En la piedra creció la amapola / que ya no está en el campo sola. / La piedra y la amapola se unieron /en alegre compañía. /Aquella armonía, atrajo a la mirla, / que también quería ser / una más de la familia. / Pasó por allí la loba, / se enamoró de aquel hogar de intenciones. / Pero una mala tarde, / se acercó un caminante, / y arrancó la amapola. / La piedra lloró tanto, / que a su alrededor crecieron / lamentos, espinas, dolor, malos vientos. / Solo la mirla y la loba, / apaciguaban su llanto. / No castigues a tu corazón, / vuelve a los días colorados / por los pétalos de su flor, / vuelve a la alegría de su risa campera. / La mirla cantaba. ¡Qué bonito cantaba! / La loba bailaba. ¡Qué bonito bailaba! / La piedra se iba dejando arrullar / por el amor de sus amigas, / poco a poco volvió a calentar el sol, / a su alma, endurecida por el dolor, / llegó el alivio, / hasta que…, hasta que / una bala perdida, / de una guerra perdida, / (las guerras siempre pierden. / Las pérdidas de una guerra son inmedibles) / guardó para siempre /en un hoyo profundo: / el revivir de la piedra, / el canto de la mirla, / el baile de la loba, / que se reencarnarán en fósiles, / hasta que el eje de la madre Tierra, / cansado de aguantar tanto peso / y tanto paso en falso, / resuelva no ser más el bastón / de la locura que guía a una humanidad / llena de ego y de oscura fantasía. / La amapola me guiña desde su corola. / La piedra rueda para hilar emociones. / La mirla sueña que lleva a sus compañeras a la luna. / La loba muestra el camino a sus amadas amigas / hacia una galaxia donde no habite el colmo, / ni el rastro que rompe la fibra del amor. / Una galaxia donde todos quepan, / coman, cuenten, canten, quepan, / sin quitarle el sitio al otro. /  Quepan, / coman, cuenten, canten, / quepan, / sin quitarle el sitio al otro.

El Ágora de la Poesía, celebró su 133 edición el viernes pasado. Allí, en el anfiteatro de San Marcos de León, cada último viernes de mes, se reúnen, caben, cuentan, cantan, comparten palabras todas las personas que son amantes de la poesía. El lema del Ágora es: “La poesía no compite, se comparte”, por eso allí cabemos todos sin quitarle el sitio al otro. Somos como migas de la exquisita hogaza de la poesía. Migas que formamos un pan que alimenta y calienta el alma.

Lamiguería: Ojalá que en vez de bombas, cayeran estas migas en Gaza, en Ucrania o en tantos países en conflictos bélicos. Ojalá cayeran migas de entendimiento en cada esquina de los corazones obstinados y endurecidos por la sinrazón. Por eso, es muy de agradecer a las personas responsables del Ágora de la Poesía, que cada último viernes de mes, el anfiteatro de San Marcos, sea la mejor y mayor fiesta de las palabras.

Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo