El sueño frágil de los antidemócratas

Me pregunta mi conciencia sobre todo lo que está saliendo en los medios sobre Hasel e inevitablemente también sobre la señorita Isabel Medina. Me pregunta porque quiero posicionarme, quiero saber cuál debe ser mi identidad, me tengo que preparar para la hora del café o la de la cerveza (esa es peor aún), tengo que dar el Do de pecho y demostrar que soy el orangután que gobierna esta selva de autoproclamados monarcas absolutos, donde somos la ley y el orden al decir nuestra opinión sentando sentencia, si acaso no levantamos el contenedor o el adoquín contra nuestro hermano policía por no proteger lo que creemos que debe proteger por encima de la Ley.

Algunos dicen que lo de Hasel son bromas como para ir a la cárcel, que en todo esto hay juicio político, y la intuición te hace pensar… ¿oye y si de verdad hay persecución política? Y luego viene Sócrates, mi daimon favorito y me dice, ¡quieto ahí! vamos a analizar lo que dices y lo que pasa en realidad. 

  1. Si el señor Hasel hubiera hecho canciones que confraternizaran con asociaciones de pederastas, ¿eso también lo justificaría con la libertad de expresión? Aunque fueran alusiones irónicas o «en broma», seguro que me lo tomaría como algo de mal gusto que puede dar lugar a equívocos de graves repercusiones.  Tampoco nos haría gracia si hubiera ensuciado el nombre de Martin Luther King, o de Ghandi, o de Che Guevara, seguramente tendría la suerte de ser acusado de fascista y nada de esto estaría pasando.
  2. Si la señorita Isabel Medina Peralta es acusada de delitos de odio por insinuar que los judíos son el problema de nuestro tiempo. Me debería parecer correcto el enjuiciamiento porque soy un muy buen ciudadano cristiano que cuida de los demás y respeta las razas (aunque coincido con la señorita Peralta en que las razas se aman más distinguiéndolas y respetando su cultura y diversidad, que sumiéndolas en un caos globalista que solo ha traído pobreza y explotación por parte de un Occidente supuestamente benevolente que solo da hamburguesas de pobre calidad con una M y un payaso de terror).
    El caso es que proclamar en voz alta ideas que puedan dar lugar al odio público o al linchamiento puede tener repercusiones legales, y ahí la gente concuerda en la necesidad de cumplir la ley.
  3. Ahora analicemos la realidad del señor Hasel, que hace alusiones a favor de movimientos terroristas como ETA o AlQaeda, además de ensuciar el nombre y la imagen del Rey o de otras instituciones. ¿Por qué estas palabras deben ser más tenidas en aprecio que las anteriores situaciones mencionadas y no ser sometido a juicio y condena?

Acusamos al Estado de juicio político, pero los primeros en hacer juicio político somos nosotros, que pretendemos que la Ley se posicione a favor de postulados antisistema de izquierdas, relegando a los ciudadanos monárquicos o antietarras a una marginación descarada, en la que su honor e intereses pueden ser pisoteados porque «ellos» son de izquierdas, son los buenos, y los demás fachas, deben callar y aprender a ser buenos ciudadanos (de izquierdas).

La libertad de expresión solo existe cuando se trata de decir barbaridades izquierdistas, como cuando le deseaban a la esposa de Abascal que la violaran o le pasara de todo. Ahí la violencia de género estaba justificada porque es la esposa de un facha. Pero si la señorita Peralta dice que los Mena son «bazofia» se sienten ultrajados, y piensan que es digna de ejecutar en la Plaza de la Concordia. (Aquí tampoco hay violencia de género, porque las mujeres facha no son mujeres, solo un enemigo al que destruir.)

La crisis está agotando a marchas forzadas el espíritu democrático, cada vez quedamos menos ciudadanos dispuestos a tolerar al diferente, y para mi es tan diferente Hasel como Peralta, pero no les deseo nada más que cumplan la ley, para que ellos también me respeten a mi cuando profieren discursos que puedan herirme de alguna manera.

Las palabras duelen también cuando son los «rojos» los que las dirigen a los «fachas».

¿A caso los fachas no tienen derecho pleno de ciudadanía?

Mi conciencia me dice que es vergonzoso la que se está liando en Madrid y Barcelona en torno a Hasel, un señor que está siendo juzgado por un sistema judicial que al parecer no se equivoca cuando sigue las directrices de la politica de la ideología de género y se salta la presunción de inocencia para proteger a las mujeres preventivamente. Pero sí parece equivocarse cuando pone en la cárcel a un señor por cometer delitos cuyo trasfondo puede ser izquierdista, pero fundamentalmente que se le juzga por el delito de odio y enaltecimiento de terrorismo. Existen multitud de partidos comunistas y anarquistas en España que, cumpliendo la legalidad, se expresan libremente contra el Estado y no son enjuiciados.

¿Es necesario enaltecer al asesino para ser de izquierdas?

¿Es necesario acudir al pacifismo cuando Aznar nos embarca en la guerra de Irak, pero acudir a la revolución violenta cuando se trata de ir contra los «fascistas»?

¿Cuántas varas de medir hay que tener en cuenta para dar gusto a una fragmentada ideología de izquierdas?

Cuando la señorita Peralta sea llevada a juicio espero que haya la misma gente enfadada por la injusticia de perseguir a alguien por sus palabras, no obstante mucho me temo que si alguien sale a su favor sea apedreado y perseguido, en redes sociales, en su círculo de amigos y familiares, etc.

Todos mis respetos para Peralta que en una entrevista que pude leer en el diario La Razón, declaró «… No se puede detener a alguien por su forma de pensar, porque vivimos en una supuesta democracia, pero cuando de una forma o de otra te desvinculas del sistema y luchas contra él, trae cosecuencias.»

Nos tomamos los sucesos del mundo como un espectáculo trivial y como dijera un personaje de Star Wars…

«…así muere la democracia, con un estruendoso aplauso.»