(Gracias, entre otros, a Marcos Redondo Martínez, arquitecto de Sueros)
El remanso del río vio jugar a los niños y reparó en cómo las madres y las abuelas lavaban la ropa con las manos heladas, y en noviembre limpiaban lo que guardaría el alimento para los duros inviernos. Días felices de matanza, veranos de alegría compartida.
El agua transparente y fría acariciando la piel.
Contempló como vadeaban la corriente carros con vacas y hermosos caballos montados por jóvenes trabajadores de la tierra, delgados y rubios. Como mi abuelo.
Cruzaban los niños la corriente y gritaban con miedo las madres.
¡Que se lo lleva el agua a mi hijo! Y se reían, sabiendo que el río nunca haría eso. Que su caudal estaba controlado… casi siempre. Recuerdo aquel invierno de lluvia y frío que el agua se llevó todos los árboles de la ribera y no se podía cruzar al otro barrio.
Había un puente pero era necesaria además una Pasarela peatonal en ese tramo del Tuerto. Y así se hizo en los años 70.
Desde entonces cumplió su función de unir y de permitir el paso no solo de los peatones, también de abastecimiento y saneamiento al barrio donde radica el Campo Santo; pero un día, otra vez, llovía a mares, y el caudal arrasó con árboles que la rompieron.
Y así hemos estado, los de Sueros, sin poder cruzar el río y sin fuerzas para vadearlo, más de 5 años.
En esta dulce primavera estrenamos una nueva, sobria, firme, fuerte, segura.
Marcos Redondo el hijo de Julio y Marisol la diseñó en colaboración con Isaac García Álvarez. El Ayuntamiento de Villamejil les encargó el proyecto.
Un paso obligado y ahora, seguro, nos permite visitar el barrio de Portugal, y acercarnos más fácilmente al lugar donde reposan nuestros antepasados.
Gracias Marcos, otra vez, por tu empeño en construir esa necesaria Pasarela. Y hacerlo tan bien.
Victorina Alonso Fernández, un día de marzo, ventoso y frío de 2024.