En 35 años, de cada 100 explotaciones, solo han sobrevivido 2
En 1986 España se incorporó a la entonces Comunidad Económica Europea (CEE) y el sector lácteo estaba sujeto a un sistema de cupos o cuotas lecheras, de manera que no se podía producir leche por encima de esas asignaciones individuales, porque de lo contrario se aplicaba una tasa que era totalmente disuasoria ya que sobrepasaba el valor de mercado del litro de leche. Con el fin de establecer la cuota de España, y a partir de ella la de cada uno de los ganaderos del país, se efectuó una declaración obligatoria para todos los ganaderos de vacuno de leche, sobre la producción del año inmediatamente anterior a la incorporación a la CEE, la campaña agrícola 1985 (1 abril 1985 a 30 marzo 1986).
Esa declaración constató un censo de ganaderos de vacuno de leche, en la provincia de León, de 15.500, con unas entregas a las industrias de 267.600 toneladas de leche. Para producir esta leche había un censo de 85.000 vacas lecheras con unos rendimientos por vaca y año de unos 3.200 litros.
En ese momento, en el de la entrada en la CEE, comenzó un proceso de reestructuración del sector que ha llegado hasta nuestros días, y que ha supuesto una drástica reducción del número de explotaciones, del número de cabezas de ganado también, pero no así de entregas de leche.
Esta reestructuración ha tenido tres componentes: uno político, otro comercial y otro productivo. El político ha sido el derivado de la aplicación de la política agraria común y en concreto de las medidas sectoriales, particularmente un libre mercado europeo y el sistema de cuotas lácteas que se mantuvo hasta fechas muy recientes. El comercial ha estado relacionado con la escasa capacidad del sector para negociar las relaciones con la industria láctea, y a su vez con la escasa capacidad de la industria láctea española para influir en los mercados europeos y mundiales. Y el tercero, el productivo o zootécnico, quizás el más determinante, es el que ha permitido mayores producciones unitarias por vaca debido a una mayor profesionalización del sector, actuando en aspectos como la alimentación de los animales, la genética, el manejo, y la sanidad animal.
Treinta y cinco años después al año previo a nuestra incorporación a la CEE, los datos del sector ponen de relieve esa brutal reestructuración. En la provincia de León quedan activas tan solo 326 granjas lecheras, por lo tanto se ha producido una reducción del 97,9%. Las vacas se han reducido también debido a la mayor productividad, y hoy se produce la misma leche con un censo de 25.400 vacas en producción, lo que supone una caída del censo del 70,1%. En resumen, 35 años después, 326 ganaderos producen lo producían 15.500 y 25.400 vacas de ordeño dan la misma leche que daban en aquel momento 85.000 vacas.
El sector no ha encontrado mercado para vender más leche de la que ya se vendía en 1985, a pesar de tener capacidad para ello y de ser nuestro país deficitario. Las ganaderías actuales se benefician de la economía de escala, pero son más vulnerables a los cambios del mercado al trabajar con márgenes muy estrechos. Son más dependientes de la mano de obra asalariada. Requieren de fuertes inversiones (ganado, tierras, maquinaria, instalaciones). Se han deslocalizado para situarse en zonas con posibilidades de acceso a tierras de regadío en superficie suficiente y zonas con buenas comunicaciones. Precisamente por eso es una actividad que ha desparecido, por ejemplo, en las zonas de montaña.