La polémica descripción de la portavoz de Ciudadanos de las Cortes de Castilla y León, Ana Carlota Amigo, en sus redes sociales despierta un grave y frecuente problema de la sociedad leonesa actual
El veterano escritor y novelista checo Milan Kundera pronuncia en uno de sus escritos que “el primer paso para aniquilar un pueblo es borrar su memoria. Destruir sus libros, su cultura, su historia. Y después pones a alguien para que escriba nuevos libros, para que elabore una nueva cultura, para que invente una nueva historia. En poco tiempo la nación empezará a olvidar lo que es y lo que fue”.
Del mismo modo, el ya fallecido filósofo estadounidense Will Durant, en una de sus citas, destacaba que “una gran civilización no es conquistada desde fuera hasta que no se ha destruido a sí misma desde dentro”.
Dos sabios alegatos escritos por dos aún más sabios personajes que reflejan la realidad leonesa que se vislumbra en la actualidad. Y es que, la última polémica, esta vez protagonizada por la nueva procuradora y portavoz de Ciudadanos en las Cortes de Castilla y León, Ana Carlota Amigo, muestra la oscura y tenebrosa realidad del leonesismo.
La polémica llega de la mano de la descripción que la susodicha edil de la formación naranja reflejó en su cuenta de Twitter (y hay que resaltar “reflejó”, puesto que, en un intento de apaciguar a las masas, la señora Amigo decidió borrar). En dicha descripción, se reflejaba la frase “Leonesa de corazón, no Leonesista”.
Desmembrando, de alguna forma, esta frase para entenderla mejor, Ana Carlota Amigo quiere reflejar su lugar de nacimiento y, a su vez, su rechazo a lo leonés. Al menos así sería tomando la definición exacta de ‘Leonesismo’ de la RAE; la cual enuncia que ‘Leonesismo’ es “amor o apego a lo leonés”.
Claramente (y esperemos que así sea), la señora Amigo no quiere manifestar con eso su rechazo a lo leonés, sino a las ideas leonesistas de formar una autonomía propia para la Región Leonesa, lejos del engendro que supone Castilla y León. Sin embargo, aquí es donde entra el juego el problema de la sociedad leonesa actual.
Ser leonesista no conlleva estar a favor, obligatoriamente, de la autonomía leonesa, ni mucho menos. Un servidor sí que lo está, pero claramente habrá otros a los que la idea de formar una autonomía independiente de Castilla les hará fruncir el ceño. Se puede ser, señora Amigo, leonesista sin querer que León, Zamora y Salamanca emprendan un viaje juntos, sin castillos que aguantar.
Ser leonesista conlleva mucho más. Ser leonesista es defender a muerte todo lo que es nuestro. Nuestra cultura. Nuestra historia. Nuestras costumbres. La nuesa llingua. Y, sobre todo, nuestro futuro. Ser leonesista es proteger todas esas cualidades que nos hacen únicos y cuidarlas cual figura de porcelana. Ser leonesista conlleva, antes de todo, sentirse orgulloso y orgullosa de la tierra de la que procedemos o habitamos.
Por ello, señora Amigo, entendemos que la frase “no Leonesista” no la escribe usted negando todo lo anteriormente citado. Sino que la escribe usted presa del grave problema de la sociedad leonesa actual, la falta de una educación, tanto cultural como histórica.
Y es que, en ese sentido, Castilla y León ha triunfado. 37 años han pasado desde que la Región Leonesa perdiera su derecho a caminar solo. 37 años en los cuales se ha producido ese borrón y cuenta nueva de la memoria leonesa que enunciaba al principio de este texto Milan Kundera. Y, en especial, 37 años en los que las nuevas generaciones, y desgraciadamente incluyo a la mía, no saben lo que fue y lo que es León.
Y polémicas como la de la señora Amigo reflejan a la perfección el problema al que se enfrenta la sociedad leonesa actual. La cultura y memoria leonesa se está perdiendo, o difuminando en una imagen que no es, sino que fue. En un antiguo destello similar al que se ve en las estrellas del cielo, sabiendo que esas estrellas murieron hace mucho tiempo.
El leonesismo no nace, obligatoriamente, para luchar por una autonomía propia. Claramente lo hace. Pero el cometido principal del leonesismo es hacer que ese destello no se apague. Es conservar esa memoria herida y hacerla resurgir de sus cenizas. Es hacer que este León vuelva a rugir con la fuerza y gloria con la que rugió en el pasado. El leonesismo, señora Amigo, es hacer que yo me levante cada mañana y de gracias por ser leonés, no solo de nacimiento, sino de espíritu.
Por ello, soy leonés de corazón, y sí leonesista.
firmado por “Christian Fernández