El sector de la caza es clave en la lucha contra los incendios forestales, como se pone de manifiesto cada verano. Así se revela en el ‘Informe de Impacto Socioeconómico de la caza en España’, elaborado por la consultora Deloitte para la Fundación Artemisan, que explica que el sector invierte cada año 54 millones de euros en mantenimiento y adecuación de accesos, pantanos, podas, mejora del monte, cortafuegos y cortaderos, entre otros (pág. 68 Informe), que previenen los incendios.

Pero el papel de la caza en la lucha contra el fuego va mucho más allá de esa inversión, y se concentra también en la vigilancia. Así, los miles de guardas de coto que hay en toda España y los propios cazadores se convierten en agentes activos de prevención y en un primer foco de alerta, con comunicaciones inmediatas a las autoridades tanto ante el inicio de un incendio forestal como ante cualquier mala praxis que pueda aumentar el riesgo de que se propague el fuego.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que esas importantes inversiones –el sector de la caza es el principal ‘agente’ privado en cuanto a inversiones de conservación medioambiental en España- permiten mejorar los accesos a zonas rurales y minimizar el riesgo de incendios a través del cuidado del entorno.

De hecho, no es una casualidad que las grandes zonas de caza mayor (Sierra Morena, Montes de Toledo, Serranía de Cádiz…) sean históricamente espacios con pocos incendios forestales. Según explicaban expertos en esta materia en el documental La caza y los incendios forestales, esto es consecuencia de varios factores como un manejo sostenible del espacio; la presencia de los guardas; las torretas de vigilancia; los cortaderos (que forman auténticos cortafuegos); y la red de balsas de agua.

Otro factor importante es el papel que tienen las especies cinegéticas, especialmente las de caza mayor, que se convierten en auténticas ‘máquinas desbrozadoras’ naturales.

 

A todo este efecto sobre la prevención contra los incendios forestales hay que sumar el trabajo que los cazadores realizan una vez que el fuego aparece. Tanto apoyando los trabajos de extinción cuando es necesario como renovando los puntos de agua y comida y distribuyendo alimento para facilitar la recuperación de la población animal afectada.

Buen ejemplo de ello tuvimos el pasado verano, tras los incendios en la Sierra de la Culebra, en Zamora, con la colaboración de esta Federación aportando varios camiones de forraje de avena para la fauna en las zonas afectadas.

A nadie debe sorprender que la mayoría de los incendios forestales se produzcan en terrenos de caza, en Castilla y León, casi el 90 % de su territorio es cinegético, pero es evidente que a ningún cazador le interesa quemar su propio coto; la consecuencia directa del fuego es la imposibilidad de cazar por muchos años y la fuga o muerte de todos los animales del terreno.

Aportando estos datos, contrastados por informes técnicos y testimonios de expertos, la Federación de Caza y la Fundación Artemisan quiere hacer un reconocimiento público al trabajo y al compromiso de los cazadores y gestores de terrenos cinegéticos, al tiempo que les anima a seguir siendo parte fundamental de la lucha contra los incendios forestales en España.

FEDERACIÓN DE CAZA DE CASTILLA Y LEÓN

FUNDACIÓN ARTEMISAN