Leonesas y leoneses.
Paisanas y paisanos.
Mozas y mozos.
Amigos todos que hoy nos encontramos en esta plaza que conserva la esencia de quienes nos precedieron.
Son estos cantos que pisamos el testigo de la transformación de la ciudad pero también el de quienes siempre que nos visitan no se van de León sin pisar este suelo y sin contemplar esta plaza. Generaciones y generaciones llevamos guardada en nuestra retina las estampas de este enclave en el que hoy recreamos y celebramos la Melonera.
Pero no siempre fue aquí esta romería, que se celebraba cada 8 de septiembre en la chopera de El Parque, una pradería enclavada en una de las márgenes del Bernesga. Era aquel, un punto apartado de la ciudad, el lugar de encuentro de personas llegadas de todos los rincones de nuestra rica provincia. Lo que se celebraba entonces era la Natividad de Nuestra Señora y aludiendo a nuestro querido Victoriano Crémer, se encontraban allí los leoneses en una explanada con montones de sandías y melones. Habla Crémer de una estampa viva y animada por la que todavía hoy podemos pasear gracias a sus palabras, con las que pinta una jornada de diversión, con el organillo y la pandereta, la dulzaina y el tamboril, los cantos y los bailes populares. Pero ahora también podemos revivirla gracias al trabajo de la Asociación Cultural García I, que ha rescatado la tradición trayéndola al corazón empedrado de la ciudad. Sus integrantes se han empeñado en rescatar a la Melonera del olvido, trayéndonos aires de antaño que no podemos olvidar, como no olvidamos aquellos trabajos de un campo que en las tierras de nuestra provincia se labraban con manos curtidas de esfuerzo, con pieles curtidas en jornadas interminables de trabajo bajo el sol, de trabajo con la única compañía de una picona y con la presencia del frío.
Me gustaría que sirviera también hoy, aquí, esta celebración para homenajear a quienes luchan a diario por mantener nuestros pueblos con vida más allá de la ciudad. Sin ese trabajo del sector primario que han sabido mantener en el medio rural, poco o nada podríamos tener en nuestras mesas a la hora de la comida. Aprovecho por tanto la invitación de pregonar esta romería de la Melonera para mirar hacia quienes siguen labrando la tierra, manteniendo un medio rural al que no podemos dar la espalda y para cuyos vecinos reclamamos los mismos derechos de los que se goza en la ciudad. Esta Melonera, leonesas y leoneses, me gustaría dedicársela a quienes labran el futuro de nuestros pueblos.
De ellos traen hoy aquí los integrantes de la Asociación Cultural García I la tradición de las ceibas, concretamente de la comarca de la Cabrera. Desde esta plaza viajaremos hoy hasta la Baña para no olvidar aquella práctica de emparejamiento en los días de cosecha. Se tapaban los mozos la cabeza con un cesto adornado con cuernos hasta dar con ellos a alguna rapaza. Quien lograra tal proeza, y según recogió en 1929 Martín Granizo, podría dormir junto a su pretendida en el pajar sin que nadie opusiera resistencia. Recordamos hoy aquel rito que hoy queremos que sea grito de libertad para todos. De amor y de gozo, pero siempre de respeto. Aquellos tiempos otros trajeron y de nosotros depende seguir labrando un futuro de igualdad.
Paisanas y paisanos. Que esta fiesta sea un puente entre nuestra ciudad y los pueblos de la Región. Pero también que esta fiesta sea un canto a la libertad. Que León reviva hoy en esta plaza la tradición de quienes nos antecedieron. Que aquí resuenen las coplas, que os canséis de bailar, que no deje de sonar la música. Que seáis muy felices como yo lo soy hoy gracias a vuestra invitación. Desde el Ayuntamiento de León, paisanas y paisanos, no podemos más que agradecer vuestro empeño por volver aquí cada año, por recordar los montones de melones y sandías a los que se acercarían nuestros antepasados para refrescar estos últimos días de verano.
¡Viva León¡
¡Que vivan nuestros pueblos!
¡Y que viva la Melonera!
Feliz jornada, amigos.