El trabajo en el que han participado Jorge Arias de la Torre, Vicente Martín y Antonio J. Molina defiende los cribados como vía de detección precoz en los colectivos vulnerables.
La prestigiosa revista ‘Nature Medicine’ publicó el pasado mes de febrero un artículo titulado ‘Implementation of community screening strategies for depression’ (Implementación de estrategias comunitarias de detección de depresión), entre cuyos autores figuran Jorge Arias de la Torre (primer firmante) y Antonio J. Molina y Vicente Martín Sánchez, científicos vinculados todos ellos con el Instituto de Biomedicina (IBIOMED) de la Universidad de León (ULE).
El texto plantea que la depresión es un trastorno de salud mental de gran importancia, que afecta aproximadamente al 4-10% de las personas, dependiendo de la población y el contexto específico, y que constituye un importante problema de salud pública y una causa de discapacidad y pérdida de calidad de vida en todo el mundo. Por ello “se necesitan medidas eficaces de prevención primaria para reducir su prevalencia e impacto, y la aplicación de estrategias de cribado de la depresión a nivel comunitario podría ser un instrumento clave para conseguir ese objetivo”.
Jorge Arias de la Torre explica en el artículo que el cribado comunitario podría utilizarse “para el seguimiento, la detección precoz y la prevención de la depresión, y para maximizar los efectos de las políticas para reducir su carga”.
UN MÉTODO PARA CONOCER LA SITUACIÓN DE LAS PERSONAS SIN HOGAR
El investigador del IBIOMED apunta que este procedimiento podría ser de gran ayuda para detectar “posibles casos en los grupos de población más vulnerables, que habitualmente no tienen una gran participación en los cribados llevados cabo en centros de salud. Además, la información de este tipo de cribados, creemos que puede ser muy relevante, para monitorizar las cifras de depresión de manera mucho más precisa a nivel poblacional”.
El cribado sistemático en la comunidad, utilizando estrategias tanto electrónicas como presenciales, podría mejorar la detección de casos y llegar a grupos de población que suelen tener tasas elevadas de depresión, pero a los que es difícil llegar, como las personas sin hogar.
“A pesar de las dificultades que plantea su aplicación y uso, -concluye el artículo-, los datos procedentes de estas estrategias comunitarios (idealmente vinculados a datos clínicos procedentes del cribado y de otras fuentes) podrían ser un recurso pertinente y adecuado para mejorar la detección de características individuales, grupales y ambientales asociadas a probables trastornos depresivos, incluso en grupos de población vulnerables, para fundamentar el desarrollo de medidas preventivas y, en última instancia, para reducir la carga y el impacto de la depresión a todos los niveles”.