Cuando parecía que iban a comenzar las labores para pintar de colores la calzada de Ordoño II (400.000 euros en plena pandemia), los obreros cogen los martillos hidráulicos para levantar la obra con el hormigón aún húmedo. Así lo comprobaba esta mañana el Grupo Municipal del Partido Popular, ya que unos trabajadores picaban las rigolas en el primer tramo de la vía entre Guzmán y Santo Domingo; rigolas de hormigón que acaban de ser colocadas causando numerosas críticas por su profundidad y sus dificultades para el paso de personas con movilidad reducida, carritos de bebés o de la compra y repartidores.
La obra de Ordoño II emergió en plena pandemia, un proyecto caprichoso, millonario e innecesario que el alcalde, José Antonio Diez, priorizó en el peor momento que vivía la ciudad. Un proyecto –decía- que cambiaría la movilidad en la ciudad y ganaría espacio para los peatones.
Unos peatones que hace unos días podían observar cómo dos hileras de rigolas, con una importante profundidad, recorrían esta vía principal de Guzmán a Santo Domingo. Unas planchas de hormigón cóncavo que suponen un obstáculo no solo para personas de movilidad reducida, sino para repartidores (algunos ya han ‘probado’ las consecuencias de atravesarlos con mercancía), carritos de bebés o de la compra y viandantes en general, que tienen que mirar constantemente al suelo para no tropezar.
Esta misma mañana, obreros de la concesionaria de la obra comenzaban a picar estas rigolas en varias zonas de la vía, apenas días después de colocarlas. El Grupo Municipal del Partido Popular pregunta al equipo de gobierno presidido por Diez por qué están levantando la obra y si tan urgente era en estos momentos.
Y todo esto días después de que el concejal de Movilidad del Ayuntamiento de León, Vicente Canuria, asegurara que el equipo de gobierno estaba realizando un trabajo que garantizara la ausencia de “rupturas” en el pavimento para asegurar la continuidad en la traza.