En la clase de historia y antropología, se estudiaba hoy un fenómeno llamado filandón. En este 3.023, la humanidad ha dejado de ser dañina para el planeta, ya que Naturaleza la ha mantenido bajo la superficie de Tierra. Naturaleza está barajando la posibilidad de volver a dejar que la humanidad salga a poblar la superficie. Pero hoy, los alumnos van a visitar un centro cultural llamado ManakiSanti, que tiene su sede en Villoria de Órbigo. El motivo no es otro que empaparse de lo que es un filandón. Su profesora les había explicado de antemano que el filandón como tal, venía de la reunión de vecinos y vecinas, cada temporada en casa de uno diferente, para pasar las veladas de invierno, tan largas y tan frías por los pueblos sobre todo de montaña. Allí, a la luz de las velas, las mujeres hilaban, esta palabra viene de filar, que quiere decir hilar, por ende, filando, filando, pasaron a llamar a aquellas reuniones filandones, contado así muy grosso modo. Mientras ellas filaban, los hombres narraban historias del monte, de lobos, de sus perros, etc. Ellas también metían baza mientras filaban y recordaban historias, comentaban sobre sus hijos, sobre alguna receta especial, en fin era un hermanamiento de vecinos donde se aprendía mucho y también socializaban y se solidarizaban con los vecinos a los que les hubiere sobrevenido alguna desgracia.
Este día el filandón era un homenaje a Antonio Pereira, un gran escritor de Villafranca del Bierzo nacido en 1923. El centro cultural AnakiSanti estaba a rebosar y desde el escenario se vivió una conexión total entre público y las personas que filaron las palabras de Antonio Pereira con mimo, dedicación, y cariño. Se narraron de una forma espectacular unos catorce cuentos de este extraordinario berciano. Su sobrino y director de la fundación “Antonio Pereira”, agradeció mucho tan entrañable homenaje y aseveró que el propio Antonio Pereira hubiera disfrutado muchísimo una tarde así.
Neuronada: Este filandón homenaje a Antonio Pereira, no hubiera sido posible sin su coordinador, director y programador, que no es otro que Tomás Néstor Martínez Álvarez, a él agradecerle una tarde inolvidable, llena de la magia del noroeste leonés, de la retranca que anduvo circunvalando las palabras de los contadores, del aprendizaje que supone que las personas se reencuentren y compartan recuerdos, alegrías, lágrimas, días picudos, nervios, expectación, en una palabra que compartan respirares. También agradecer a Marta y a Juanjo, que compartan el espacio y el tiempo de AnakisSanti para la creación y la difusión de las artes y para solaz popular.
Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.