Reciben a Romualdo con lágrimas en los ojos. Después de un mes en el hospital, luchando mano a mano con la pandemia, ayudado por la inestimable labor de su médico, por todo el personal sanitario, además de las personas encargadas de la limpieza y de todos los que luchan en primera línea contra la enfermedad; por fin, Romualdo cruza la puerta de la residencia. A ambos lados, con la distancia reglamentaria todos sus compañeros aplauden emocionados con lágrimas en los ojos. Rosa y Remigio, le abrazan en la distancia y se llevan las manos a sus corazones en señal de cariño y alegría por el regreso de su amigo.
-Me alegro mucho de estar aquí, bien pensé que las diñaba, las he pasado canutas, pero hay un equipo médico y humano que han trabajado sin descanso para que todos los que estábamos en el hospital, pudiéramos vencer al bicho. Yo he tenido suerte, por desgracia hay muchos que no han podido con el mal.
-Vamos Romualdo, te hemos preparado una habitación para que estés solo durante los días que marca el confinamiento. Debes estar cansado. Poco a poco nos iremos poniendo al día. La que se dirige así a él, es una de las gerocultoras de la residencia.
Rosa y Remigio se sonrieron a la distancia exigida: -Bueno Remi, ya lo tenemos aquí. ¡Qué felicidad!
-Ya lo creo. Me ha dado un subidón, como dicen ahora los jóvenes. ¿Sabes Rosa? Hacía mucho que no me sentía tan contento.
Los dos se retiraron a sus respectivas habitaciones. Cada uno pensando en lo caprichosa que es la vida unas veces y en lo maravillosa que es otras.
Mordida existencial: Ahora que se abre la veda, como diríamos en términos de caza y pesca, tendremos que demostrarnos a nosotros mismos, cuan responsables somos. Somos olvidadizos, y si no sentimos el latigazo en nuestras propias entrañas, se nos borra de la memoria lo horrible que sería volver a un punto de partida, donde todo se complicaría aún más. Higiene, distancia, mascarillas, respeto, solidaridad, ganas de seguir haciendo bien las cosas, seguir en el aprendizaje del método que nos salvará, proteger, protegernos.
Y sobre todo agradecimiento a todos los que han hecho posible, que muchos, hayamos podido llegar hasta aquí. Por ellos y por nosotros, seamos responsables.
Manuela Bodas Puente –Veguellina de Órbigo