Semilla le dijo a Tierra: -Dame cobijo y alimento madre Tierra. No dejes que nadie me haga daño. Quiero llegar a florecer en tu manto verde y dar los frutos que la vida me tiene reservados.
Tierra esponjó la hierba que había sobre la semilla. – Te daré cobijo y alimento hija mía. Serás una planta hermosa que rebosará frutos. Crecerás robusta para que Viento no te zarandee, para que Lluvia no te ahogue, para que Sol no te achicharre en los tórridos veranos.
-Gracias Tierra, dijo tímidamente Semilla, que yacía plácidamente bajo la hierba esponjada. Contigo estoy segura lo sé. ¡Cuánto amor hay en tus caderas de madre!
Tierra giró un pelín más deprisa de lo habitual, se había emocionado.
-Muy bien Lucas, un relato precioso. Dijo la profe, que continuó: os voy a adelantar una buena noticia. Tenemos permiso de Naturaleza, para salir de los túneles mañana e ir a visitar la superficie, así podré presentaros a Semilla. Pero ahora Julia nos anunciará el tema de la próxima redacción, le toca a ella esta semana.
Julia se levantó de su asiento y declamó: – Hace miles de años, cuando la raza humana vivía en la superficie de Tierra, en algunas partes del mundo, a las niñas se les mutilaba el clítoris, ya que así se había hecho ancestralmente; con esta salvajada, aquellas sociedades pretendían y lo peor, conseguían, amputar el placer sexual de las mujeres. Como el próximo domingo, 6 de febrero, es el “Día mundial de la tolerancia cero a la mutilación genital femenina”, creo que podríamos recopilar datos y hacer una redacción argumentando a qué se debía esta crueldad.
Neuronada: Si, me ha parecido oportuno hilar y relacionar el cuento de la semilla con el “Día mundial de la tolerancia cero a la mutilación genital femenina”, que tiene mucho que ver con las semillas, ya que si la puerta de entrada al útero, que es donde crecen las semillas humanas, es rebanada y herida, será más difícil concebir con alegría y amor.
Sí al amor, no a la cerrazón. Si a la igualdad, no a la pútrida manera de cercenar la alegría a muchas mujeres. Si al cariño y al derecho a una vida digna, no al horror de vivir una extirpación de por vida, física y síquica, sin olvidar todas las niñas que mueren debido a hemorragias graves o por septicemia derivada de la mutilación genital femenina.
Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.