A las seis de la tarde, como cada día, desde el confinamiento por el coronavirus, la nieta de Romualdo asoma por video llamada a la habitación de la residencia que comparte con su amigo Remigio. Esa ventana para ellos es vida, rutina, conexión. Se sienten afortunados, muy afortunados, hay tantas personas mayores que viven solas. La nieta de Romualdo entra en la habitación por medio de la video llamada, cada día como si fuera el sol, iluminando y dando calor a los abuelos. Además les pone tareas. Hoy tenéis que buscar palabras que empiecen por zeta, vamos a comenzar con el vocabulario al revés. Luego, cuando ha terminado la video llamada, alguna de las gerocultoras se encarga de pasar por la habitación. Han creado un bonito juego, las gerocultoras reparten por las demás habitaciones, los deberes que la nieta de Romualdo les ha puesto para el día. Es una manera de tener contacto entre ellos, de hacer una rutina, de seguir con la vida.
Habían tenido suerte en esta pandemia que estaba sobrepasando todos los pensamientos, razones, esfuerzos, sacrificios… Sabían que eran uno de los sectores de la población con mayor riesgo eran ellos. Habían pasado una escalofriante guerra, pero ahora el mundo luchaba con un enemigo invisible. ¿Cómo iban a pensar que pudieran ser testigos de algo así? A veces la vida nos pone en el lado inimaginable, tan cerca de la nada, que da vértigo, pero también nos tiene que hacer pensar que somos una mierdecilla, con perdón, pinchada en un palo, si nos quitan el palo…
Mordida existencial: Como no puede ser de otra manera, dedicada esta mordida a todas las residencias de mayores que están expuestas, desbordadas, y aún así, están dando apoyo moral a sus mayores y a los familiares que no les pueden visitar. Muy duro no poder ir a ver a tu madre o a tu padre, por eso a todas las gerocultoras, auxiliares, personal de limpieza, administradores, y personas que están al frente de las residencias de mayores, una emotiva mordida, hoy más existencial que nunca. Gracias a ellos nuestros mayores tienen atención y cariño. No se les puede pedir más.
También una mordida llena de apoyo y solidaridad a todos los familiares que no han podido despedirse de los suyos, y a los que no pueden ir a visitarles. Todos estamos confinados, pero por desgracia unos más que otros. Vamos a salir, pero el coronavirus nos va a dejar un mensaje personal, social, ecológico…, que nos va a poner a todos cara a cara con el egoísmo.
Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.