Lo primero que hice cuando me desperté, incluso antes de quitarme las legañas de los ojos, fue volver a leer el poema que iba a declamar esa tarde en la biblioteca, con motivo del día del libro. Quería darle la entonación adecuada a cada verso, convocar los silencios que precisaba el poema, sujetar las palabras cuando se quisieran ir por el derrotero de los titubeos. El poema es un precioso alegato de amor que nos dejó escrito Lucía Rubio Rubio. Quiero compartirlo con vosotros para que os bañen las emociones de las palabras. Se titula “Estaré allí”:
¡Qué locura es querer sellar con un beso!, / ¡qué ajeno de pasión lo secó el aire!, / qué inútil es decir “Amor, te quiero” / si no lo escucha nadie! / Sólo la flor se seca si florece, / sólo enferma de amor quien tiene sangre, / arrugada tu voz y tu silencio, / ajado ya el ardor de tus suspiros. / ¿Cómo vas a quemarme en tus besos, / si están marchitos ya, secos y fríos? / Yo quisiera plancharte con mi aliento / los sentimientos hemos pergaminos / y decirte: “Te aguardo”, sin palabras / en mis locos y turbios desvaríos. / Con los ojos vestidos de nostalgia, / con las manos moradas como lirios, / ensayando un adiós está mi alma / sin pararse a pensar en los abismos. / Pero quiero seguir con mi cansancio, / intentando otra vez lo ya vivido. / ¿De qué sirve el recuerdo si no hay nada / que alimente las aves del olvido? / Seré como una esfinge hecha de piedra, / una canción que el aire ha repetido, / una rosa nacida por octubre, / una tumba cuadrada con un signo. / Pero estaré allí sin que me vean, / ni tu amor ni tu orgullo malherido, / estaré, como está presente el viento, / si que nadie se atreva a describirlo.
Ella era miembro del club de lectura de la biblioteca “Río Órbigo” de Veguellina de Órbigo. Nos dejó hace poco, pero sigue con nosotros en su legado poético y en los buenos recuerdos compartidos. Ser miembro de un club de lectura trae experiencias tan emotivas y gratificantes como ésta, aunque la tarde se iba a poner aún más bonita, si cabe, ya que una emotiva y grata sorpresa me esperaba a mí misma. Os cuento: María Jesús Vicente Alonso, que regentó durante muchos años la confitería pastelería “La Cleer un conjunto de poemas de M.B.P., oséase, yo misma, titulado “Octología por la muerte de mi madre”. Citarme a mí misma podrá parecer ñoño, cursi, atrevido o lo que se quiera añadir, pero lo hago para agradecer inmensamente a María Jesús la deferencia y la profunda emoción que me provocó escucharla, porque además leyó con tal entrega que nunca olvidaré ese momento. Muchas gracias María Jesús. Este impás personal, no restó ningún mérito a todos los demás compañeros del club de lectura, que pusieron toda su pasión y emoción en los textos que leyeron cada uno.
Ser miembro de un club de lectura, trae estas hermosas muestras de hermanamiento y de análisis, porque el club es un espacio donde todos aprendemos y mostramos respeto hacia el otro. Agradecimientos también a Helena García Fraile, nuestra querida bibliotecaria, sin ella estos milagros de convivencia, no existirían. Como recuerdo nos regaló un marcapáginas con los títulos de todos los libros que hemos leído durante la existencia del club de lectura “Río Órbigo”.
Lamiguería: ¿Dónde estarán las bibliotecas de Gaza? ¿Dónde sus libros? ¿Dónde el derecho infantil a aprender y formarse para ser personas de criterio con respeto? Las bombas para destrozar las culturas son el camino de retroceso al infierno.
Por eso y muchas razones más, es importante dar las gracias y ser conscientes de lo que tenemos Así que: Gracias a todas las personas que han conservado el club de lectura “Río Órbigo” durante once años.
Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo