El especialista en Oftalmología se incorpora al cuadro médico del centro sanitario leonés para dar respuesta a los pacientes con dos patologías que se asocian al envejecimiento y pueden provocar la pérdida de la visión • Este profesional, adjunto al Servicio de Oftalmología del Complejo Asistencial Universitario de León (CAULE) desde 2016, explica que “el principal factor de riesgo del glaucoma es la tensión ocular, es decir, la presión que tenemos dentro del ojo”.
El doctor Sergio Mahave Ruiz ha abierto en el Hospital San Juan de Dios de León una consulta especializada en glaucoma y cataratas, dos patologías que, por lo general, se asocian al envejecimiento y pueden provocar la pérdida de la visión.
No obstante, mientras la catarata implica la pérdida de transparencia del cristalino con una recuperación visual que es posible tras la cirugía, con el glaucoma no ocurre lo mismo: el daño al nervio óptico llega de forma gradual, silenciosa y de manera irreversible. Además, el paciente no tiene síntomas hasta que se produce una pérdida importante del campo visual.
En este sentido, la mitad de las personas con esta patología –cuyo día mundial se ha celebrado esta semana- desconocen que padecen. la que se revela como la segunda causa de ceguera en el mundo.
Médico adjunto al Servicio de Oftalmología del Complejo Asistencial Universitario de León (CAULE) desde 2016, el doctor Mahave Ruiz cuenta con más de 15 años de experiencia en diagnóstico y tratamiento del glaucoma, incluida una subespecialización (Fellowship) de año y medio en el Hospital Moorfields Eye Hospital de Londres, de gran prestigio internacional.
“El principal factor de riesgo es la tensión ocular, es decir, la presión que tenemos dentro del ojo”, explica a la hora de hablar de las circunstancias que intervienen en la aparición del glaucoma, que se produce cuando aparece una alteración entre la síntesis y salida del humor acuoso del ojo que acaba dañando a las células que forman el nervio óptico (el que traslada la información desde el ojo hasta el cerebro).
A la hipertensión ocular se unen otros factores de riesgo como la miopía, la edad y la herencia genética. De este modo, explica que “las personas con antecedentes familiares son más propensas a padecerlo y deben tener especial vigilancia”.
Un diagnóstico precoz para frenar el daño al nervio óptico
Un diagnóstico precoz y un tratamiento adecuado constituyen la mejor oportunidad para conservar la vista. Por eso, las revisiones anuales cumplidos los 40 años (a partir de esta edad el 2% de las personas pueden padecer glaucoma) son fundamentales al objeto de realizar un ‘screening’ mediante una tonometría y el estudio del nervio óptico (compuesto por más de un millón de fibras) para frenar la progresión de esta enfermedad en los estados iniciales.
“Es fundamental, porque el daño en el nervio óptico no se puede revertir, sólo frenar. Es decir, si la enfermedad la detectamos en fases iniciales es muy probable que el paciente no llegue a padecer las consecuencias visuales incapacitantes”, ha precisado el especialista que, ante estos casos, opta por prescribir un tratamiento tópico (gotas) como paso previo a la cirugía filtrante, la cual “busca abrir un camino alternativo dentro del ojo para que drene de humor acuoso y de esta manera baje la presión ocular “.
La revolución en este campo está llegando de la mano de nuevos dispositivos que, colocados dentro del ojo, ayudan a controlar la presión: “Es lo que llamamos técnicas mínimamente invasivas y suponen el verdadero avance en esta patología en los últimos años”.
“Clásicamente sólo había una o dos técnicas quirúrgicas que además tenían un riesgo y complicaciones nada despreciables, motivo por el que la cirugía de glaucoma no gozaba de buena reputación. A día de hoy podemos decir que esto ha cambiado mucho. En la última década han aparecido una serie de implantes con los que las complicaciones han disminuido significativamente”, ha señalado sobre una cirugía que se realiza de forma ambulatoria con una recuperación relativamente rápida.