Como espectador de los aconteceres políticos de nuestro país, he seguido alguno de los debates parlamentarios de los miércoles, que es el dia de “control del gobierno” por los grupos parlamentarios, o al menos esa es la teoría, o sea, que la oposición controle con sus preguntas la acción política del Ejecutivo y se establezca el pertinente debate con las consiguientes recriminaciones respecto a las actuaciones llevadas a cabo.
Así pues el miércoles también ha de ser el día en que los ciudadanos nos enterásemos de las actuaciones del gobierno e incluso de las proposiciones de cara al futuro.Algo elemental por otro lado.
Pero nada de eso me ha sido posible poner en evidencia escuchando a nuestros representantes. Ninguno de esos objetivos se cumple (en realidad no se si en alguna época se habrá cumplido), pero desde luego esto no ocurre desde que se ha formado el gobierno de coalición PSOE y UP, y no precisamente por su culpa.
A día de hoy, la representación política ha dado paso a una representación teatral con tintes de tragicomedia desarrollada por los actores que los ciudadanos hemos enviado al escenario. Los miércoles, en la mayoría de las ocasiones, el Parlamento se convierte en el terreno propicio para la suelta de testosterona, para una pelea dialéctica estéril que sonroja a cualquier ciudadano medianamente educado.
La política ha de tener unos códigos de decencia que algunos parlamentarios transgreden casi todas las semanas. La crispación se ha disparado.
Pero no se reparte por igual. La bancada de la derecha, especialmente el PP como partido de gobierno, debe de asumir de una vez por todas el resultado electoral y reconocer la legitimidad de un gobierno salido de la decisión de los ciudadanos. Debe de abortar su idea de que las Instituciones le pertenecen y de que tiene el patrimonio de la gobernación. Las clases populares les han castigado en las urnas y solo les queda asumir esta condición. Por otro lado va la idea de los ciudadanos que solo pensamos en como salir cuanto antes de la situación a la que nos ha ido abocando la pandemia y su gestión por las autoridades. Sin embargo, con el espectáculo parlamentario de los miércoles, no vemos como nuestros representantes puedan sentar las bases, no ya de un acuerdo,- cosa improbable-, sino de al menos una hoja de ruta para transitar hacia un lugar común que no ha de ser otro que enmendar en lo posible el daño que esta situación está inflingiendo a la mayoría de la población en todos los órdenes: sanitario, social, económico y hasta personal.
Angel L.Nieto
Octubre 2020