La especialista del Hospital San Juan de Dios de León llama a mantener el asma y la rinitis bajo control en el marco de la Semana Mundial de la Alergia y recuerda que “los síntomas respiratorios se pueden confundir con los del coronavirus”.

‘Las alergias siguen a pesar del Covid-19’. El lema elegido para celebrar este año la Semana Mundial de la Alergia (28 de junio-4 de julio), incide en la necesidad de que los pacientes sean más vigilantes y disciplinados con las medidas generales de prevención del contagio por el virus del SARS-CoV-2 que ha puesto en jaque a más de medio mundo.

En este sentido, la especialista en Alergología del Hospital San Juan de Dios de León, Beatriz Camazón, llama a mantener el asma y la rinitis alérgica bajo control en un contexto en el que “los síntomas respiratorios se pueden confundir con los del coronavirus, sobre todo la tos y la disnea”. Pero mientras la sensación de falta de aire es continua en el caso del coronavirus, en los alérgicos puede ser más episódica y de predominio nocturno.

Además, según explica la doctora Camazón, “la congestión nasal y la mucosidad acuosa suelen ser típicas de quienes tienen una reacción alérgica al polen, al igual que el picor de ojos y nariz; mientras que en la infección son típicos la fiebre, el malestar general, la diarrea y los dolores musculares, además de la presencia de anosmia (pérdida de olfato) y disgeusia (alteración del sabor)”.

“En ningún caso se debe suspender el tratamiento con inhaladores”, asegura en un intento por subrayar la importancia de “evitar ser aún más susceptibles a infecciones y, por lo tanto, a tener complicaciones”. Porque si bien a priori este tipo de pacientes no presentan un mayor riesgo que el resto, dejar de tomarlo puede contribuir a que los bronquios empiecen a descontrolarse.

No en vano, un alto porcentaje de los asmáticos abandonan la terapia sin saber que la inflamación inicialmente aguda y reversible puede instalarse en la persistencia.

Pautas a seguir en consulta

La pandemia ha obligado a los alergólogos a cambiar su manera habitual de proceder y a emplear nuevas estrategias de actuación en consulta siguiendo las recomendaciones de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).

La realización de espirometrías y otras pruebas respiratorias, sobre todo las que generan aerosoles, son procedimientos que implican el aumento de forma brusca del aire exhalado y de las gotas de Flügge, que pueden ser canal de trasmisión del Covid-19.

“Debemos de tener mucho cuidado para garantizar la seguridad”, indica sin olvidar que “el uso de mascarillas FFP2 ha mejorado la calidad de vida de los alérgicos por una menor exposición al polen y el polvo”.

“Las conjuntivitis se han mantenido, pero las rinitis han estado menos exacerbadas que otros años”, según precisa.

Mantener la alergia bajo control minimiza su impacto. De este modo, y al margen de los inhaladores, la inmunoterapia es el único tratamiento capaz de modificar el curso natural de la enfermedad. Una buena opción para reeducar el sistema inmunitario al prevenir la evolución de la rinitis al asma, impidiendo la aparición de síntomas y reduciendo el uso de otros fármacos.

Más allá de los pólenes

Por otro lado, la doctora Camazón señala un aumento significativo de las enfermedades alérgicas que va más allá de los pólenes de cupresáceas, gramíneas, olivo y plátano de sombra.

“Las alimentarias están ganando terreno en todas las fases de la vida”, pone de relieve. Y las respuestas alérgicas severas por esta causa son más frecuentes de lo que se piensa y pueden llegar a comprometer la vida del paciente.

Así, ante un shock anafiláctico, es fundamental disponer de una adrenalina autoinyectable para evitar un desenlace fatal.