Como el día estaba ventoso y desapacible, nadie salía al patio a darse un paseo. El único que se atrevió fue Remigio, que colocándose la bufanda hasta más arriba de las orejas, (aunque ahora con la mascarilla y las gafas, era un reto dejarlo todo bien colocadito para intentar que no se empañaran las lentes) y apoyando el bastón con energía, se aventuró a pasear como cada día por el patio de la residencia. En el paseo se dio cuenta de que en el suelo había algo que parecía un papel doblado, el aire la habría llevado hasta allí, pensó Remigio mientras se agachaba a recogerlo. Se sentó en uno de los bancos para poder ver qué era lo que había recogido del suelo.

Nunca se hubiese imaginado que la ventolera le iba a devolver a un recuerdo tan amargo. Desdobló el papel con cuidado, el viento lo bamboleaba en sus manos. Mientras contemplaba la fotografía que ilustraba el artículo, el viento se paró en seco. Se paró en seco su flujo sanguíneo, hasta la tierra detuvo su eterno girar.

Rosa y Rosalina desde dentro, le hacían señas tras la cristalera, pero al ver que su compañero estaba tan paralizado como una estatua, salieron preocupadas hacia él. Dieron la voz de alarma, Remigio no contestaba y creían que tampoco respiraba, Rosa recogió de sus manos la hoja de periódico que, a modo de bandera, ondeaba en las manos de su amigo.

La ambulancia llegó enseguida, y todos quedaron un poco aturdidos, no sabían qué era lo que había pasado, ni si Remigio estaba muy grave o…, que era peor.

Al día siguiente, hubo buenas noticias. Remigio había sufrido un paro cardíaco, pero pudieron reanimarle en la UCI del hospital y estaba estabilizado.

Rosa sintió un escalofrío al toparse con el papel de Remigio en el bolsillo de su falda, donde lo había guardado antes de que se lo llevaran. Se sentó y leyó, antes de leer, contempló la fotografía que ilustraba el artículo periodístico. Una oscura y viscosa ventolera interior se le posó en el estómago al ver la imagen…

Mordida existencial: A veces el viento nos trae buenas noticias, semillas, nubes benefactoras que saciarán la sed del campo… Pero otras, otras veces la ventolera puede ser de tristeza, de malos recuerdos, de lluvia barrosa que todo lo ensucia, ventolera de virus, como la que ahora tenemos encima…

Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.