En las guerras la desinformación en el entorno digital y mediático es utilizada por ambos bandos como propaganda y como otro arma más que deshumaniza a las personas y que generalmente beneficia a la parte que dispone de más recursos.
Pero este modo de proceder no debería de formar parte de la cultura política de este país y me refiero a hechos que son una constante en boca de muchos de nuestros políticos como la difusión de bulos (inexactitudes que dirían algunos) y a la creación de alarmas infundadas e innecesarias. Hay demasiados medios que actúan desinformando ya sea por dejadez, por falta de profesionalidad o porque tratan al lector como un estúpido,hasta el punto de que la difusión de bulos forma parte del acervo de esta prensa que no tiene inconveniente a pesar del daño que puede hacer en una sociedad demasiado polarizada.
En contra del criterio de otros países aquí parece justificado que los políticos se puedan apropiar de “falsas noticias” y que las utilicen como arma política contra los adversarios. Estas falsas noticias,queramos o no tienen su recorrido y anidan muy fácilmente en los ciudadanos que en su mayoría se nutren de la información de las redes sociales o de lo que oyen a otros pues cada vez hay menos lectores de informaciones que nos exigen atención plena o invertir un poco más de tiempo que en leer un titular con lo que la veracidad se convierte en algo intangible creando la consiguiente inseguridad entre ciudadanos que pretenden estar bien informados, obligando a buscar nuevas informaciones relacionadas para poder desmentirlas.Llega un momento en que no sabemos a ciencia cierta donde está la información que más se acerca a la realidad.
Esta manipulación tiene un interés cierto y no es otro que intervenir en uno u otro sentido en la vida política.Es una falta de honestidad de cierto periodismo actual.
La consecuencia principal de la tolerancia que tenemos en nuestro país hacia esas mentiras es que los ciudadanos dejen de confiar en las Instituciones (o pierdan la escasa confianza que les quede),que piensen que la política se iguala a su nivel más bajo y que surjan grupos de protesta o partidos antisistema que a su vez fomentan una erosión de la convivencia democrática.
Y muchas de esas falsas noticias sirven de hecho como la expresión de un alarma injustificada que pasa a formar parte del discurso de algunos políticos.
Hay alarmas de todo tipo,por poner algunos ejemplos ,desde la vieja “España se rompe” a la de que la reforma laboral traerá más paro,o que los menas cobraban del Estado etc….,en realidad vivimos una inercia que a cada nueva propuesta política para mejorar la vida de los ciudadanos enseguida le sale su alarma sin justificación alguna.
Son una forma de provocar miedo en la ciudadanía para que a la postre cambien su manera de ver la realidad o cambien el sentido de su voto en las elecciones,en definitiva son el triunfo del miedo.
Hemos llegado a un punto en que alguien puede decir una cosa y la contraria sin que ello suponga un mal juicio de valor, todo se admite.
Mentir a sabiendas,alarmar, es algo demasiado fácil y productivo para los fines que se quieren conseguir pero quienes utilicen esta forma de hacer política tienen que tener en cuenta que,si llegan al poder,es necesario que no defrauden las expectativas que hayan creado y eso es mucho más difícil.
A.Nieto
octubre 2023