-¿Qué miras Baobab? Le pregunta Desierto, que vive cerca y le observa con respeto. Para Desierto, Baobab es un ser precioso que ve desde su atalaya arbórea los confines del horizonte y que además logra que a su alrededor, concluyan buenos deseos, bajo su copa se registran sueños, se parlamenta sobre cualquier cosa que tenga cabida aquí en Tierra, en el hogar de la vida.
– Pues verás, Desierto, estoy observando que hoy es un día muy especial, Naturaleza está dando muchos pasos para que la humanidad vuelva a vivir sobre la superficie de Tierra. Este año es el año de la calma, se celebran mil años de otro año que no fue tan calmado para el planeta. En el 2022, se estaban fraguando desavenencias muy tristes entre países, aunque eso, los humanos los supieron hacer siempre. Como te digo, en 2022, estaban intentando salir de una epidemia que les mostró lo pequeñines que son, pero no les sirvió de mucho. En ese año, también se sufrió sequía, el cambio climático estaba dando muestras de su negra tragedia…, en fin, que todo estaba muy revuelto. Fue cuando Naturaleza, decidió que la humanidad, debía vivir bajo Tierra un tiempo considerable para que tomaran conciencia. Ahora en 3022, parece que se vuelve a una tendencia en calma, la gran enfermedad de los humanos, el ego, ha sido amputado, y se aprecia el gran valor que le dan a la vida, al planeta, a todos los seres que conviven con ellos, y sobre todo y más importante, se dan valor y se aprecian entre ellos.
– Espero y deseo que sigan en esa línea para que Naturaleza siga siendo el hogar de la vida. Argumentó Desierto.
Neuronada: ¿Este cuento es inventado, es real? Cada cual que se aplique su mejor versión. Pero es de todos sentir responsabilidad ante nuestros posibles huellas de carbono, huellas de sentimientos, huellas de empatía, huellas de animales con inteligencia, huellas de respeto, huellas de capacidad, huellas de esa fibra que nos caracteriza cuando se pone picuda la existencia, huellas de todos los que nos han precedido y han logrado dejarnos un hogar para vivir, donde convivir, en el que ponemos un granito de nuestro adeene. En una palabra, es nuestra responsabilidad, dejar huellas donde puedan poner sus pies, los seres que heredarán nuestros caminos.
Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.