Hacía un día precioso, el desierto colindante a una de las cavernas más grandes en donde vive una enorme población humana (desterrada por Naturaleza a vivir bajo tierra, para que se cure la polución y el mal uso del agua, así como que se pare la construcción de plástico, entre otras actividades que pusieron a Tierra en serios apuros en el segundo milenio por la huella humana), estaba expectante, ya que desde hacía algún tiempo, en sus cercanías, se venía recreando un precioso acto poético llamado “Poesía a Orillas del Órbigo”, es verdad que allí no había río, pero en una gran pantalla, un vídeo de las aguas del Órbigo, revoloteando entre poesía, invitaba a soñar con la suerte que habían tenido algunos humanos en el milenio anterior, y a compartir los tesoros que julio dejaba en Veguellina de Órbigo.
A veces, una se encuentra tesoros, como esos guijarros con formas que te atraen por su parecido a cosas, A veces, una se encuentra con tesoros de palabras que iluminan la tarde cantarina, tardes en las que el río absorto, descansa para escuchar, iba a poner poesía (pero poesía es ya el río, y los árboles que le ceden sus brazos para mecerlo entre sus riberas, poesía es la hierba que acaricia nuestras suelas, como si fueran la mismísima piel de nuestros pies, poesía es abrir cada mañana los párpados y renovar la vida, otro día como nueva vida, poesía es… ) Por eso, no voy a poner poesía, sino poetas, que también son poesía. Pongo poetas, porque cada viernes de este mes de julio, y ya es el décimo cuarto año que así sucede, una se topa con los preciosos poemas que cada viernes nos trae una persona distinta. Pongo poetas, incluyendo al autor de esta fuente infinita de palabras “Poesía a Orillas del Órbigo”, que no es otro que Tomás Néstor Martínez Álvarez, él es el artífice de que nos pase una corriente eléctrica positiva todas las tardes de viernes en julio, ayudado por Helena José García Fraile, que gesta los cuadernillos que se entregan al final de cada velada, donde los versos de cada poeta, quedan soñando con nuevas lecturas. También es poesía la entrega de Paqui y Toño, trabajadores del ayuntamiento, que cada tarde de viernes preparan con sus manos y su dedicación el terreno donde se sembrarán tantos sentimientos.
Neuronada: Uno de esos tesoros que este julio nos ha traído es Esperanza Ortega. De ella habría que decir que lleva poesía en sus venas, por cómo escribe, por cómo cuenta, por cómo te llega con su serena y natural forma de expresarse. Esperanza Ortega es un tesoro de palabras que enciende el corazón cuando la escuchas. Búscate en sus poemas.
Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo