La humanidad ha sido desterrada por haber provocado, en su mayor parte el cambio climático. Esta ha sido la peor hecatombe vivida en Tierra. No hizo falta una guerra nuclear para que la subida del nivel de los océanos, provocada a su vez por la subida de varios grados en la corteza terrestre, se comiera mucha superficie del planeta. El calentamiento global ha convertido en desierto casi la totalidad de la superficie terrestre. Naturaleza ante tamaño desastre, arguyó desterrar a la humanidad bajo Tierra al menos mil años. Estamos pues en 3.023. Naturaleza acertó, exiliando a la humanidad, de lo contrario hoy no estaría escribiendo estas líneas. Os parecerá una errata, pero no lo es. Estoy escribiendo sobre una actividad que hicimos los miembros del club de lectura “Río Órbigo” y resultó muy placentera, el sábado 20 de mayo de 3023, (que no, que no me he confundido, lo estaréis leyendo en el 2023, pero pasó en el 3023)
Este tramo de texto, forma el septuagésimo séptimo capítulo de esta serie titulada “El hogar de la vida”. Con esta serie deseo concienci(ar)me de que si no cuidamos a Naturaleza, que es el hogar de la vida, los más perjudicados somos nosotros, los grandes predadores del sistema.
Y cambiando de tercio, vuelvo a esta otra parte, tan positiva y reconstituyente, del capítulo para dar las gracias a nuestra bibliotecaria Helena José García Fraile, que fue la creadora del club de lectura, hace diez años. Ella fue la impulsora de una actividad extra-bibliotecaria para visitar la casa que D. Antonio Pereira, nuestro gran escritor, tiene en León y que forma parte de la Fundación Antonio Pereira.
Neuronada: Vaya la neuronada de este capítulo para Helena, para mis compañeros del club de lectura “Río Órbigo” y para la Fundación Antonio Pereira, personalizada en Joaquín Otero Pereira, sobrino de D. Antonio, que tan extraordinariamente nos guió y explicó todo lo que tuviéramos a bien saber. Además de todo el recorrido que nos hizo Joaquín por la vida y obra de su vida transitando la casa del escritor, pudimos asistir a la proyección de dos vídeos explicativos deliciosos. En uno conocimos a un D. Antonio Pereira cercano, que con humor y campechanía nos deleitaba con sus vivencias y su forma de crear literatura. En el otro vídeo pudimos observar y escuchar en la voz de Mario Obrero, el poeta Adonáis más joven, una posible interpretación del mural que Juan Carlos Mestre ideó, ex profeso, para la Fundación. El mural que ocupa una pared del salón de actos de la casa, es una joya ¿onírica?, de color, significados, personajes que pueden haber salido de los cuentos de Pereira, juegos, mundos, episodios de vida, trozos de antepasados (debo decir que no soy entendida en arte) que te atrapa desde el momento en el que llegas a la puerta del salón y lo descubres. En ese mural el tiempo es memoria. El tiempo descansa en la memoria del tiempo. En él el maestro Antonio Pereira y el maestro Juan Carlos Mestre amasan el tiempo con la sabiduría de los creadores, de los artistas. Itero, en ese mural el tiempo descansa en la memoria del tiempo.
Solo puedo decir que si tienes oportunidad, busca Fundación Antonio Pereira en Internet, consigue una cita. Joaquín Otero Pereira, te abrirá una puerta donde el tiempo te sujetará a las venas de otros universos, te transmutarás a ese ser que llevas dentro de ti y forma parte de la memoria, del tiempo universal en el que, nada y todo es.
Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.