Durante los dos últimos meses he realizado, sin moverme de mi casa, un viaje por Etiopía, gracias a mis amigos Paz y Rafa. El regalo fue un presente de Año Nuevo, se titula “HIJOS DEL ANCHO MUNDO” y está lleno del cariño y admiración de ambos por su hija Aurora, cooperante en ese país del cuerno de África, y también de amistad y afecto.
De la mano de Abrahan Verghese, he podido conocer un país lleno de sorpresas: una rica cultura, una gastronomía sorprendente y una música llena de un ritmo diferente y vibrante.
Con Marion Stone, el protagonista, hijo de un cirujano británico y una joven enfermera monja de la Orden Carmelita Diocesana de Madrás, he recorrido Adiis Abeba, he comido su “injera” con carnes y verduras aromatizadas, o el “wot”, sin olvidar la exquisita e inigualable mantequilla etíope ”kib”.
He sufrido, con ellos, las dificultades para atender, en aquellos años cincuenta, las múltiples enfermedades que asolaban ese país, en el Hospital en el que los gemelos nacieron y donde trabajaban sus padres. Y he descubierto “Tizita”, un lamento, una ”saudade”, triste y evocadora, del país que amas.
Marion Stone estudió Medicina con una pasión por ese arte y esa ciencia, que además compartía con sus progenitores y con su hermano Shiva.
Las “señales diagnósticas” y el “conocimiento detallado de la anatomía humana”, eran su territorio, el de los dos hermanos. Sin embargo uno, Marion, opta por la cirugía y el otro, Shiva, dedicó todos sus esfuerzos a tratar las fístulas que sufrían muchas mujeres etíopes tras ese tratamiento ancestral que consiste en amputarles el clítoris y coserle los labios mayores y menores.
Un horror –el de la mutilación genital femenina- , que aún hoy persiste en la antigua Abisinia, uno de los países más poblados de África, un pueblo al que llegó tempranamente el cristianismo y que se enorgullecen de haber sido colonizados sólo durante 5 años por los italianos.
La independencia de Eritrea fue un duro golpe para los etíopes pues perdieron su salida al mar. Y en esa guerra, en la que se vio involucrado sin querer el protagonista, pierde definitívamente al amor que fuera su amor desde la infancia.
Cuando la rencuentra, ya en Estados Unidos, casi le cuesta la vida.
De amor y lealtad, de respeto y cariño, de traiciones, de todo eso habla este libro en el que se narran también los adelantos médicos que van sucediéndose en esos años en relación con los trasplantes.
Ellos tienen también –como nosotros- una montaña sagrada, el “Entoto”, densamente cubierta por eucaliptos en su mayoría plantados durante el reinado del emperador Haile Selassie.
Este es uno de esos libros que te emociona y te obliga a regresar a casa cuanto antes para seguir sumergiéndote en él.
Victorina Alonso Fernández
Un día luminoso de abril de 2021.