerrase en Madrid la COP-25 (Cumbre del Clima de la ONU), en la que los negociadores solo han podido acordar un débil llamamiento a los países a realizar esfuerzos más ambiciosos contra el cambio climático, el Campus de Vegazana acogió ayer la lectura de una tesis del Programa de Doctorado de Ingeniería de Biosistemas de la Universidad de León (ULE), que involucra además a la de Extremadura y a la Academia Básica del Aire, que ofrece el uso de biocombustibles como alternativa al petróleo, y que podría constituir una importante aportación para colaborar con el desarrollo sostenible y la reducción de los gases de efecto invernadero.

El autor de la investigación, teniente de la Academia Básica del Aire en la Virgen del Camino, Javier Gutiérrez Bravo, defendió con éxito una tesis titulada ‘Aprovechamiento de bioaceite pirolítico en motores a reacción, motores diesel, calderas y bioexplosivos’, de la que ha sido tutora la profesora de la ULE Ana Isabel García Pérez, con la codirección de Juan Félix González González y Carlos Alberto Galán González, ambos de la Universidad de Extremadura.
El estudio desarrollado se centró en la elaboración de biocombustible de biomasa residual (obtenida como subproducto de otros aprovechamientos y que no interfiere en el consumo humano), a través de un proceso de pirolisis de cardo y gasificación industrial de orujillo de aceituna, que genera bioaceites con menores tasas de polución que otras alternativas energéticas.
RENDIMIENTOS SIMILARES A LOS DE LOS COMBUSTIBLES FÓSILES
Los bioceites fueron tratados para mejorar su poder calorífico y miscibilidad, y también para reducir su viscosidad, y luego fueron objeto de pruebas en diversas máquinas térmicas que usan combustibles derivados del petróleo (queroseno, gasóleo y fuel óleo).
Las pruebas confirmaron la viabilidad del uso de los biocombustible pirolíticos obtenidos para aumentar el alcance posible de fuentes de energía alternativas al petróleo en diferentes medios de transporte (aéreo, marítimo y terrestre), además de explotaciones industriales (máquinas térmicas industriales y calderas), y otros usos energéticos (turbinas de co-generación y generadores diésel), ampliando su empleo incluso para la sustitución total de combustibles fósiles en la fabricación de explosivos ANFO con base biológica para minería y voladuras civiles.

Es importante destacar que los resultados son satisfactorios, de manera que el desempeño de los biocombustibles desarrollados se acerca al ofrecido por el combustible fósil en la mayoría de los casos, lo que abre la posibilidad de reducir el uso de éstos últimos en la medida de lo posible, para así colaborar en el mantenimiento del medio ambiente y fomentar un desarrollo sostenible.