Pues si corre sangre por tus venas, compártela. Entre todos formamos un mar de sangre del que echar mano cuando las enfermedades, los accidentes, las vicisitudes de la vida nos ponen en el acantilado de la muerte.

Conducía con lágrimas en los ojos, acababan de despedirla de su trabajo. Y todo porque había engordado cuatro kilos en el último trimestre. Trabajaba en una multinacional que se dedicaba a la “belleza” — ¿Qué es belleza?— En contraposición, su compañera de vida le había dicho que estaba mucho más guapa, pero el supervisor no le dio el visto bueno a sus nuevos cuatro kilos. Iba conduciendo, con las lágrimas emborronándole un poco la visión, cuando se percató de que a un par de kilómetros más adelante, se veía una columna de humo en la cuneta. Se limpió las lágrimas con el envés de la manga y paró el automóvil al llegar a la altura del suceso. En efecto, como ella había supuesto, en la cuneta un coche estaba volcado. Miró dentro del utilitario pero el interior estaba vacío. Anduvo unos pasos alrededor y escuchó un gemido. Muy cerca, el cuerpo de una persona intentaba moverse. —Sssssss, no te muevas, estoy contigo, pronto vendrá la ambulancia, dime: ¿cómo te llamas?— Siguió preguntando para mantener despierta a la persona mientras que con el móvil dio aviso al 112. Por debajo de la ingle derecha, la persona sangraba bastante. Se quitó la chaqueta y le hizo un torniquete a su modo. Cuando llegó la ambulancia le comentaron que había sido crucial que mantuviera avivada a la persona y que por supuesto el torniquete era primordial. Pero la persona accidentada había perdido mucha sangre, y en la operación que tuvieron que realizarla en el hospital, se gastaron unas cuantas bolsas rojas llenas de vida solidaria que muchos donantes regalaron para el que pudiera necesitarlas. En esta historia, seguramente real, la persona que tuvo el accidente fue muy afortunada, ya que alguien la socorrió y llegó a tiempo de salvarle la vida. Afortunada doblemente, de no ser por los DONANTES DE SANGRE, la muerte acapararía muchas más vidas.

Lamiguería: Los donantes de sangre, son como esas migas extraordinarias que nos hacen tan felices cuando las arrebañamos del mantel. Pero debería de haber muchas más migas en el mantel de la vida. La sangre solo va dentro de nosotros, no se produce fuera del cuerpo, y aunque sea por egoísmo, porque vamos a necesitar sangre a lo largo de nuestras vidas, deberíamos al menos haber donado o intentarlo, para que el flujo de sangre no se termine. Pienso ahora en Ucrania, en Gaza, en tantos países en guerra. Serán incontables las personas, incluidas niñas y niños, que mueran porque se desangran y no hay posibilidad de ofrecerles este líquido sagrado llamado sangre.

El pasado 14 de junio, fue el día mundial del donante de sangre. Entre todos podemos hacer que cada día, sea el día mundial del donante de sangre. Está en nosotros mimos ofrecerle vida a la vida.

Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo.