La investigación realizada por la Junta de Castilla y León, en la que Fundación Artemisan colabora con el análisis y divulgación, aporta las claves para su recuperación

Un estudio realizado por la Junta de Castilla y León, en el que Fundación Artemisan ha colaborado en el análisis científico y divulgación de los resultados obtenidos, aporta nuevos datos sobre la perdiz pardilla (Perdix perdix hispaniensis), una especie en peligro de extinción y que es una las aves menos conocidas en España.

Hemos de recalcar, antes de avanzar en el artículo, que los datos corresponden al Sistema Ibérico. En ningún caso afecta a la provincia de León, que, con la simple observación podemos concluir que la población de perdiz pardilla es más abundante que lo que dice Artemisan.

La perdiz pardilla habita paisajes de montaña de difícil acceso en los Pirineos, la cornisa Cantábrica y el Sistema Ibérico, encontrándose por lo general a más de 1.600 metros y en bajas densidades, por lo que es muy difícil de observar, salvo que se cuente con la ayuda de perros de muestra.

De todas las poblaciones existentes, la menos conocida y más amenazada es la del Sistema Ibérico, que se encuentra entre las provincias de Soria, Burgos, Zaragoza y la comunidad de La Rioja, motivo por el que, entre los años 2008 y 2010 la Junta de Castilla y León promovió un estudio para conocer a fondo la situación y la ecología de la especie en el extremo meridional de su distribución geográfica, en concreto en la provincia de Soria.

Para ello, los investigadores «buscaron» a las pardillas en todo el área de reproducción histórica, que comprende en la provincia un total de 28.300 hectáreas, valiéndose de varios métodos como los trayectos a pie, las batidas con perros de muestra, el uso de reclamos y las entrevistas a personas que pudieran aportar información sobre la especie.

Mediante esta metodología se confirmó la observación de 15 bandos (adultos con juveniles) en una superficie de 5.550 hectáreas, con un tamaño de población mínimo estimado en otoño de entre 103 y 113 perdices y de entre 163 y 181 como máximo. Se estimó una densidad de 2,3 parejas/1.000 hectáreas en primavera y, al considerar únicamente grupos familiares, de 6,8 perdices/1.000 hectáreas.

Cabe señalar que la mayoría de las aves se encontraban a una altitud superior a 1.690 metros y usaban principalmente matorrales de montaña (especialmente biércol Calluna vulgaris y brezo Erica spp.). Además, se consiguió capturar a dos perdices a las que se les colocó un collar de radio-seguimiento. Gracias a ello se obtuvieron resultados interesantes sobre su área de campeo (alrededor de 60 hectáreas) y movimientos, que en ocasiones alcanzaban los 10 kilómetros.

Para los autores, la pérdida del hábitat es el factor más importante que explica el declive de la pardilla, por lo que aportan directrices claras para su recuperación a través de la conservación del hábitat existente, la recuperación de hábitat transformado en las áreas que antaño albergaban pardillas y la disminución de factores que inducen molestias. También se concluyó que se debería incrementar el esfuerzo de seguimiento, más si cabe por tratarse de una especie de muy difícil detección.

En el apartado de opinión, coincidimos con los autores en que la pérdida de hábitat es el principal problema para esta especie, al igual que la perdiz roja en montaña o el urogallo. Han disminuido las praderas (el monte lo come todo). No hay roturaciones suficientes para dejar campo abierto y las antiguas tradiciones de quemar los brezales y piornales hoy no son reglamentarias, por lo que es difícil tener espacios abiertos en zonas altas de montaña. La excesiva vegetación es lugar muy adecuado para depredadores (zorros, jabalíes, gatos…)