Rosalina leyó en voz alta el artículo del periódico que le tenía señalado la nieta de Romualdo.
-¿Y bien, que os parece? Preguntó en el taller de noticias que tenían en la residencia cada jueves.
Rosa comentó: – Son noticias para ponerse triste. Con lo que tenemos encima y que a un dirigente de uno de los países más poderos del mundo, le entren pataletas de niño pequeño y que no tenga la decencia de reconocer la derrota, es muy triste, máxime cuando ha dejado un reguero de problemas tras de sí, el más importante, no dar importancia a la pandemia que está asolando a todo el planeta. Ese señor no tiene dignidad.
-Eso es totalmente cierto, argumentó Remigio, creo que ahora mismo con lo que tenemos todos y cada uno encima, sorprende ver la poca dignidad que tienen muchos políticos, pero tampoco hay que ir fuera, aquí en nuestro país también tenemos buenos ejemplos. Todo les da igual con tal de obtener unos pocos votos. Parece que la pandemia y los científicos son de importancia menor. Es triste, si muy triste que lejos de espabilarnos ante la adversidad, dedicando dinero y medios a la ciencia, a la investigación, a todo el personal sanitario y concienciarnos de que sin los científicos, los sanitarios, los maestros, y tantas personas necesarias en la cadena alimenticia y en las demás actividades esenciales, no vamos a ninguna parte, nos dejemos poner la venda por muchos políticos, por suerte no todos, que han llegado para medrar, parece que es lo único que les debe interesar.
-¡Caramba Remigio! Habló la nieta de Romualdo, vaya discurso, da gusto escucharte.
Mordida existencial: El texto arriba escrito, viene a cuento de que parece que a muchos no les importa hacer bien las cosas, ni poner ilusión y esfuerzo en el trabajo. Y no me refiero solo a algunos políticos, parece que ahora no está de moda la dignidad, incluso está mal vista, y desde luego ser dignos, nos hace, en mi humilde opinión, menos estúpidos (con perdón) y mucha más consecuentes con nosotros mismos y con los demás.
Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo